Con el objetivo de seguir construyendo la llamada economía móvil, los operadores de telecomunicaciones han apostado, desde hace años, por desarrollar la infraestructura de red y por crear servicios que enriquezcan el uso de esa red.
El despliegue de ese tejido móvil es un proyecto de gran envergadura que busca fijar la senda de conectividad a la que todos los usuarios vamos a acceder para trabajar, disfrutar y vivir. Se trata de avance tecnológico que va a ayudar al incremento en el número de usuarios conectados a nivel global, con velocidades mucho más rápidas que sus antecesoras, además de ofrecer una mayor capacidad y seguridad en la conectividad.
Empezamos a hablar de 5G en 2019 pero es ahora cuando la curva de adopción alcanza el pico y se empieza a rentabilizar la inversión. Nadie puede poner en duda el potencial del mercado que traerá la nueva generación de red. Nuestros analistas hablan de un valor en España superior a los 5.000 millones de euros en 2023, con un crecimiento sostenido de dos dígitos en facturación y conexiones activas. El valor del mercado 5G es el resultado del pago por el uso de la red, es decir, las tarifas de conectividad que ya proponen las telcos, y de los servicios creados sobre esa red.
Y aquí está la clave, porque pagamos por tener mejor acceso al mundo online y descubrimos así usos y funcionalidades que son verdaderamente diferenciales. Y es que, para dar soporte a la inmensa actividad digital de nuestro país, necesitamos las nuevas infraestructuras de red, así como dispositivos que soporten esa potente conectividad.
La quinta generación de red móvil es una habilitadora clave de otras tecnologías emergentes como el Internet de las cosas, la Inteligencia Artificial o la realidad extendida. Una red capaz de conectar dispositivos y sensores para recopilar y compartir datos, lo que permite una mayor automatización y eficiencia de sectores como la industria, la salud, el entretenimiento y el deporte. Estos beneficios suponen una gran oportunidad de negocio para las empresas de telecomunicaciones y el sinfín de agentes del mercado que contribuimos al desarrollo de esa economía móvil.
El optimismo no es injustificado, detrás de la 5G viene la 6G, que no puedo imaginarme como último eslabón. Porque, si bien la red evoluciona, lo hace a la par que vamos integrando a nuevas generaciones de usuarios que están muy lejos de renunciar a la vida hiperconectada.
Hay que tener en cuenta que los Z y los siguientes, como los alfa, no conocen otra vida que esa. Ellos serán los principales protagonistas del crecimiento exponencial del tráfico de datos porque son tan creadores como consumidores de contenidos y servicios digitales. Para ellos la conectividad es algo básico en su vida, por lo que no es que estén dispuestos a pagar, es que es por lo que pagan hoy y lo harán también mañana. Serán garantes del crecimiento de la economía móvil que, impulsada por las nuevas generaciones de red, tiene mucho camino por recorrer.
***Roberto Monge es Chief Operations Officer de Telecoming.