Recientemente, en una reunión, el brillante Marcos Uriarte explicó su amplia e informada visión actual geoestratégica, indicando que, hoy en día, las empresas deben estar vigilantes a la geoestrategia más incluso que a los propios mercados. Dicha geoestrategia, como siempre, se basa en el control del planeta entre Estados Unidos y China, la diferencia es que en estos tiempos el poder es tecnológico y pasa por el control de la inteligencia artificial (IA).
S. Jobs decía que "la estrategia es averiguar qué no hacer", en la misma línea que Michael Porter "la esencia de la estrategia es elegir qué no hacer". Pues, ahora, la estrategia empresarial está basada en lo que no hacer o hacer en base a la inteligencia artificial. Si antes las empresas tenían estratégica financiera o digital, ahora deben tener una IAtegia, una estrategia empresarial para la IA, con la IA y de la IA para saber qué pueden o no deben hacer para paliar las amenazas o aprovechar las oportunidades del impacto de su uso por otros.
No se puede negar que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse porque ya hace años que está aquí. Aunque algunos hemos sido conscientes de su potencialidad con ChatGPT, lo cierto es que ya hace tiempo que estamos entrando en un nuevo paradigma tecnológico que nos está cambiando la forma en la que vivimos, nos relacionamos y, en consecuencia, también como trabajamos, que debemos aprender.
Hoy en día, muchas de las decisiones en cuanto a nuestros puestos de trabajo son ya tomadas por algoritmos. Por ejemplo, asignación de turnos, control de asistencia, desempeño, etc.
Según un informe recientemente publicado por el JRC (Joint Research Council) de la Comisión Europea sobre la plataformización del trabajo (gig economy), un porcentaje significativo de los trabajadores españoles ya está organizado, evaluado o incluso penalizado por algoritmos.
La automatización o robotización ya está progresivamente transformando las tareas que realizamos mientras que la IA transforma la estrategia que adoptamos. El Foro Económico Mundial considera que para 2025 la cifra de puestos de trabajo robotizados será de 75 millones de empleos en el mundo. Decía Euwe que la estrategia requiere pensamiento; de ahí la estrategia con la IA empresarial.
Esto irá a más con el desarrollo de la IA, incrementándose tanto los niveles de evaluación como de dirección automatizada, lo que implica una revisión del acuerdo en las condiciones laborales.
En relación con esto y en un extremo, el fundador de ChatGPT, ha lanzado una iniciativa para paliar el impacto en el empleo de la IA incluyendo su propia compañía, creando el Worldcoin, una especie salario universal basado en este criptovalor para los afectados. Personalmente, me resulta un tanto curioso que quien vende cuchillos, regale tiritas cuando los cuchillos en principio no deberían hacernos daño.
Además, Altman ha solicitado, recientemente, en su comparecencia ante el congreso de EEUU que regule lo antes posible las aplicaciones de la IA por su temor de que pueda hacer daño a la humanidad si se utiliza sin ética. Mientras, y en la misma línea, Elon Musk que firmo una carta para solicitar una pausa en el desarrollo de la IA, ahora lanzará su propia IA, TruthGPT.
Más allá del evidente impacto en los puestos de trabajo, la IA también constituye una oportunidad y una herramienta de competitividad para personas y empresas.
La IA se está aplicando a todo y es por lo que ya en 2019 la UNESCO aprobó el Consenso de Beijing sobre la Inteligencia Artificial en la educación en el que advierte del impacto de la IA en nuestra sociedad y por tanto la necesidad de adaptar los sistemas educativos y concretamente en 3 ámbitos: aprender de la IA, aprender con la IA y prepararse para la IA. Estos son justamente los 3 ámbitos de una IAtegia empresarial.
Podríamos hacer una profunda radiografía de todos los sectores que se han visto afectados por el impacto de esta tecnología, sin embargo, aprender a trabajar con estas herramientas es lo que asegura un buen uso de ellas.
El Instituto DAIR ha escrito una declaración indicando que lo que hay que hacer es adoptar una regulación de las aplicaciones de la IA basada en la transparencia, el rendimiento de cuentas y más pragmatismo, realismo y menos alarmismo.
La UE trabaja en la IA Act, el conjunto de leyes dedicadas a regular la IA, acordando, entre otros, que, a diferencia de otros países, no se permitirán el reconocimiento facial, se vetan los sistemas de puntuación social y el uso en sanidad y en política estará muy vigilado, entrando en vigor antes del 2025 en los estados miembros.
El problema es que no podemos parar el mar con la previsión de la construcción de un dique. Las únicas armas de construcción masiva que tenemos son la educación y la innovación ética.
La inteligencia artificial tiene la capacidad de potenciar todo tipo de tareas, las empresas deben pensar en la IA de forma estratégica, y necesitan empezar a hacerlo hoy mismo. Así que, deberíamos tener programas masivos de aprendizaje de estas nuevas tecnologías y sus usos éticos como personas y como empresas, de ahí la IAtegia empresarial.
PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, troyanos y trolls y rodearos de Sinergentes que siempre suman aptitudes, conocimiento, equipo y valores.