Medios de comunicación, redes sociales, internet… Vivimos en la era de la información y podría decirse que también de la hiperconexión. Nos pasamos el día conectados a un sistema que no deja de enviarnos estímulos haciendo que por nuestra retina pase un impacto publicitario cada 10 segundos.
A lo largo del día, acumulamos más de 3.000 impresiones publicitarias que nos han acabado convirtiendo en un público difícil para aquellos que se dedican al mundo del marketing.
Hubo un tiempo en que la publicidad de masas era la técnica favorita de las grandes agencias para hacer llegar el producto de sus clientes al gran público, sin embargo, a día de hoy este método cada vez tiene menos adeptos.
El consumidor se ha vuelto un hueso duro de roer dada la gran competencia que se nos ha puesto por delante a los marketinianos; nos enfrentamos cada día a un público sobreexpuesto y cada vez más exigente, ya no vale con que le llegue el estímulo para que 'les suene' nuestro producto.
Un simple estímulo sin una estrategia de fondo pasa completamente desapercibido. Ahora es obligatorio incluir el factor sorpresa para conseguir que el público objetivo se enamore del producto y solo a partir de ahí se puede conseguir la ansiada fidelidad a la marca tan buscada por la gente de nuestro gremio.
El marketing se ha convertido en todo un proceso de conquista. Las marcas tienen que conocer muy bien a su público objetivo para no caer en embudos eternos de captación o, lo que puede ser peor, quedarse en la parte más inspiracional.
De principio a fin, el proceso publicitario se ha visto obligado a inundarse de innovación para poder diferenciarse del resto y cumplir el objetivo, que no es otro que el de permanecer en la mente del cliente durante mucho tiempo.
Técnicas como la hipersegmentación, la publicidad experiencial o el sampling permiten establecer conexiones más profundas con las personas logrando un mayor impacto y un mayor recuerdo, lo cual aumenta la probabilidad de conversión de una manera muy sutil y eficaz a la vez.
Además, conocer en profundidad al público objetivo de cada marca permite no sólo ahorrar recursos sino estar más accesible al cambio. Las preferencias y comportamientos del consumidor están en constante cambio, es por eso que, de esta manera, podemos ajustar nuestras estrategias de manera ágil y precisa, lo que nos permite mantener a nuestros clientes en una posición relevante y competitiva en un entorno empresarial en continua evolución.
La diferenciación es otro de los aspectos clave a la hora de enamorar a una audiencia determinada. En esta era de la digitalización, la creatividad de marcas y competidores está en un nivel altísimo, por eso destacar frente al resto ha cobrado especial relevancia. Las opciones son muchas, pero también los contrincantes.
Durante nuestros años en el sector, hemos sido testigos de cómo la creatividad y la innovación son el camino para conquistar al consumidor final. La capacidad de llegar a la audiencia adecuada en el momento adecuado de una manera original se ha convertido en una ventaja competitiva indiscutible.
Y ya no solo para ellos, sino que superar el reto de enamorar a un cliente potencial es un proceso de continuo aprendizaje y motivación para los que nos dedicamos a ello. Eso sí, se ha convertido en algo tan necesario, que aquellos que se dediquen a esto y no acepten ese reto verán cómo el resto de marcas les supera.
***Ignacio Zaera es fundador y CEO de Simpling.Pro.