Al igual que otras grandes revoluciones científicas y tecnológicas que ya hemos vivido en el pasado, la expansión generalizada de la inteligencia artificial traerá consigo una profunda transformación en nuestra sociedad. La integración cada vez más amplia de esta tecnología en el panorama empresarial, pero también en la vida cotidiana, está ya suponiendo cambios importantes. Y como es natural en cualquier transformación, está suscitando tantas expectativas como preocupaciones.

El debate sobre la inteligencia artificial surge principalmente por dos razones fundamentales. En primer lugar, debido a su demostrada eficacia para potenciar la eficiencia en una amplia gama de procesos. Por otro lado, su naturaleza transversal la hace capaz de incidir en diversos ámbitos, desde el periodismo hasta el desarrollo de software, la atención médica y un extenso abanico que abarca prácticamente todas las industrias. Esto implica que muchas profesiones se verán inevitablemente afectadas por su llegada.

Por este motivo, hay quien señala la pérdida de empleos debido a la proliferación de la inteligencia artificial. Pero la historia de las revoluciones tecnológicas nos enseña que, si bien es cierto que algunos roles pueden quedar obsoletos, también se generan nuevas oportunidades laborales. Estos avances suelen dar lugar a la creación de nuevos puestos de trabajo que antes ni siquiera imaginábamos, impulsando así la innovación y la adaptación de la fuerza laboral a las nuevas demandas del mercado.

Aunque es muy difícil calcular cuántos puestos de trabajo ha generado el desarrollo de la maquinaria, del transporte y del software, así como la gran cantidad de nuevas profesiones que han surgido de la mano de la adopción de internet o la digitalización. Según un estudio de Goldman Sachs publicado recientemente, aproximadamente el 60% de los empleos actuales no existían en 1940, y la tecnología ha impulsado el 85% del crecimiento del empleo de los últimos 80 años, al crear nuevas oportunidades laborales. En el caso de la IA, ocurrirá lo mismo.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que una cosa es la teoría y otra es la práctica, y en la práctica, la automatización no necesariamente conlleva la eliminación de tareas. Además, hasta ahora, ninguna forma de inteligencia artificial puede reemplazar por completo a los seres humanos. Por tanto, no debemos percibirla como una amenaza.

La inteligencia artificial se presenta como una herramienta con un enorme potencial para mejorar y complementar el trabajo de las personas. Funciona como un copiloto que puede acompañar a los trabajadores, especialmente en tareas repetitivas y de baja complejidad, no solo aumentando la eficiencia, sino también fomentando la creatividad y el pensamiento crítico. Así, su principal objetivo es facilitar el desempeño de las funciones, lo que puede conducir a una mejor conciliación entre la vida laboral y personal, así como a una mayor seguridad en el empleo.

Pero, a medida que nos familiarizamos con el uso de la inteligencia artificial en el ámbito laboral, será crucial desarrollar tanto la capacidad crítica como las habilidades analíticas. Es decir, el verdadero valor de un empleado residirá en su capacidad para discernir entre lo que es válido y lo que no, sobre todo teniendo en cuenta todos los datos de los que dispondrá, incluyendo –también– las respuestas y resultados generados por la IA. En un entorno cada vez más saturado de información, nuestra capacidad de interpretar será esencial para garantizar que la IA se utilice de manera correcta y tenga sentido.

Por todo ello, es hora de dejar de centrarse en posibles aspectos negativos y abrazar las oportunidades que nos traerá, como hemos hecho con todos los cambios que los seres humanos hemos provocado a lo largo de toda la historia de la humanidad.

El ser humano está acostumbrado a reinventarse. En pocos años adoptaremos esta tecnología, como lo hemos hecho con todas las evoluciones que hemos experimentado en nuestra sociedad desde la Primera Revolución Industrial: desde los cambios que se produjeron tras la llegada de nuevos sistemas de transporte, como el automóvil o el avión, o nuevas formas de comunicación como el teléfono y los sistemas y dispositivos digitales.

La inteligencia artificial es una herramienta más, que brinda enormes oportunidades de mejora en la productividad y competitividad de los negocios, pero no podemos olvidar que, a su vez, va a tener un impacto transformador en nuestra sociedad y en la vida de las personas en general. Por ello, tenemos que garantizar que la IA nos ayude a crear una sociedad mejor y más sostenible, y eso pasa por que todo desarrollo relacionado con estas tecnologías se haga acorde a un uso responsable.

Esto supone que, como sociedad, el cómo determinemos y cómo ayudemos a esa transición impactará más o menos en cómo las personas experimentarán este cambio. En este punto, lo que sí es necesario es no dejar a nadie atrás al promover el uso de nuevas tecnologías, porque una máquina no acabará con el empleo, pero saber usarla será imprescindible para conseguirlo y conservarlo.



*** Lucía Flecha es directora de Transformación Digital en Ferrovial y miembro de la mesa de formación de IndesIA.