Cuando pensamos en capital, tendemos a pensar en dinero, inversiones o propiedades. En un contexto educativo, podríamos incluir el capital humano, pero rara vez consideramos el capital social, a pesar de su enorme impacto en nuestra capacidad para generar riqueza y prosperar.
Hoy quiero analizar el impacto de la acumulación de capital en el desarrollo profesional de los trabajadores. Por eso, dado que el capital físico y financiero se acumulan con el tiempo a no ser que se hereden, me centraré exclusivamente en el capital humano y el capital social.
El capital humano se refiere a las habilidades y conocimientos que nos permiten ser productivos. Generalmente, se asume que la mayor acumulación de capital humano ocurre durante la etapa educativa, especialmente en la universidad. Sin embargo, para la mayoría de las profesiones, esto no es cierto. En muchos casos, la mayor parte del capital humano se adquiere trabajando y su acumulación es desproporcionadamente alta durante los primeros años de carrera.
Aunque pueda parecer atrevido, esta afirmación se vuelve obvia al observar las demandas del mercado laboral. Muchas habilidades valiosas se aprenden y perfeccionan con la práctica, incluyendo conocimientos técnicos aplicados y habilidades soft como la organización y gestión de proyectos y personas. Estas habilidades se desarrollan poco en la universidad, donde el sistema educativo sigue enfocado en la memorización y alejado del mercado laboral. Además, en muchas profesiones existen una serie de conocimientos tácitos, el famoso know-how, que no se codifican de forma explícita, sino que se transfieren en la práctica diaria del trabajo y que, por tanto, no son accesibles en un entorno educativo.
El capital humano se acumula principalmente en el trabajo y lo hace de forma mucho más rápida cuando se trabaja rodeado de profesionales altamente capacitados, buenas prácticas y un contexto productivo. Por eso, es fundamental empezar la carrera profesional en un buen equipo, rodeado de profesionales de los que aprender y a los que admirar.
Trabajar en un buen equipo permite acumular capital humano en forma de habilidades técnicas y conocimientos tácitos, pero, sobre todo, a través de experimentar lo que significa trabajar con los estándares de calidad más altos. Porque una vez que se experimenta, es difícil conformarse con menos. Y eso marca toda la diferencia a largo plazo.
Por su parte, el capital social se refiere a todas las relaciones y conexiones que facilitan la cooperación entre individuos, típicamente a través de relaciones de confianza que reducen las barreras y fricciones a la hora de colaborar. Esto se vuelve realmente importante a la hora de determinar el éxito de una carrera profesional ya que, aunque el capital humano es fundamental para iniciar y desarrollar una buena carrera, deja de ser un elemento diferencial una vez que se alcanza un nivel suficientemente alto de conocimientos y habilidades.
Imaginemos por un segundo qué sucede cuando muchos candidatos competentes compiten por un mismo puesto. Las diferencias objetivas se vuelven casi irrelevantes y, por tanto, se necesitan otras formas de diferenciarse. Parte de esta diferenciación es pura suerte, pero gran parte es el capital social. Esto quizás signifique recibir una referencia de alguien de confianza para el empleador que te tiene en buena consideración, enterarse de una nueva oportunidad antes de tiempo o tener una red de personas que te valoran dispuestas a darle visibilidad y soporte a un proyecto. Sea lo que sea, significa contar con una serie de relaciones que, siendo todo lo demás igual, puedan ofrecer una ventaja competitiva.
El capital social no tiene nada que ver con el nepotismo y los enchufes, si no con las relaciones de confianza que se construyen a lo largo de la vida y que ayudan a tomar decisiones complejas, que de otra forma se tomarían con información muy parcial e incompleta.
Por eso, no existe una receta única para acumular capital social. Cuando hablamos de relaciones humanas, hay mil formas y contextos. Lo que sí es seguro es que, de nuevo, acceder a buenos equipos al inicio de la carrera profesional es una forma razonable de empezar a hacerlo. Trabajar con grandes profesionales no solo ayuda a acumular conocimientos y habilidades, sino también a entrar en contacto con individuos bien conectados a partir de los cuales poder empezar a construir una red de conexiones propia. Esta red tiende a proporcionar grandes ventajas a largo plazo, facilitando el acceso a oportunidades y recursos que de otra manera serían inaccesibles.
La acumulación de capital humano y social es esencial para el desarrollo profesional. Aunque en la educación solo se suele hablar del primero, ignorando al segundo, es evidente que, una vez alcanzado un cierto nivel de capacitación, las conexiones se vuelven aún más importantes. Y la mejor forma de acumular ambos es intentando acceder a un buen equipo, cuanto antes, mejor.
***Guillermo Barquero, cofundador y CTO de Zrive.