En las últimas décadas, la tecnología se ha instalado en los negocios, en nuestros trabajos y en nuestras vidas. A veces de una forma silenciosa, casi transparente, haciendo nuestra vida más fácil, como los sistemas automáticos de aspiración en nuestros hogares o los asistentes de salida de carril en nuestros vehículos.

En otros casos, de forma más ruidosa, como los chatbots que nos asisten en los servicios de atención al cliente o los complejos procesos automáticos de resolución de averías. La llamada transformación digital ha mutado profundamente el mercado laboral: han aparecido nuevas profesiones para responder a las necesidades de talento que tenían las empresas al adoptar nuevas tecnologías o cambiar los modelos de negocio.

Aunque la IA ya había salido de los laboratorios y llegado a nuestros negocios y hogares desde los años 90, ha sido ahora con la IA Generativa cuando todos hablamos de nuevo de ella por su velocidad de adopción y su capacidad de transformación de las profesiones.

En 1999, con el lanzamiento de Netflix, se tardó algo más de tres años en alcanzar el millón de usuarios únicos. En 2008, Spotify necesitó sólo ocho meses para alcanzar esta misma cifra. En 2022 sólo se tardó cinco días para que ChatGPT alcanzara el millón de usuarios únicos. El volumen de datos disponibles que genera nuestra huella digital, el abaratamiento del almacenamiento, la ley de Moore y el aumento de la capacidad de procesamiento en dispositivos móviles, así como la conectividad 24x7, han hecho posible este hito. Y la IA Generativa ha venido a automatizar los procesos y a aumentar nuestra productividad en cualquier industria y sector.

Hace sólo cinco años, Randstad ya pronosticaba que el 85% de los trabajos que tendríamos en 2030 no se habían inventado entonces. Ahora, con una IA en pleno auge de adopción, el mercado laboral afronta una transformación estructural. De hecho, el World Economic Forum prevé una rotación en el mercado laboral del 23% de los puestos de trabajo para 2027, según recogía el año pasado en su informe sobre el futuro del empleo.

Esta ‘migración’ de perfiles de unas profesiones a otras, sin duda, traerá consigo la aparición de nuevos empleos, y también la desaparición de muchos otros, lo que ha provocado que muchas voces se animen a analizar los peligros que el uso de tecnologías como la IA pueden suponer para la empleabilidad. Sin embargo, este debate y adaptación ha tenido lugar con la irrupción de cada tecnología transformadora.

La innovación siempre ha dado respuesta a nuevas necesidades y modelos de negocio, a contextos sociales y económicos diferentes, y a nuevos retos globales que han ido surgiendo. Entre las profesiones que hemos dejado atrás están los operadores de centralitas telefónicas o los perforadores de tarjetas para ordenadores, todas en su momento profesiones cualificadas e imprescindibles.

Ahora vemos cómo otras profesiones se están transformando, como el diagnóstico clínico o la traducción de idiomas, y surgen otras muy demandadas como especialistas en ciberseguridad o en procesamiento de lenguaje natural.

La tecnología es siempre un motor de transformación del mercado laboral que seguirá demandando la actualización de las competencias. Como sociedad tenemos la obligación de entender el cambio de contexto para dar respuesta a los retos éticos, garantizar el bienestar social y generar un impacto positivo. La IA abre un sinfín de oportunidades para el crecimiento económico y el desarrollo social, y, como toda tecnología transformadora, plantea también grandes retos.

Sin duda, debemos crear una regulación robusta que apoye un desarrollo equitativo, enfocado en los usos que hacemos de ella, y dando acceso a todos, sin dejarse a nadie atrás. Pero más allá de la regulación, como generadores de conocimiento y desarrolladores de talento, las universidades debemos comprometernos con la formación de profesionales que entiendan la tecnología y su propósito.



Debemos observar de manera constante el gap entre el profesional en ejercicio y el estudiante que pronto se incorporará al mercado laboral. Porque en el caso de la IA Generativa, el grado de adopción del futuro profesional ya ha superado al del profesional con experiencia. En este sentido, el primer "Observatorio del Impacto de la Tecnología en las Profesiones" que hemos elaborado en la Universidad Alfonso X el Sabio, enfocado en el uso de IA Generativa, revela que tres de cada cuatro estudiantes universitarios menores de 25 años utilizan la IA Generativa. Además, la ratio de uso de esta tecnología por parte del alumnado duplica al de los profesionales que han participado en el estudio.

Estos datos nos obligan a trabajar desde la universidad para formar a nuestros estudiantes en su uso responsable y ético. Por ello, desde UAX estamos promoviendo la integración de la IA en todas nuestras titulaciones, para que desde los primeros cursos aprendan a aplicar la tecnología con propósito y para generar un impacto social positivo. Para esto, fomentar habilidades como pensamiento crítico, la resolución de problemas y el aprendizaje continuo es crucial.



Si algo nos queda claro, es que los estudiantes de hoy no van a dejar de aprender en toda su vida, porque el mercado laboral no dejará de evolucionar en el futuro. Como decía Alvin Toffler, uno de los pensadores estadounidenses más destacados en el análisis del impacto de la tecnología en la sociedad durante la segunda mitad del siglo XX, el analfabeto del siglo XXI no es el que no sabe leer ni escribir, sino quien no sabe aprender, desaprender y reaprender.

 *** Isabel Fernández es doctora en IA y rectora de la Universidad Alfonso X el Sabio.