España, altamente dependiente del turismo, ha experimentado un crecimiento económico notable gracias a este sector durante los últimos años. Según el Banco de España, sin el turismo, el PIB habría crecido sólo un 0,8% en 2023, en lugar del 2,4% registrado. Además, el turismo genera el 11,3% del empleo nacional, según datos del Ministerio de Trabajo.
Todos estos datos hacen innegable la importancia del turismo en nuestra economía, pero también nos hacen preguntarnos. ¿Todo es positivo? Una encuesta de Statista revela que el 43% de los españoles percibe un aumento en el coste de vida debido al turismo. Este fenómeno se traduce en una pérdida de calidad de vida para muchos ciudadanos. Sin mencionar la precariedad del empleo caracterizado en muchas ocasiones por su temporalidad, largas jornadas laborales y bajos salarios.
Pongamos un ejemplo, María, una joven canaria de 24 años. Obligada a abandonar su isla, tremendamente masificada por turistas, ante la falta de oportunidades laborales más allá de este sector. Su historia refleja una realidad cada vez más común en muchas regiones de España, donde la dependencia excesiva del turismo concentra el empleo en ciertas áreas y limita las posibilidades de desarrollo en otros ámbitos.
Ante esta problemática, comunidades autónomas como Andalucía o Comunidad Valenciana han buscado diversificar su economía y empleo. Sectores como la tecnología han surgido como una alternativa prometedora, ofreciendo salarios competitivos, oportunidades de desarrollo y flexibilidad laboral. Sin embargo, a pesar de estas ventajas, ciudades como Málaga, con una larga tradición turística, siguen enfrentando un déficit de miles de profesionales en el sector tecnológico.
Una ciudad que pudo ver su economía reducida a la visita de extranjeros se presenta ante una oportunidad de oro y, sin embargo, parece no tener capacidad para maximizarla. Lo más grave es que este problema no es exclusivo de Málaga, ya que a nivel nacional se estima que en España, en 2023 hubo más de 120.000 puestos vacantes en este sector, según DigitalES.
Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Puede nuestra sociedad compaginar una economía basada en el conocimiento y la innovación, al tiempo que mantiene su fortaleza turística? Y lo más importante, ¿qué obstáculos impiden esta convivencia y cómo podemos desarrollarlos?
Dejar a un lado la estacionalidad de la economía está en nuestras manos. Una vez más, vemos que gran parte del problema radica en la educación y una orientación laboral deficiente.
El curso escolar comienza con cifras de récord, con 8,33 millones de estudiantes y 784.425 docentes. Sin embargo, un informe de la OCDE sobre perspectivas del sistema educativo español de 2023, señalaba que la falta de profesores STEM es uno de los principales obstáculos para la enseñanza en España. Aquí nos encontramos con la primera piedra en el camino.
Pese a este aumento en el número de plazas docentes para este curso, el sistema educativo lleva años enfrentándose a un déficit de profesorado en disciplinas STEM que requieren conocimientos técnicos específicos, y los esfuerzos no parecen ser suficientes.
El Gobierno ha destinado un paquete presupuestario de 95 millones de euros para reforzar la enseñanza del área de matemáticas, pero la propia implementación del plan se enfrenta al reto de esta falta de docentes cualificados.
Sin espejo no hay reflejo, y sin estos docentes que se presentan ante los alumnos como verdaderos modelos a seguir, que motivan sus iniciativas y potencian sus habilidades, se complica aún más la tarea de una orientación acertada.
La promoción de carreras con alto potencial, como las ingenierías y tecnologías, es insuficiente, lo que deriva en una concentración de estudiantes en disciplinas menos demandadas por el mercado. Esto deja vacantes críticas en sectores que son fundamentales para diversificar la economía. De hecho, el número de graduados en disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en España es uno de los más bajos de la Unión Europea.
Este déficit en la orientación laboral también influye en otros problemas estructurales de nuestro sistema educativo, como el elevado índice de fracaso escolar y la falta de equidad en el desarrollo profesional. En sectores tradicionalmente dominados por hombres, como el tecnológico, la representación femenina es apenas del 28%, según datos del INE. Pero según los datos de la industria son bastante menores.
En resumen, los retos que enfrenta nuestro sistema educativo son numerosos y complejos. La desconexión con el mercado laboral, las carencias en la orientación profesional escolar y la falta de promoción de sectores estratégicos son solo algunos ejemplos. Y todo ello se ve agravado por un entorno social y económico en constante necesidad de transformación.
Tanto expertos como empresarios coincidimos en la necesidad urgente de transformar nuestro sistema educativo. España se encuentra en un momento crítico. Si no actuamos con rapidez y determinación, corremos el riesgo de perder oportunidades de inversión, de diversificar nuestra economía y de generar empleo de calidad. El coste de la inacción se refleja ya en una menor competitividad y en un futuro incierto para nuestra productividad. Como ha reflejado el informe Draghi que ahonda en la necesidad de coordinación, inversión e innovación tecnológica para Europa. Ya que sin cambios profundos, quedaremos fuera de la competencia geopolítica y económica global.
¿Qué queremos ser de mayores?
*** Juan Riva es CEO & Fundador de IMMUNE Technology Institute.