La complejidad y el ritmo acelerado del cambio climático son una realidad innegable. Los fenómenos meteorológicos recientes subrayan la importancia de actuar para proteger nuestro medio ambiente.
En el escenario actual, las entidades financieras necesitan comprender a fondo cómo el calentamiento global y las medidas gubernamentales para mitigarlo afectarán sus operaciones, inversiones y clientes. Entre estas medidas, destaca el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas.
Como respuesta al desafío del cambio climático, la Unión Europea ha integrado el Acuerdo de París en una Ley Climática de carácter obligatorio que establece la neutralidad de emisiones de carbono como objetivo para el año 2050.
Si bien el sector bancario no es el más vulnerable a esta evolución del clima, su cartera de préstamos sí presenta una alta sensibilidad a sus efectos. De modo que, las instituciones que no consideren estos desafíos podrían enfrentar una gran vulnerabilidad en sus modelos de negocio debido a la aparición de nuevos riesgos.
Para hacernos una idea, el año pasado las catástrofes naturales generaron un impacto económico negativo para España que ascendió a 6.455 millones de euros. A esta cifra, hay que añadir un total de 375 millones de euros adicionales en impactos compartidos con otros países, de acuerdo con datos de un estudio realizado por la consultora y corredora de seguros AON, especializada en el análisis de riesgos y catástrofes naturales.
Con el Banco Central Europeo (BCE) poniendo a prueba, desde hace unos años, la resistencia del sector financiero frente al cambio climático, las entidades bancarias deben demostrar su capacidad para afrontar el impacto de este fenómeno.
Para ello, no solo necesitan convencer a los reguladores de que poseen procesos sólidos para evaluar exhaustivamente los riesgos asociados al cambio climático, sino también demostrar que estos les permitirán garantizar su supervivencia a largo plazo.
De hecho, la gestión de los riesgos ambientales y del clima se ha convertido en una de las prioridades de supervisión del BCE desde 2020. El objetivo es que, a finales de 2024, todas las entidades bajo su supervisión cumplan con las expectativas establecidas.
Sin embargo, datos recientes indican que, a pesar de los compromisos adquiridos, la banca se encuentra en una situación comprometida con respecto a esta problemática. En enero de este año, el BCE advirtió que el 90% de la banca afronta elevados riesgos crediticios asociados a la transición climática.
Además, el BCE también ha alertado que un 70% de los bancos están expuestos a riesgos judiciales por la misma razón. Esto pone de manifiesto la dificultad que entraña para la banca el abandono de ciertas prácticas y actividades económicas tradicionales.
En España, el Banco de España reveló que el 80% de la exposición crediticia de la banca a riesgos de transición climática se concentra en sectores altamente contaminantes. Estos datos revelan una clara disonancia entre los compromisos climáticos y la realidad financiera.
Las entidades bancarias, a pesar de haber firmado acuerdos como el de París, no han conseguido adaptar sus carteras de préstamos a los objetivos de sostenibilidad. Esta situación las expone a un futuro de problemas legales y reputacionales.
Ahora bien, la tecnología puede ser un factor clave para alcanzar los objetivos planteados por la UE. La eficacia de una organización para identificar, evaluar y gestionar el riesgo asociados con el clima depende en gran medida de su infraestructura tecnológica.
Las herramientas analíticas avanzadas permiten a las entidades gestionar y procesar más datos, así como ejecutar simulaciones y escenarios hipotéticos para comprender mejor el impacto del riesgo climático y la descarbonización neta en sus KPI.
A partir de este conocimiento, es posible tomar decisiones estratégicas y seleccionar la cartera óptima para el futuro. Así pues, las instituciones financieras deben reflexionar sobre las tecnologías que necesitan para procesar toda esta información, especialmente la no estructurada.
Las entidades financieras tienen la oportunidad de convertir los desafíos del cambio climático y las metas de emisiones netas cero en una ocasión para actualizar y automatizar sus procesos y capacidades analíticas. Esta transformación no solo les permitirá afrontar estos riesgos, sino también optimizar otras áreas de su actividad.
Las compañías multinacionales tenemos la responsabilidad de apoyar a nuestros clientes con soluciones tecnológicas que les ayuden a comprender mejor las implicaciones del cambio climático, tanto en términos de riesgos como de oportunidades.
De esta manera, las instituciones financieras pueden establecer estrategias adecuadas para cumplir con los objetivos de sostenibilidad fijados por la Unión Europea.
En definitiva, las organizaciones que mejor analicen el impacto de diversos escenarios futuros y estrategias de gestión sobre sus clientes y carteras estarán mejor posicionadas para tomar decisiones más inteligentes y responsables. Esto les permitirá adaptarse a las exigencias regulatorias y evitar posibles sanciones por su incumplimiento.
***Juan Montero es director de operaciones en SAS.