La formación de las nuevas generaciones de estudiantes requiere la incorporación adecuada de las tecnologías para posibilitar el desarrollo de su competencia digital. La competencia digital está reconocida como un aspecto imprescindible de la ciudadanía por la UNESCO, la Unión Europea y la Carta de Derechos Digitales española.
Y esta competencia es transversal al curriculum del alumnado que los acompañará durante su formación de dieciséis años, lo que posibilita que acaben su educación obligatoria con las herramientas tanto técnicas como emocionales para desarrollarse de forma activa, crítica y responsable en el entorno digital.
La integración educativa de las tecnologías implica utilizarlas como un medio para potenciar el aprendizaje y promover las habilidades digitales que van a ser relevantes en el siglo XXI.
Por tanto, los centros escolares tienen el deber de educar en el uso responsable y crítico de la tecnología. No se trata solo de un uso consumista de los medios digitales, sino de una visión creativa e innovadora.
Además, sabemos que para muchos estudiantes la escuela representa el único entorno que promoverá el uso educativo de la tecnología. Como docentes, tenemos el compromiso de formar a los estudiantes para que la utilicen de forma consciente y responsable, adquiriendo no solo las competencias digitales básicas, sino para que también desarrollen un pensamiento computacional que pueda aplicarse a campos como la inteligencia artificial o la robótica.
¿Dónde estamos en eso de la digitalización?
Aunque la pandemia supuso un antes y un después en cuanto al uso, más que obligado por necesidad imperiosa, de plataformas digitales para la actividad docente, y, prácticamente todos los centros escolares independientemente de su titularidad adquirieron diferentes programas y herramientas, el proceso de digitalización aún no está resuelto.
Como hemos hablado en más de una ocasión, la innovación tecnológica no es pasar de libros a tabletas o Chromebook (la digitalización de los libros de papel que han venido realizando las editoriales hasta ahora), las pizarras digitales o plataformas virtuales para realizar videollamadas.
Este modelo ya no es válido y ahora lo que se demandan son herramientas, plataformas y aplicaciones que sean complementarias a las analógicas y que garanticen un mayor aprendizaje del alumnado, fomento de la motivación hacia los contenidos o la posibilidad de personalizar estos según las necesidades de cada alumno.
Aunque ya durante el curso 2018-2019, el 96,8% de las aulas españolas contaba con conexión a internet y que el porcentaje de aulas habituales de clase que contaban con sistemas digitales interactivos, SDI, (entre los que se incluyen las pizarras digitales interactivas, mesas multi-touch, paneles interactivos, TV interactivas, etc.) era del 60,1% de los centros (58,2% en los centros públicos y 65,2% en los centros privados), los resultados son tan buenos como se esperaría…
Según el Informe 'La capacidad digital de los centros educativos en España', realizado en 2021 por la Comisión Europea (JRC), el Ministerio de Educación y Formación Profesional y a las CCAA, con una muestra en 492 centros españoles de Primaria y Secundaria públicos y privados, se desprendía que en un 32% de los casos había una mala conexión a internet, falta de financiación en un 43% e insuficiente equipo digital en un 48% de los centros.
Además, en un 28% de los casos había falta de apoyo técnico y el 56% del profesorado hablaba de la falta de tiempo para formarse, lo que llevaba a que solo un 41% hubiera adquirido la competencia digital docente (un 46,8% del profesorado, 262.116 profesores y profesoras de todo el país, en 2023). Además, respecto al alumnado, este reconocía que utilizaba con más frecuencia la tecnología en casa para realizar tareas escolares, y más de un 80% declaraba utilizarla más de una hora al día en actividades de ocio.
¿Y qué ha pensado hasta ahora la comunidad educativa respecto al uso de las tecnologías digitales en el aula?
Según el 'Estudio sobre el uso de la tecnología en la educación', realizado por Ipsos y Telefónica (2021), prácticamente por unanimidad, tanto los equipos directivos (93%), como los docentes (83%) y las familias (79%), creen que el uso de la tecnología digital hace las clases más motivadoras, forma a los alumnos en el uso responsable y contribuye a formarlos para desenvolverse en el mundo actual.
Sin embargo, no son tan optimistas al valorar el grado de equipamiento digital de las aulas, no superando los 7 puntos sobre 10 (6 en el caso de los docentes).
Tanto equipos directivos, como docentes, como familias piden más formación para que los alumnos/as, profesores y padres aprendan en competencias digitales, pero también opinan que se necesitan más dispositivos individuales (aparte de dispositivos de aula como pizarras electrónicas, proyectores, pc, cámaras, etc.), y herramientas para elaborar materiales educativos.
Cómo, cuándo y por qué
Lo que no cabe duda es que no todo vale respecto al uso de la tecnología (ni en casa ni en el aula) y antes de implementar cualquier plataforma, dispositivo digital o aplicación, debemos tener claro cuándo, cómo y por qué. Pensar y decidir en consenso cuándo es mejor para el alumnado trabajar en un libro o ficha de escritura o hacerlo de forma interactiva con dispositivos digitales. Identificar qué beneficios pedagógicos aporta cada actividad y el soporte en el que se desarrolla.
Lo que también es incuestionable es que leer es imprescindible, especialmente en las primeras etapas escolares. Porque si no se lee, no se aprende a escribir ni a redactar. Si no se lee, no se adquiere comprensión lectora. Si no se lee, no se aprende a reflexionar y se adquiere un pensamiento crítico. Si no se lee, no se aprende.
Por tanto, a lo mejor lo que debemos hacer es cuestionarnos el modelo pedagógico que está implementado en los centros educativos más que si se debe prescindir de la tecnología digital en las aulas.
Cabe recordar que, según la Ley de Educación, los niños y adolescentes, tanto al acabar la etapa de Primaria como la Educación Básica, deben alcanzar conocimientos como los de realizar búsquedas guiadas en internet y seleccionar la información que les sea de interés, conocer los riesgos de los dispositivos digitales y hábitos para protegerse de ellos, elaborar contenidos digitales a través del uso de diferentes herramientas y en diversos formatos (imagen, texto, audio, etc.), desarrollar aplicaciones informáticas sencillas y soluciones tecnológicas creativas y sostenibles, etc.
¿Se puede lograr esto sin utilizar dispositivos digitales? ¿Tan solo con lápiz y papel? Lo dudo. Por todo ello, ¿debemos desdigitalizar las aulas como se exigía a la Xunta de Galicia hace pocos meses? No, lo que debemos hacer es digitalizarlas con sentidiño.