El Gobierno de España ha puesto deberes a las universidades para este verano. A la antigua usanza, como si hubieran suspendido el curso. La comunidad universitaria va a tener que pegarse una buena carrera en pleno mes de agosto, algo poco recomendable para la salud.
Un esprint bajo un calor tórrido para llegar al reparto de los 80 millones de euros que, con cargo a los fondos Next Generation EU, prometen adjudicarse a proyectos de investigación sobre inteligencia artificial y las llamadas "cátedras chip", con las que se busca potenciar la formación de profesionales universitarios cualificados en microelectrónica y semiconductores.
El objetivo es llegar a 1.000 estudiantes (a poder ser doctores) formados en los próximos años. El Gobierno (también) promete tener listas las convocatorias antes de que acabe junio. Se trata de líneas de subvención en concurrencia competitiva, es decir, que las universidades van a competir por alcanzar esos fondos, siguiendo una serie de reglas, como que los proyectos sean en colaboración de varios socios o que incluyan compromiso y aportación de empresas (25%).
Casi doce meses después de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciara en el Wake Up Spain el PERTE de los microchips, con 11.000 millones de euros, el Comisionado gubernamental, Jaime Martorell, y el secretario general de Universidades, José Pingarrón, han lanzado a los rectores la gran apuesta para la formación de mano de obra que ha estado reclamando desde el principio una industria urgentemente necesitada de trabajadores. Todo un reto en un sector de gran complejidad porque está altamente especializado pero, a la vez, enormemente globalizado tanto en producción como en demanda.
Pese a celebrar el esfuerzo que se plantea en España, el sector tecnológico se ha mostrado escéptico respecto a la aparente obsesión del Gobierno por emplear la mayor parte de los fondos de recuperación en intentar captar una gran inversión multinacional y que se instale en territorio español un centro de producción, las llamadas fabs o foundries. Una apuesta similar a la que culminó con éxito con Volkswagen y su gigafactoría de baterías.
Hace unos días, en una jornada organizada por el Parc Científic de la Universitat de València, se hablaba de enfoques "distorsionados". “Se quiere resolver en dos años, lo que no se ha resuelto en los últimos 30”. Más que urgencia, se necesita “tiempo y paciencia”. Lo advertían representantes del Valencia Silicon Cluster, la alianza de actores en el sector de los semiconductores en la Comunidad Valenciana, un territorio que concentra la mitad del empleo nacional en microelectrónica y hasta un 60% de los puestos de trabajo en fotónica integrada.
Una metáfora ejemplificaría la situación en la que se encuentra España. “Cuando alguien planta un jardín con flores, debe regarlas poco a poco y no a manta, como un campo de naranjos”. Lo aconsejable, más que inundar de ayudas a las empresas, es trabajar inteligentemente. “La mejor ayuda es el mercado, nuestro objetivo final debe ser vender, no captar dinero”, se dijo.
Un informe reciente de Ametic, la gran patronal de la industria digital en España, realizado en colaboración con centros de investigación de excelencia y entidades académicas, ya subrayaba que, al margen de las aparentes urgencias del Gobierno atraer a un "gigante", tenía que plantearse una estrategia por la formación a largo plazo, con cuatro años iniciales (2023-2027) para ejecutar el PERTE y una segunda fase (2027-2034) de consolidación.
Pese a todo, el documento de Ametic planteaba dos escenarios uno con fab en España y el otro sin ella– sobre las necesidades de formación en tecnología de estudiantes en Formación Profesional, grados universitarios, másters y doctorados. Según sus cálculos, la necesidad de personal formado estaría entre las 2.600 personas (en caso de que se instalara una foundry en España) y las 5.400. Un enorme desafío para el sistema universitario español que, en época de sequía y en periodo estival, va a recibir un enorme chaparrón de fondos.
Mientras, una de las noticias en el mercado de las empresas de Nanotecnología ha sido el reciente fichaje del profesor Jeff Dahn como asesor científico de Meta Materials (Meta o MMAT). El profesor Dahn es un investigador y desarrollador pionero de la tecnología de baterías de iones de litio y dirige un gran grupo de investigación en la Universidad de Dalhousie (Nueva Escocia, Canadá) patrocinado por el Natural Sciences and Engineering Research Council canadiense para trabajar exclusivamente para Tesla.
El mercado de materiales para baterías eléctricas está experimentando un crecimiento con gran velocidad. Meta Materials, nacida de la absorción de Torchlight Energy Resources, fue la primera empresa de metamateriales que cotizó en el NASDAQ y recientemente presentó en el International Battery SEminar de Orlando dos materiales altamente competitivos para baterías, el NCORE y el NPORE, elaborados con nanomateriales cerámicos para mitigar las fugas térmicas y las fallas en las baterías, mejorando ostensiblemente la seguridad. Mercado puro y duro. A lo que debería aspirar cualquier sector de la industria española.