A medida que nos adentramos en la esperada era de la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático, hay tanto miedo como entusiasmo por lo que está por venir. Algo normal, viendo cómo nos hemos comportado ante la llegada de otras disrupciones.
Las especulaciones de esta época se remontan a los antiguos robots de la mitología griega. La integración del ser humano con la tecnología siempre ha estado entrelazada. Esto es, en parte, lo que nos hace únicos frente a otras especies. Creamos y utilizamos herramientas para mejorar nuestras vidas. Desde el fuego hasta la máquina de vapor, pasando por la inteligencia artificial. Sin embargo, la velocidad de desarrollo de la tecnología está cambiando exponencialmente, lo que puede causar impactos sin precedentes.
El libro The Techno-Human Condition, que os recomiendo, destaca las complejidades del "efecto mariposa" cuando se introducen nuevas tecnologías. Los autores ponen el ejemplo de cómo cuando se inventó el tren, su único propósito era llevar a los pasajeros de un punto a otro. El desarrollo del sistema ferroviario presentó un nuevo sistema inesperado, y ahora crucial: el tiempo universal. La hora universal era necesaria para la programación del tren. Los inventores no tenían ni idea de que esto tendría un impacto secundario. Lo mismo ocurre con cualquier nuevo avance tecnológico.
Nunca podemos predecir completamente las influencias adicionales que tendrá la innovación. También es raro que los empresarios se tomen el tiempo de examinar el potencial de los efectos mariposa que puede tener su negocio. La mejor forma de predecir los posibles resultados de los avances tecnológicos es analizar la historia, la lógica, la ciencia y los patrones sociológicos. Y con la inteligencia artificial, como no podría ser de otra manera, también ocurre, ¿lo vemos?
En 1956, un grupo de investigadores organizó un taller en el Dartmouth College, donde propusieron el concepto de ‘inteligencia artificial’ y se plantearon explorar sus posibilidades. A partir de ahí, el campo de la IA siguió evolucionando y los investigadores exploraron distintos enfoques y técnicas para crear máquinas inteligentes. A John McCarthy se le atribuye la acuñación del término "inteligencia artificial" y el desarrollo del concepto del lenguaje de programación LISP, que se utilizó en muchos de los primeros sistemas de IA.
Marvin Minsky y Seymour Papert crearon el primer modelo informático de red neuronal, mientras que Allen Newell y Herbert Simon desarrollaron el primer sistema de IA, el General Problem Solver. Si me permitís el guiño, el Complex Problem Solver por excelencia es mi querido Recuenco.
Algunos de los primeros casos de uso de la IA fueron el reconocimiento del habla y el procesamiento del lenguaje natural. En las décadas de 1960 y 1970, los investigadores desarrollaron programas que podían reconocer y responder al habla humana, allanando el camino para los actuales asistentes digitales como Siri y Alexa. Otras aplicaciones tempranas de la IA incluyen el juego –donde los ordenadores podían jugar a juegos como el ajedrez y las damas a un nivel competitivo– y la robótica –donde se desarrollaron máquinas que podían realizar tareas como el trabajo en cadena de montaje y la soldadura–. Cosas de las que ya hablé por aquí en su día.
Una de las primeras aplicaciones más significativas de la IA fue en el campo de la medicina. En la década de 1970, los investigadores empezaron a desarrollar programas que podían ayudar en el diagnóstico médico, analizando los datos de los pacientes para identificar posibles problemas de salud. Aunque las capacidades de estos primeros sistemas eran limitadas, allanaron el camino para los actuales sistemas médicos de IA, que pueden analizar grandes cantidades de datos para ayudar en el diagnóstico, el tratamiento y el desarrollo de fármacos. Gracias a la IA pudimos desarrollar la vacuna para el covid-19 en un tiempo récord y que, por cierto, no fue hace tanto eh!
En los años 80-90 se produjo una pausa en el desarrollo de la IA. A pesar del entusiasmo inicial, los avances en IA se enfrentaron a importantes retos, lo que dio lugar a un periodo conocido como el invierno de la IA. La financiación de la investigación en este campo disminuyó y se produjo una desilusión general por las limitaciones de esta tecnología.
En la década de 1990-2010 se produjo un resurgimiento de la IA y el aprendizaje automático. Los investigadores empezaron a utilizar métodos estadísticos y grandes conjuntos de datos para entrenar sistemas de IA. Entre los hitos más destacados se encuentran el desarrollo de redes neuronales, máquinas de vectores de soporte y técnicas de aprendizaje profundo.
Durante la última década, se han producido avances significativos gracias al aprendizaje profundo, un subcampo del aprendizaje automático que ha ganado importancia gracias a los avances en potencia computacional y a la disponibilidad de conjuntos de datos a gran escala. Las redes neuronales profundas lograron avances en áreas como el reconocimiento de imágenes, el procesamiento del lenguaje natural y la IA de juegos. Esto despertó un creciente interés entre empresarios e inversores, y muchas empresas invirtieron grandes sumas en la investigación y el despliegue de la IA.
La IA está omnipresente en nuestra vida cotidiana. Impulsa asistentes virtuales, sistemas de recomendación, dispositivos domésticos inteligentes, sanidad, finanzas, transporte y muchas otras industrias. Sin embargo, no ocupaba demasiado espacio mental para la gente corriente. No ha sido hasta este año cuando la IA se ha democratizado y utilizado universalmente a través de aplicaciones como ChatGPT y de edición de imágenes. La IA pasó de estar detrás de las cortinas a ser de dominio público. Todos estamos experimentando el poder de la IA. Se abren las compuertas de cómo podemos aplicar la IA y todos nos ahogamos en posibles usos.
Tanto el entusiasmo como los temores que suscita la IA son muy relevantes. Con cualquier innovación poderosa, los resultados dependen de si es buena o mala la utilización que se haga de la tecnología. Aunque no lo parezca, aún estamos en los primeros días. No seré yo quien diga eso que ya hemos oído por enésima vez que esto es la punta… Y claro, cuando esto ocurre toca hacerse preguntas… Los ChatGPT "and friends’" ¿Cambiarán el mercado laboral? ¿Ayudarán a los emprendedores? ¿Cambiarán la educación? ¿Nos adaptaremos? Pues sí rotundo a todo.
ChatGPT es una herramienta fantástica para la estructura básica y para hacer el trabajo pesado en tareas mundanas, pero todavía no puede crear contenidos sofisticados. Las aplicaciones que generan texto ofrecen una buena estructura para los primeros borradores, pero pierden la profundidad y el compromiso del contenido. Además, hay que comprobar los hechos porque los chatbots a veces ofrecen información errónea. Esto podría cambiar y podría hacerlo rápidamente. A medida que estas aplicaciones se entrenan mediante el uso constante y con una media de 60 millones de visitas activas al día, ChatGPT está ingiriendo una gran cantidad de datos.
Por cierto, sed listos, y tened cuidado al introducir información en las aplicaciones de inteligencia artificial. Una vez que la información se carga en estos sistemas, se incorpora a sus sistemas de modelado de datos y puede acceder y utilizar sus conocimientos patentados. Están empezando a salir con disposiciones en las que puedes indicar que no quieres que tu información se utilice para entrenar el sistema de IA, pero la apuesta más segura es excluir tu Propiedad Intelectual de ser utilizada. También hay que tener en cuenta que en algunos estados y países es ilegal cargar información de clientes en sistemas de IA sin un acuerdo firmado para ello.
ChatGPT está a punto de reventar las instituciones educativas y no, no están preparadas. Es lenta adaptándose y está llena burocracia… y cierto acomodamiento. Sin embargo, las tecnologías emergentes la cambiarán para siempre. La innovación es más necesaria que nunca para preparar a esta generación para una nueva ola, y para los cambios del mercado laboral. Reflexionad sobre ello durante el verano y actuad en la ‘vuelta al cole’.
Es inevitable que la IA se integre en nuestras vidas. Aunque tiene el potencial de revolucionar todos los sectores y mejorar la vida de las personas, abordar los retos, las limitaciones y las preocupaciones éticas asociadas a ella es crucial para garantizar su desarrollo e implementación responsables. Si identificamos estos problemas y trabajamos para encontrar soluciones, podremos aprovechar el poder de la IA para crear un futuro mejor para todos.
Feliz verano. Id por la sombra.