Como ya soy una trabajadora sénior de más de 50 años, llevo ya mucho tiempo viendo cómo la innovación tecnológica empezó a cambiar el mundo de los recursos humanos.
Podríamos decir que todo empezó de la mano de la Administración de Personal y la Nómina, y hay que afirmar que, en este caso, la tecnología ha sido clave para que los departamentos de personal se adaptasen a los requisitos cada vez más exigentes impuestos por la administración pública. Los programas de Nóminas se fueron sofisticando cada vez más y creo que en este apartado la innovación y la tecnología han estado perfectamente a la altura.
Luego, la tecnología empezó a aplicarse en los departamentos de selección, desarrollo y talento. Muchas entrevistas empezaron a ser sustituidas por test psicoprofesionales, corregidos e interpretados por máquinas, que evaluaban las competencias de los candidatos, sus fortalezas y debilidades y su idoneidad para los puestos.
Aquí empecé a tener discrepancias con los resultados que los innovadores procesos tecnológicos alcanzaban. Recuerdo un caso, en el que recurrí a ellos para ver cuál de las dos colaboradoras que tenía en el departamento era más idónea para un ascenso.
Cuando me llegaron los resultados, mostraron un perfil exactamente idéntico en ambas. Al principio pensé que era un error, y me habían mandado dos veces el resultado de una misma candidata. Cuando hablé con la consultora me dijo que no y me corroboraron que las dos empleadas tenían exactamente el mismo perfil.
Cuando traté de explicarle que estas dos chicas se parecían lo mismo que un ganso a una bicicleta, trataron de convencerme de mi equivocación, ya que la tecnología estaba perfectamente testada y a diferencia de las personas, no se equivocaba. Posiblemente era verdad, la máquina no se equivocaba, pero los expertos que diseñaron estos tests, a lo mejor no tuvieron en cuenta algunos aspectos del individuo que deberían recoger.
Hace siete años me tuve que enfrentar a un reclutamiento masivo de empleados y estaba sola. Afortunadamente contraté una herramienta que incluía video entrevistas para los candidatos, y que a través de la inteligencia artificial y de preguntas claves realizaba una preselección bastante buena.
Una vez superada esta fase, los candidatos eran evaluados por una serie de mánagers y si conseguían tres likes pasaban a la entrevista final. Esta herramienta fue clave para nosotros.
Sin ella no podríamos haber atendido a la selección tan masiva con la que nos enfrentábamos. Poco a poco fuimos sofisticando las preguntas claves y mejorando los resultados. Seleccionamos a empleados maravillosos, pero no pudimos evitar que entrasen algunos otros vagos, amigos de lo ajeno, adictos, acosadores e incluso algún psicópata.
La herramienta funcionaba perfectamente. La tecnología hace siete años era puntera e innovadora, sin embargo, no impedía que "los malos" se colasen en la organización. Por supuesto tampoco lo impiden las entrevistas de selección o de desarrollo, por muy bueno que sea el entrevistador.
Todo esto me hizo reflexionar mucho sobre qué es lo que le pedimos a la tecnología, en un mundo donde, a pesar de la 'Ley de Protección de Datos', parece que se sabe todo sobre nosotros, nuestros gustos y aficiones, lo que compramos, con quién nos relacionamos, etc. Porque no es posible que la tecnología nos pueda proteger de los individuos que están en el lado oscuro.
Hace ya unos años que la gamificación ha entrado en el mundo de los recursos humanos, pero mi experiencia es que tampoco obtiene los resultados buscados, y muchas veces pienso que no es por la tecnología, o por quien la diseña, sino porque no interesa.
Últimamente me han presentado el metaverso como una fantástica herramienta para mejorar los recursos humanos y he pensado que sería fantástico para la Formación o para la prevención de riesgos laborales, pero siempre lo señalan como un sitio en el que hay que estar, porque ya están las principales marcas del mundo.
Al final lo están convirtiendo en un instrumento más de marketing. La tecnología es innovadora y buena, pero el fin al que se lleva a lo mejor no está tan cerca de los recursos humanos como nos quieren hacer creer.
Los móviles, internet, Instagram, Tik Tok son herramientas maravillosas que desgraciadamente están provocando adiciones, frustraciones e inclusos importantes depresiones, sobre todo en los más jóvenes. Influencers con las ideas más peregrinas que existen, tienen millones de seguidores, adeptos y fanáticos que morirían por ellos, mientras la mayoría no saben quién fue Gandhi o la Madre Teresa de Calcuta.
Ojalá algún día la tecnología y la innovación pueda ayudarnos, no solo a los que trabajamos en los departamentos de personas, sino a la humanidad en general, a conseguir un mundo más solidario, más ético y más justo.
*** Juana Villanueva es directora de recursos humanos, asesora laboral, escritora y miembro de la AEDRH