Desde que era pequeña me gustan los números. Decía Lord Kelvin ya a principios del siglo pasado que “lo que no se define no se puede medir; lo que no se mide, no se puede mejorar; lo que no se mejora, se degrada siempre”.
Hace poco fui a un congreso en Gijón en coche y tardé ocho horas en recorrer 816 km, encontré un semáforo y unos 23 radares. Vivo en un pueblo que en Bombay sería una comunidad de vecinos, de hecho, la población de Cataluña cabría en un barrio de Delhi y para un indio los 816 km serían un paseo.
La tecnoeconomía está cambiando el planeta, y más que tecnología, necesitamos talento. No existen suficientes profesionales para el mundo que estamos digitalizando. Hablamos de la guerra por el talento, pero en realidad es falta de planificación, de educación, de personas con conocimiento y de seguir poniendo fronteras al conocimiento en un mundo hiperconectado.
Cada vez vivimos más y más tiempo, el mundo en su conjunto crece y desde el 15 de noviembre pasado somos más de 8.000 millones de personas. Este mes de abril India superará a China como país más poblado del planeta con más de 1,46 billones de personas y entre ambos países concentran el 33% de los humanos. De hecho, dos de cada tres ciudadanos del mundo son asiáticos. Por el contrario, ya hay países que se están viendo disminuir su población, como Japón, Italia y pronto China, a la vez, que envejecen. La configuración del mundo está cambiando y rápido.
India es un país joven, anglófono, democrático y creciente. El 40% de la población india tiene menos de 25 años. India está apostando por la inversión en educación, ciencia e innovación, y ya cuenta con algunas de las universidades tecnológicas más prestigiosas del mundo. Gracias a ellas, es ya el tercer país del mundo que más publicaciones científicas después de China y EUA. Estas universidades se están convirtiendo en la cantera de las principales empresas tecnológicas del mundo, contratando millones de tecnólogos.
De hecho, los ciudadanos de origen indio conforman el 6% de la fuerza laboral de Silicon Valley y constituyen el 70% de los permisos de trabajo para extranjeros emitidos por EEUU, principalmente para científicos e ingenieros. Como consecuencia, las principales empresas tecnológicas del mundo han tenido o tienen un CEO indio, como es el caso de Microsoft, Google, Twitter (hasta la compra de Musk), IBM, Adobe o Vimeo, entre otros. Además de los conocimientos técnicos, se les atribuyen aptitudes para liderar las organizaciones con valores basados en la meritocracia, el esfuerzo y un talante adaptativo y conciliador.
En 2014 el Gobierno indio creó el programa “Make in India”, para fomentar las inversiones en la industria del país y desde entonces no han parado de crecer; Apple ya fabrica entre el 5% y el 7% de sus productos en India; y la carrera tecnológica entre China y Estados Unidos ha provocado que muchas compañías trasladen su producción.
La India quiere ser un hub tecnológico mundial y el año pasado, gracias a sus polos de innovación en Chennai, Hyderabad y Bangalore, ya batía a la China en número de unicornios. Su crecimiento económico la convirtió en la 5ª economía más grande del mundo, pasando por delante del Reino Unido.
Según un informe sobre digitalización, en número de usuarios de internet India es el segundo país del mundo, aunque todavía con un nivel de acceso bajo entre el 50% de la población. El eslabón más débil de la transición digital de la India es la protección contra la ciberdelincuencia y la invasión de la privacidad, a pesar de que son muy innovadores y, de hecho, es el país que más contribuye a proyectos de inteligencia artificial (IA) de código abierto y el que tiene un mayor número de trabajadores de TI con conocimientos de IA.
India está haciendo esfuerzos para ponerse a la cabeza de la economía en el mundo como una potencia empresarial e innovadora, y para eso los números importan y la velocidad también. El nuevo valor de esta era es el conocimiento del talento que entiende y desarrolla esta economía y, en ese sentido, el talento innovador y el talante indio parecen imparables ante un mundo que además de envejecido parece menguante.
PD: en la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos de Sinergentes que siempre suman aptitudes, conocimiento, equipo y valores.
*** Áurea Rodríguez es autora del libro 'Antes muerta que analógica' y experta en innovación y tecnología.