Desde que el ser humano descubrió el fuego no ha parado de inventar y crear. Sin duda, el fuego, la máquina de vapor, los combustibles o la electricidad son algunos de los ejemplos que han proporcionado grandes avances en el desarrollo de la humanidad.
Hoy nos enfrentamos a otro que va a impactar en todos los sectores productivos, en la sociedad y en el futuro del planeta: el desarrollo de la inteligencia artificial.
Aunque ahora todos hablamos de la inteligencia artificial y parece que es algo relativamente nuevo, no es así. Alan Turing, uno de los padres de la IA, ya empezó a hablar de ella en la década de los 50, pero en aquellos tiempos no existía la capacidad de procesamiento, almacenamiento y comunicación de datos que tenemos actualmente. Una capacidad que además crece de forma exponencial.
Es fundamental que todos, expertos y no expertos, entendamos bien qué es la inteligencia artificial, como nos puede ayudar e impactar en nuestro presente y futuro. Porque en breve será como la electricidad, todos la utilizaremos y estará en todo lo que hagamos.
Esta disrupción tecnológica genera muchos debates sobre temas tan fundamentales para el bienestar y la justicia social como es su impacto en el trabajo, la inclusión y por supuesto el uso ético de esta potente herramienta. Temas que tendremos que debatir profundamente, de forma abierta y constructiva, para encontrar la mejor solución posible.
Pero tenemos que ver la inteligencia artificial como una herramienta que nos ayudará a crecer, personal y profesionalmente, a aprender más y mejor y a mejorar nuestro día a día, y no como una amenaza que tenemos que frenar. El desarrollo no se puede frenar.
Si vemos la IA como oportunidad, nos daremos cuenta de que son muchas. Empezando por el sector digital, donde la IA es uno de los motores de la evolución de la velocidad de procesamiento, la capacidad de almacenamiento, la conectividad, la computación en la nube, y el necesario desarrollo de microelectrónica avanzada, nuevos dispositivos y programas informáticos. Pero esto es sólo la punta del iceberg, la auténtica oportunidad está en la aplicación de la IA en sectores como la Salud, la Educación, la Energía, la Movilidad Sostenible, la cadena Agroalimentaria, el Turismo, el Deporte, el Comercio, las Administraciones públicas y en un largo etcétera que cubre todos los sectores.
Es el momento de que todos los sectores empiecen a invertir en la formación y en el desarrollo de aplicaciones de IA para garantizar, su competitividad y su futuro. Al mismo tiempo que debatimos, entre todos, como afrontar los retos de su impacto en la sociedad, especialmente en el área laboral, y garantizamos un desarrollo ético y la confiable de la IA.