Invertir en ladrillo o en tecnología es una decisión de impacto. También se puede hacerlo en ambas, claro. Pero, en general, decidir en qué se van a dedicar los recursos pensando en el futuro tiene mucho de ambición y de proyección de un modelo, de una realidad deseada.

Esta semana es la convención del Partido Demócrata en Chicago, donde presumiblemente, saldrá elegida Kamala como candidata a la Casa Blanca de manera oficial. Uno de los puntos fuertes de su visión es ahondar en el denominado Green New Deal. Una fórmula para reconvertir el país en una nación más verde, o, al menos, no tan contaminante. Y, en el proceso, hacer que sea un buen negocio. Es decir, que salvar el planeta sea un business en sí mismo.

El nombre es una genialidad, porque lleva automáticamente al periodo de más inversión pública de la historia del país, cuando tras el Crack del 29, tocó salir de la recesión a golpe de dinero del Estado.

Post 'baby boom'

Los baby-boomers, la generación que hizo crecer el número de plazas en escuelas, aviones, universidades y todo tipo de servicios, está entre los 57 y los 75 años. Su envejecimiento y retiro augura el paso de bienes a la siguiente generación. Ya sea programado, paulatino, o por causa de muerte. Como fuere, los herederos toman posiciones.

Es casi una cuestión de Estado. Será parte del debate; entender qué sería lo mejor para la nación, cómo orientar ese caudal de liquidez y activos. Pero también es un reclamo publicitario, un tema de conversación, materia de broma y de meme.

¿Qué significa esto para Miami?

Para empezar, que hay que replantearse el real estate, los bienes raíces, el sector inmobiliario en sí. Porque ha sido la inversión clásica en la zona, especialmente para los latinos que buscaban ladrillo en dólares bajo la tesis de que un apartamento o una propiedad en Miami difícilmente perdía su valor.

Para continuar, que los latinos de hoy tienen curiosidad por invertir en turismo, en gastronomía, en transporte, y, sí, aciertan, también en tecnología.

Tras la caída de Champlain Towers en Surfside, una localidad al norte de Miami Beach, la directiva de mantenimiento y revisión de edificios ha hecho subir los costes de comunidad, con derramas que hacen insostenible mantener la propiedad.

No es extraño que salgan al mercado apartamentos con precios aparentemente por debajo de mercado, hasta que se echan las cuentas y entre impuestos, gastos generales y renovación para cumplir con la nueva normativa, la inversión pasa a ser un gasto. Sobre todo si el edificio para la revisión de los 20 y de los 40 años. De ahí en adelante el código pasa a ser todavía más estricto. Y más costoso.

El venture capital sigue a merced de las subidas y bajadas de los tipos de interés, pero los family offices pasan a ser el vehículo de moda para que las familias puedan hacer la transición de manera segura, extendiendo el impacto y asegurando en qué condiciones y cómo se perpetua la riqueza.

Desde 2024 a 2045 se estima que 84 billones de dólares (billones a la española, es decir, millones de millones) cambiarán de manos dentro de una misma familia.

La fiebre es tal que dentro de los asesores financieros cobran cada vez más importancia los especialistas en este campo. Y, siempre hay quién ve la oportunidad, se multiplican los cursos para decidir mejor.

Esta campaña se debate, en parte, dónde irá ese dinero. Esta semana, seguro, será parte de la agenda.