¿Cuál es la forma más rápida de acabar con la creatividad y la iniciativa de una persona? Pues decirles lo que tienen que hacer, cuándo tienen que hacerlo y cómo tienen que hacerlo.



Los estudios demuestran que la microgestión a largo plazo puede apagar a las personas, provocar una baja retención de talento y una reducción general de la productividad en el lugar de trabajo. Las empresas que defienden la libertad creativa obtienen resultados muy diferentes. Algunas de las áreas más exitosas de Alphabet, como Gmail, Google Maps y Google News, son el resultado de dar autonomía a los equipos para que aporten sus propias ideas.

Durante toda mi carrera profesional, que ya son unos cuantos años, he sido testigo de cómo algunos de los productos, servicios y aplicaciones más interesantes debían su éxito a que uno o varios miembros del equipo decían ‘me gustaría probar algo’. Muchos de los productos y servicios tecnológicos de los que dependemos hoy en día surgieron de un proyecto apasionado que más tarde se convirtió en una fuente de ingresos multimillonaria.

Y esto hace que nos hagamos una pregunta: ¿Cómo pueden las empresas fomentar aún más estas culturas de ‘genio visionario’?

Pues bien, si nos fijamos bien en algunas de las compañías tecnológicas más pujantes, pensemos en Tesla, Apple, Microsoft, Amazon y Alphabet (Google), por ejemplo, sus valores fundamentales fomentan la imaginación y el ingenio. Estas grandes empresas también saben que la creatividad no surge de la nada, sino que es el resultado de promover un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal.

Cualquiera que tenga un perfil en LinkedIn puede ver hasta qué punto han cambiado los valores y prioridades de los profesionales, sobre todo después de la pandemia. Cada vez más personas abogan por mejores prestaciones, más tiempo libre y mayor flexibilidad para adaptarse a las exigencias de su vida personal. Al igual que la microgestión ahoga el genio creativo, las empresas que dan prioridad al bienestar de los empleados y al equilibrio entre trabajo y vida privada tienen más probabilidades de fomentar la innovación.

Por cierto, ¿habéis oído hablar del concepto ‘20% de tiempo’ de Google? Creada por Larry Page y Sergey Brin en 2004, esta estrategia permite a los trabajadores de la compañía dedicar un día de la semana a un proyecto que les apasione. Dado que el proyecto está relacionado de algún modo con el progreso de la empresa, puede ser tan ambicioso como los empleados consideren. Aunque es probable que muchas de estas ideas nunca pasen de la fase de desarrollo, el tiempo del 20% permite a los trabajadores devanarse los sesos en busca de sus propuestas más imaginativas, poner a prueba su trabajo, fracasar, buscar soluciones, colaborar y seguir innovando.

Somos criaturas sociales que compartimos la necesidad básica de sentirnos escuchados, vistos y valorados por nuestros grupos sociales. Un concepto psicológico, llamado ‘falacia del coste hundido’, explica que tendemos a seguir invirtiendo en las mismas cosas en las que ya hemos invertido mucho tiempo, dinero o esfuerzo. Al dar más voz a las personas y la posibilidad de influir en el rumbo de la empresa, las empresas salen ganando. ¡Las personas prosperan! Y, ya que estamos, trabajan de forma más eficiente, producen mejores ideas e impulsan la innovación corporativa.

Y es que, una sola chispa puede encender una llama. Y esa chispa se llama Pasión. Y, ¿qué tiene esta? Pues que es contagiosa. Pensad en lo que siente al ver a una persona describiendo animadamente algo que le apasiona: los movimientos de las manos, los ojos muy abiertos, la sonrisa que no puede reprimir... Pensad en cuánta más influencia tiene un alguien dando un discurso de motivación con esas cualidades que uno monótono, seco o poco entusiasta. Lo mismo ocurre con la moral de la gente.

Recordad la última vez que participasteis en una sesión de intercambio de ideas, y que haya ido creciendo en volumen, intensidad y pasión a medida que avanzaba. Basta con que un miembro del equipo esté motivado y entusiasmado para que el resto del grupo encienda la misma chispa. Cuantas más llamas se aviven, más ardiente y brillante será el fuego.

Hemos sido testigos directos de este fenómeno en la era digital. Pensemos en el auge de la innovación tecnológica en las últimas décadas. Hace poco más de 50 años se hizo la primera llamada por teléfono móvil de la historia. Ahora, en 2024, tenemos teléfonos inteligentes que sirven de móvil, cámara y ordenador…, todo en uno. Una sola persona no puede lograr tan fácilmente estos saltos y avances por sí sola.

Algunos de los avances más revolucionarios se han conseguido planteando preguntas que nunca se han explorado, intercambiando grandes ideas y encontrando el valor para actuar con valentía y de forma conjunta. Imaginad lo fácil que habría sido para los hermanos Wright tirar la toalla tras varios intentos de vuelo fallidos si no se hubieran tenido el uno al otro.

Fomentar la autonomía y potenciar la iniciativa de nuestros equipos puede ser más eficaz que intentar controlar el comportamiento desde arriba. Esto puede hacerse animando, pero no obligando, a la gente a innovar juntos mediante espacios de trabajo colaborativos, sesiones de brainstorming y basándose en filosofías como la regla del ‘20% de Google’.

Pero no nos volvamos locos. Aunque fomentar la creatividad del equipo tiene efectos claramente notables en la longevidad y el éxito de las empresas, las responsabilidades cotidianas y los objetivos empresariales básicos deben seguir cumpliéndose para mantener la empresa a flote. Una buena manera de garantizar este equilibrio es entrelazar los intereses de la gente con los objetivos generales de la empresa.

¿Qué recompensas obtienen los empleados por actuar en interés de la organización? Por ejemplo, si la estrategia comercial de una empresa limita o afecta negativamente al crecimiento personal de la gente, se produce una fricción inmediata. Alinear los objetivos de los empleados con los objetivos generales de la empresa es la mejor manera de atraer, mantener y potenciar el talento para que produzca su mejor trabajo posible.

¿Os habéis fijado? Menos personas que nunca están dispuestas a sacrificar su felicidad por los beneficios de una empresa con la que simplemente no están alineados. Cuanto más se esfuercen las culturas corporativas por tratar a sus equipos como seres humanos en primer lugar y como empleados en segundo lugar, más se logrará el equilibrio entre la vida laboral y personal, más se sembrarán las semillas de la creatividad y la Pasión y más se impulsará la innovación corporativa.



¿Probamos?