¿Dónde están las mujeres?
En mi reciente experiencia como mentora en varios programas de aceleración de startups y proyectos de transformación digital, he observado una constante que se repite: muchos sectores empresariales (no me atrevo a decir todos) están marcados por una fuerte segregación de género. Mientras que en las empresas sociales casi todas las gerentes con las que trabajo son mujeres, en las startups de ciberseguridad no hay ni una sola. De la inmensa mayoría de mujeres en empresas culturales a la inmensa mayoría de hombres en pharmatech.
Recientemente, al ver un listado de los directivos más importantes de empresas logísticas, me llamó la atención que el 100% eran hombres. Esta división no es accidental. Entonces, ¿qué está detrás de estos sesgos de género que parecen estar profundamente arraigados en cada sector?
Una de las principales razones que perpetúan esta segregación de género es la herencia cultural e histórica que tienen ciertos sectores. Las industrias relacionadas con la tecnología, como la ciberseguridad, han sido tradicionalmente dominadas por hombres. Durante décadas, las carreras técnicas y científicas han sido vistas como un espacio exclusivamente masculino, mientras que las habilidades relacionadas con el cuidado, la empatía o la creatividad se han considerado áreas "naturales" para las mujeres. Esto ha llevado a que sectores como las industrias culturales o las empresas sociales, que suelen requerir habilidades relacionales y de gestión emocional, estén más pobladas por mujeres en roles de liderazgo.
Este sesgo histórico no solo afecta a cómo se distribuyen los roles dentro de las empresas, sino también a cómo se perciben estas industrias desde fuera. Cuando vemos un listado de directivos de una gran empresa logística o tecnológica, es fácil no cuestionar la ausencia de mujeres porque ya existe una expectativa social de que esos roles "pertenecen" a los hombres.
Los estereotipos de género no solo se manifiestan en el lugar de trabajo, sino que tienen sus raíces en la educación. Desde edades tempranas, tanto a niños como a niñas se les enseña, consciente o inconscientemente, a elegir carreras en función de su género. Las niñas suelen ser alentadas a seguir caminos relacionados con las humanidades, las artes o los servicios sociales, mientras que los niños son empujados hacia las ciencias, la tecnología y la ingeniería.
Esta segregación educativa se traduce directamente en las composiciones de las empresas. Las mujeres están menos representadas en sectores de alta tecnología o en áreas técnicas como la logística o la ciberseguridad, mientras que dominan en sectores más "blandos" como la cultura y los servicios sociales. El resultado es una división en la que ciertos sectores son percibidos como más apropiados para hombres y otros para mujeres.
Otro factor clave, yo diría que, de los más importantes actualmente, detrás de los sesgos de género en diferentes sectores es la naturaleza de las redes profesionales. En sectores dominados por hombres, como la logística o la ciberseguridad, las redes de contactos y las oportunidades para ascender en la jerarquía empresarial están muchas veces cerradas para las mujeres. El acceso a estas redes es fundamental para alcanzar puestos de liderazgo y, si las mujeres no pueden acceder a ellas, se perpetúa un ciclo de exclusión.
En cambio, en sectores como el social o cultural, donde ya existe una representación más equitativa, las mujeres tienen más facilidades para encontrar oportunidades y recibir mentoría de otras mujeres en posiciones de poder. Esto crea un círculo virtuoso que facilita la presencia femenina en roles directivos y de toma de decisiones.
Un aspecto crucial que muchas veces se pasa por alto es la importancia de tener modelos a seguir. En los sectores donde predominan los hombres, las mujeres suelen carecer de referentes femeninos que les muestren que es posible llegar a altos cargos. La falta de mujeres en roles visibles de liderazgo en sectores como la ciberseguridad o la logística envía un mensaje implícito de que esos espacios no son para ellas. Afortunadamente, existen asociaciones como Melyt, para visibilidad la presencia femenina en logística, o #SomosMujeresTech, en el caso del sector tecnológico.
Por el contrario, en áreas donde las mujeres ya están bien representadas, como las industrias sociales o culturales, la presencia de modelos a seguir ayuda a otras mujeres a visualizarse en esos mismos roles. Esto crea un efecto dominó que contribuye a una mayor equidad de género en estos sectores.
A pesar de los avances en muchas empresas, las políticas de diversidad e inclusión todavía son débiles en algunos sectores. En áreas tradicionales o técnicas, como la logística y la ciberseguridad, estas políticas tienden a ser escasas o no prioritarias, lo que refuerza la exclusión de las mujeres. Sin embargo, en sectores más abiertos a la innovación social, como el cultural o el social, las políticas inclusivas juegan un papel clave para asegurar una mayor equidad de género en las posiciones de liderazgo.
Las empresas que implementan políticas de diversidad robustas no solo benefician a las mujeres; también se benefician ellas mismas. Estudios han demostrado que los equipos diversos son más innovadores, productivos y rentables. Por tanto, no se trata solo de una cuestión de justicia, sino de una ventaja competitiva real.
Los sesgos de género en los diferentes sectores empresariales no desaparecerán de la noche a la mañana. Sin embargo, si continuamos cuestionando las normas históricas y culturales que han perpetuado esta segregación, podemos empezar a ver cambios significativos. Es crucial fomentar una educación más inclusiva, crear más modelos femeninos a seguir y promover políticas de diversidad efectivas que ayuden a romper con estos estereotipos.
El camino hacia la equidad de género en el mundo empresarial es largo, pero cada paso cuenta. Sectores como la ciberseguridad y la logística no tienen por qué ser dominios masculinos, del mismo modo que las industrias culturales y sociales no deben ser vistas como "territorio femenino". Es momento de avanzar hacia un futuro donde las habilidades y capacidades individuales, no el género, definan el éxito en cualquier sector.
***Epifanía Pascual es country manager de LetMeShip.