El potencial de los sistemas, plataformas y aeronaves no tripuladas o tripuladas remotamente, conocidos como UAS (Unmanned aerial Systems), es incuestionable. Se trata de un sector que ha ganado mucha fuerza en las últimas décadas.
Es importante precisar que cuando se habla de UAS, nos referimos a algo que va mucho más allá de los drones convencionales.
Los UAS estarán cada día más integrados en nuestras vidas, con aplicaciones en sectores como la observación de la tierra, la seguridad, las emergencias, la biodiversidad, el transporte, la defensa, el vehículo autónomo o las telecomunicaciones.
Sin embargo, esto es sólo la punta de un profundo iceberg. La Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Aeronáutica y Espacio (Tedae) estima que, para el año 2050, el impacto de la industria del sector de los sistemas de aeronaves no tripulados puede suponer entre 25.000 y 45.000 millones de euros para Europa. A su vez, se espera que esta misma industria genere entre 250.000 y 400.000 puestos de trabajo, de acuerdo con Tedae.
Los UAS pueden ser de tipo pseudosatelital (vuelan en la estratosfera y se denomianan HAPS, High Altitude Pseudosatellites) o de vuelo atmosféricos, que se denominan HALE o MALE (High or Medium Altitude and Long Endurace), y en ambos casos tienen una gran autonomía de vuelo, pudiendo permanecer en el aire días, semanas e incluso meses, cubriendo grandes áreas de terreno o mar. Existen incluso drones submarinos (USV), que serán claves en la investigación de nuestros océanos.
En concreto, los HAPS son aeronaves diseñadas para operar en la estratosfera, generalmente a altitudes de 17 a 22 kilómetros sobre la Tierra. Estas plataformas, que pueden ser de ala fija, similares a aviones o menos pesadas que el aire (dirigibles rellenos de helio) o incluso globos, están diseñadas para vuelos de muy larga duración, contados en meses e incluso en años y con una capacidad de carga para sensores muy relevante (de hasta 300 kg). Estas características les otorgan un potencial enorme, superando incluso algunas de las capacidades de los satélites.
Los HAPS pueden proporcionar servicios complementarios y, en algunos casos, similares a los satélites, a menor coste, con una mayor flexibilidad y con un impacto ambiental menor.
Al estar situados en la estratosfera, los HAPS pueden proporcionar imágenes de alta resolución de la Tierra, con una persistencia mayor que los satélites. Además, estas plataformas se alimentan con energía solar, lo que las hacen más sostenibles y menos contaminantes ya que maniobran con motores eléctricos.
Los HALEs o Males que vuelan en la atmósfera entre 6.000 y 12.000 metros de altitud, con autonomías de más de 24 horas, son complementarias a los HAPS permitiendo detecciones e identificaciones aún más precisas.
Respecto a los usos que en general pueden tener los UAS, las posibilidades son enormes:
- En el área de observación de la Tierra: se podrán monitorizar parques naturales y espacios protegidos; o facilitarán el despliegue del vehículo autónomo;
- En el área de las emergencias: ayudarán a la prevención, alerta temprana y extinción de incendios o a la prevención y gestión de situaciones críticas (accidentes marinos, volcanes, inundaciones, etc.);
- En el área de la Defensa: facilitarán las comunicaciones de despliegues y los procesos de vigilancia del reconocimiento;
- En el área de la seguridad: serán una herramienta eficaz en la lucha contra el narcotráfico o en la vigilancia de infraestructuras críticas;
- En el área de las telecomunicaciones: permitirán el acceso a internet de alta velocidad de zonas aisladas o en los océanos, de forma rápida y a bajo coste.
Las bondades de los sistemas de aeronaves no tripulados UAS son innumerables. Si bien es cierto que es una industria en desarrollo, con desafíos tecnológicos y regulatorios, tiene un gran potencial en España y especialmente en Canarias, por sus excepcionales condiciones geográficas, meteorológicas y fiscales, que se deben de aprovechar.
Estamos ante un sector de alto valor añadido, generador de empleo, basado en la investigación, el desarrollo y la innovación, que representa una inmejorable oportunidad para que España, y sobre todo, Canarias, se ponga a la vanguardia de una industria, que, nunca mejor dicho, ya está despegando. El archipiélago sin duda se beneficiará de un sector tan pujante como el aeronáutico, con capacidad para implantar una nueva industria en la región y diversificar la economía de las islas, tan dependiente del sector servicios.
Por tanto, es el momento de aprovechar el potencial de los UAS para desarrollar soluciones innovadoras que permitan mejorar la vida de los ciudadanos y la competitividad de las empresas europeas.
*** Eduardo Pereira es gerente del Parque Tecnológico de Fuerteventura SA MP.