La historia de la humanidad está llena de ejemplos de cómo detalles aparentemente insignificantes pueden tener un impacto trascendental. Seguro que en este momento podríamos recordar algunos ejemplos similares a los siguientes. Son dos muestras recientes donde se puede comprobar cómo la atención por los detalles puede marcar la diferencia.
Viajamos a los laboratorios de 3M en los años 60. Allí nos encontramos a uno de sus investigadores, Spencer Silver, haciendo pruebas para conseguir un pegamento extrafuerte. Pero accidentalmente lo que descubre es un pegamento suave al que durante un tiempo no consigue encontrar aplicación.
Hasta que un día su compañero Arthur Fry, harto de que se le cayeran los marcapáginas del himnario que usaba en la iglesia, recuerda este pegamento de Silver y lo aplica sobre papel, creando el primer Post-it de la historia. El error de Silver podría haber caído en el olvido, pero este detalle aparentemente trivial y un enfoque creativo dieron lugar a una solución sorprendente que ha formado parte de nuestras vidas desde su invención.
Ahora nos situamos en otro laboratorio a finales del siglo XX. En él, científicos observan que algunas bacterias comunes eran capaces de defenderse contra los virus utilizando un sistema de edición genética.
Sin embargo, este hecho se mantuvo durante años como un misterio hasta que se avanzó en la secuenciación de ADN. A principios del siglo XXI, siguiendo con estas investigaciones, se identificó una proteína llamada Cas9 que desempeñaba un papel crucial en este sistema, aunque su función completa tampoco estaba clara.
En 2012, las científicas Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier lograron reprogramar el CRISPR-Cas9 para que pudiera cortar y pegar cualquier secuencia de ADN que quisieran con una precisión y una eficiencia asombrosas.
Su descubrimiento ha abierto la puerta a nuevas posibilidades en la medicina y la biotecnología tales como curar enfermedades genéticas, crear nuevos tratamientos o mejorar cultivos. El CRISPR-Cas9 es un ejemplo de cómo un pequeño detalle puede cambiar el mundo.
Desde el adhesivo poco adherente que cambió la forma en que tomamos notas, hasta el sistema de defensa de una bacteria que revolucionó la edición genética, vemos cómo la importancia de prestar atención a los detalles no puede ser subestimada. Y en el desarrollo de software, tampoco.
Cada línea de código, cada funcionalidad y cada interacción con el usuario pueden marcar la diferencia entre un software de éxito y uno que no cumple con las expectativas. Supondrá tener o no la capacidad de ofrecer una experiencia óptima y de confianza para los usuarios. Y no conseguirlo puede tener importantes consecuencias económicas y de seguridad.
La baja calidad del software puede llevar a problemas y desafíos que van más allá de las simples molestias. Desde pérdidas económicas por un error en una aplicación financiera, a comprometer la privacidad de los usuarios en una aplicación de mensajería, incluso poner en peligro la seguridad de las personas en el software de un automóvil.
Y no podemos olvidar los efectos negativos en la reputación de una empresa. Los usuarios no olvidan fácilmente las experiencias negativas lo que puede llevar a una pérdida de confianza en la marca.
Además, no podemos olvidar que, en el lado opuesto, la calidad del software bien gestionada puede generar fantásticos resultados. Un software bien diseñado y probado puede mejorar la productividad de una empresa, aumentar la satisfacción del cliente y ofrecer una ventaja competitiva única en el mercado.
Por eso debemos estar atentos a las oportunidades y desafíos que se presentan en el mercado y en la sociedad y buscar constantemente nuevas formas de mejorar el producto software y garantizar su calidad.
¿Y cómo podemos conseguirlo? Las pruebas en todas las etapas del desarrollo de software, el enfoque centrado en el usuario, la colaboración efectiva entre todos los actores involucrados y la búsqueda de la mejora continua, son claves para conseguirlo.
No lo debemos olvidar, así como los pequeños detalles cambiaron el mundo en el pasado, el enfoque en la calidad y en los detalles en el desarrollo de software puede marcar la diferencia en el futuro.
***Julián Gómez Bejarano es Chief Digital Officer de LedaMC.