Tecnología: nos jugamos el futuro y la felicidad de nuestros jóvenes
Llevo años trabajando en nuevas tecnologías y aprecio los beneficios que aportan a toda la sociedad. Nadie se puede quejar de que ahora sea más sencillo comunicarte y verte con tus familiares y amigos, pedir un plato de comida desde tu teléfono móvil, gestionar un viaje o pagar cualquier tipo de producto.
El nivel de información que ofrece la red es cada vez más positivo para analizar un curso que queramos realizar, un producto que necesitamos, una casa que nos gustaría alquilar o un lugar al que nos planteamos ir de vacaciones, por ejemplo.
El problema es que el desarrollo de la inteligencia artificial alcanza ya un nivel que la convierte en un instrumento de riesgo para los menores y las personas más vulnerables.
Con los datos que disponen de cada uno de nosotros, cada vez nos proponen unos contenidos más ajustados a nuestros intereses y aficiones. En el caso de los menores, asusta ver cómo compañías sin escrúpulos pueden engancharles a videojuegos, pornografía, juego online o a un consumismo desenfrenado.
Soy padre de tres hijos menores de edad y me fascinan las oportunidades que les ofrecen las nuevas tecnologías, a la par que me preocupa la capacidad seductora de las mismas.
Basta pensar en nosotros mismos. ¿Cómo hubiéramos actuado si en nuestra adolescencia hubiéramos tenido acceso a tantas oportunidades? ¿Contábamos con las herramientas precisas para defendernos de la agresividad comercial? La respuesta es no. Pero el problema es que las nuevas generaciones tampoco están preparadas para ello.
En mi caso, he tenido la fortuna de estudiar Ingeniería de Telecomunicaciones y de trabajar en el sector y en la política. Es algo que me ayuda a advertir a mis hijos de los riesgos de la red, al tiempo que les ayudo a descubrir todas sus oportunidades. Pero, eso tampoco hace que esté tranquilo y ni mucho menos que queden aislados de esos peligros.
Estoy convencido de que muchos padres se llevarían grandes sorpresas si descubrieran cómo están siendo manipulados sus hijos….y nosotros mismos.
Las nuevas tecnologías han cambiado radicalmente la forma de relacionarnos, la forma de trabajar y participar en la sociedad. Y el problema es que mientras el desarrollo de internet se mueve en alta velocidad, la formación escolar ante estos avances va al ritmo de un tren de Cercanías y sin ajustarse al tamaño de los túneles.
Necesitamos fomentar la formación digital de los menores, necesitamos planes de estudio que contribuyan a defender a nuestros jóvenes en la red y que les ayuden a explorar todas sus posibilidades, que son muchas.
Y no me refiero solo a los delitos por internet, a las estafas para las que son más vulnerables los más jóvenes. El mundo de las fake news, de la manipulación de imágenes o contenidos, es muy grave, porque hace perder confianza en toda la sociedad y lleva a muchos jóvenes a desligarse de la política o la vida pública.
La adicción a determinados contenidos, que lleva a que los jóvenes pierdan un tiempo muy valioso en el periodo de formación, es un factor de riesgo. Y la capacidad de influir comercialmente, de crearles necesidades que les harán la vida más difícil, no es una cuestión banal.
Todos tenemos que ser capaces de adaptarnos, la inteligencia artificial está aquí y trae muchas cosas positivas, pero debemos también ser conscientes de sus riesgos y de su influencia en nuestros jóvenes. Nos jugamos su futuro, nos jugamos su felicidad.
***Javier Puente es senador del Partido Popular por Cantabria y portavoz de Transformación Digital en el Grupo Popular del Senado.