Llevamos tiempo hablando de la inteligencia artificial, del fenómeno que supone en muchos campos y profesiones, de las ventajas y riesgos que su uso implica. He de reconocer que yo me hallo entre los que la encuentra fascinante, pienso que nos abre un mundo de posibilidades que hasta hace poco no podíamos imaginar, pero que, sin un uso responsable, puede que incluso regulado en algún aspecto, como con todas las nuevas tecnologías, desarrollará problemas, y cambiará el futuro de una manera que a lo mejor ahora no podemos imaginar. Así que cuando hace unas semanas me pidieron que escribiera sobre “Cómo la digitalización ha cambiado nuestra función de RRHH, los perfiles profesionales o la forma de gestionar el talento”, se me brindó la oportunidad de reflexionar sobre la digitalización y alguna de sus herramientas, como la IA.
Vivimos una época vertiginosa, de cambios continuos, muy marcados por las innovaciones tecnológicas, y quizás esto se ha vivido de manera muy especial en las áreas de Dirección de personas de todas las organizaciones. No creo que la digitalización haya sido el motor de cambio de nuestra función, sino que lo han sido las necesidades de nuestras personas, la adaptación de las empresas a las circunstancias de los miembros que forman parte de estas, la necesidad de empoderar a las personas que participan en los ecosistemas empresariales, la capacidad de que cada experiencia de empleado sea distinta y especial para cada uno. Este ha sido el verdadero cambio, y gracias a la digitalización y a herramientas como la IA seremos capaces de gestionar este nuevo modelo.
La digitalización, y las posibilidades que nos ofrece, nos ha permitido lograr una nueva forma de gestión del talento. Nuestra función se ha visto mejorada en muchos sentidos. Somos capaces de dar respuestas más rápidas ante un mundo que cambia muy rápido, somos capaces de idear mejores soluciones, de apoyarnos en gran cantidad de datos para facilitar la toma de decisión, de usar herramientas que hagan más sencillos los procesos y estos más accesibles a todas las personas que trabajan en las organizaciones, eliminando incluso las fronteras geográficas. La digitalización nos ha abierto un mundo de oportunidades sin precedentes.
Pero como decía al principio, no todo es bueno. La inteligencia artificial, por ejemplo, está entrando en todo el ciclo de vida del empleado. Ya desde el proceso de selección, en el que puedes programar un algoritmo que haga la selección de currículos, hasta su aplicación en el sistema de retribución para la determinación de bonus. Incluso se puede programar para determinar quién debe promocionar en función de su productividad y de las habilidades asociadas a la nueva posición. Los algoritmos se pueden usar para decisiones de producción en función de las cargas de trabajo e incluso determinar quienes deben ser desvinculados de la compañía.
Es verdad es que algunos son casos extremos, pero no alejados de la realidad. De algún modo esto ha deshumanizado nuestra función. Por eso debemos, en parte, volver a los orígenes de nuestra función, a lo que nos vincula con nuestras personas, a las funciones que generan valor de verdad, y no olvidar que siempre detrás de una herramienta de digitalización debe haber una persona que decida hacer buen uso de ella.
Por lo que bien usada, la digitalización no viene a desplazar a nadie. Viene a potenciar el conocimiento de nuestra profesión, ese conocimiento tan valioso, adquirido durante años. Ahora que la digitalización nos aporta gran número de herramientas, que nos permite automatizar muchas tareas y simplificar procesos, dediquémonos a tratar con las personas, a aspectos más humanos y estratégicos, a conectar con sus aspiraciones y sus anhelos, sus propósitos, de forma que podamos conectar más con ellos.
Un ejemplo de ello podría ser el ejercicio de revisión de nuestro propósito, que muchas empresas han emprendido en los últimos tiempos y que ha de estar alineado con el propósito personal de nuestros profesionales. De esta manera, humanizamos a las organizaciones y las acercamos a los miembros que la forman. Debemos tener en cuenta que esto es vital para que las personas que forman parte de cada empresa den lo mejor de sí mismos y mantengan un vínculo con la organización a largo plazo. La digitalización nos ha permitido ganar el tiempo necesario para dedicarnos a este y otros proyectos estratégicos que no pueden realizar herramientas como la IA.
En conclusión, debemos aprovechar todas las oportunidades tecnológicas que se están poniendo a nuestra disposición para brillar como profesionales, y quien mejor las use, conseguirá una ventaja competitiva en la carrera por la captación y retención del talento.
*** David de la Fuente es director de Personas de Sener Aeroespacial y miembro de la AEDRH.