Hace un año y medio que nos embarcamos, junto con el resto de países miembros de la UE, en un viaje hacia una transformación digital integral, hacia una era de innovación y progreso llena de oportunidades, pero también desafíos. El mapa que nos guía en este camino es la Década Digital 2030, una estrategia cuyo origen se remonta a 2011, con la publicación de la Comunicación sobre la Brújula Digital. Desde entonces se comenzó a trabajar en propuestas y programas que marcasen y allanasen el camino de esta nueva revolución.

Esta estrategia nos conduce a la digitalización, con objetivos y metas específicas en cuestiones de competencias, infraestructuras y transformación de las empresas y de los servicios públicos. Los esfuerzos van encaminados, por ejemplo, a que ocho de cada diez personas tengan habilidades digitales al menos básicas en los próximos seis años. También debemos apuntar, entre otros aspectos, a conseguir que haya 20 millones de especialistas TIC trabajando, aumentar el número de titulados y fomentar el acceso de las mujeres a este ámbito. 

Además, ponemos el foco en el desarrollo y refuerzo de las infraestructuras digitales. La UE aspira a que los semiconductores de vanguardia que lleven su sello supongan el 20% de la producción mundial y que las redes inalámbricas de próxima generación lleguen a cada rincón poblado del grupo en seis años. La Unión busca posicionarse al frente de la computación cuántica y, el año pasado, España, uno de los seis países que albergará la primera red europea de este tipo, dio un paso en esta dirección con el anuncio de la integración de dos ordenadores cuánticos en el supercomputador Mare Nostrum 5.

La digitalización del tejido empresarial es otro de los puntos fuertes de esta estrategia europea, que marca como objetivo que el 75% de las compañías hayan incorporado servicios de computación en la nube, análisis de macrodatos o inteligencia artificial en 2030. Además, aspira a que nueve de cada diez pymes tengan un nivel básico de intensidad digital y a facilitar un ecosistema rico en empresas innovadoras con el doble de unicornios (compañías emergentes cuyas valoraciones han alcanzado los 1.000 millones de dólares).

Tampoco nos olvidamos de las Administraciones públicas y su papel fundamental en el servicio a la ciudadanía y su desarrollo. En este sentido, entre otros aspectos, se persigue que el 100% de los servicios públicos esenciales se presten en línea al final de la década. También que la población pueda acceder para entonces a sus historiales médicos electrónicos y a un medio de identificación electrónica segura y reconocida en todos los Estados miembros.

La Década Digital establece los cimientos del futuro digital más próximo de los Veintisiete y España, como parte integral del grupo, está comprometida con las metas que fija. Desde su puesta en marcha, hemos avanzado significativamente en los cuatro ejes. Nuestro país, por ejemplo, está a la vanguardia del despliegue de fibra en la UE y más de nueve de cada diez personas se conecta a redes fijas de muy altas capacidades. Además, las compañías españolas han encontrado un aliado en el programa Kit Digital, una de las iniciativas a través de las que se canalizan los esfuerzos para la digitalización de las empresas.

Esta nueva era trae consigo innumerables oportunidades, pero no está exenta de desafíos. A pesar de los avances, nos quedan grietas por cerrar: persiste una brecha digital que afecta principalmente a las personas que viven en zonas rurales y a grupos vulnerables. Y hay pymes que aún se encuentran con dificultades a la hora de adoptar tecnologías emergentes llamadas a jugar un papel fundamental en el futuro, como la inteligencia artificial. Además, a pesar de todos los esfuerzos, la brecha digital en cuestión de género entre especialistas TIC sigue siendo una realidad preocupante que se mantiene desde hace ya años y sobre la que se debe seguir trabajando.

Para asegurar que los objetivos de la Década Digital de la Unión Europea se cumplan, la Comisión hace un seguimiento de todos los estados miembros. Durante este año, esperamos el segundo informe anual que evalúa el avance de los países e identifica buenas prácticas y las áreas que requieren mayor esfuerzo, además de proponer acciones para mejorar. Este proceso continuo es clave para adaptarnos a las rápidas transformaciones tecnológicas y garantizar que toda la ciudadanía europea se beneficie de un futuro digital más inclusivo y avanzado.

La digitalización no debe dejar a nadie atrás. Europa aspira a capacitar a las empresas y a las personas para un futuro digital sostenible, más próspero y centrado en el ser humano, y la participación de España muestra su convicción e implicación en este proceso. El esfuerzo y la colaboración público-privada serán esenciales para avanzar cada vez más hacia ese horizonte digital al que conducen los objetivos de la Comisión, y el apoyo de la UE será crucial. El final de este camino marcará un antes y un después en cómo España y Europa se posicionan en el nuevo mapa del mundo digital.

***Rosa Díaz Moles, directora del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad de Red.es.