Es un momento crucial para nuestro planeta, la humanidad se enfrenta a desafíos que solo pueden ser abordados colectivamente, trascendiendo los límites de la gestión local y los intereses egocéntricos. La carrera tecnológica, la crisis climática, la precariedad de los sistemas de salud, la brecha digital creciente y los modelos de negocio que exacerban la desigualdad, son problemas que no admiten soluciones simples ni unilaterales. Requieren, en cambio, una colaboración global fundamentada en el conocimiento, el consenso y un sentido profundo del bien común con sentido común.
Es imprescindible que la humanidad adopte una postura sabia ante estos desafíos, integrando soluciones que demandarán no solo inversiones significativas y regulaciones efectivas, sino también innovaciones sociales, organizativas y tecnológicas.
La idea del bien común, ya elaborada por pensadores como Inge Kaul en su noción de bienes públicos globales, resuena hoy más que nunca. Esta visión ha inspirado trabajos como los de la Comisión Mundial sobre la Economía del Agua y, más recientemente, los esfuerzos para establecer estándares internacionales en el uso de tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial (IA).
La gobernanza internacional es un elemento clave en este nuevo paradigma de cooperación global. Tal como destaca el informe Governing AI for Humanity, recientemente publicado por el comité de expertos en IA de la ONU, es necesario un enfoque holístico que abarque tanto los beneficios como los riesgos de la IA.
El informe subraya la importancia de crear un panel científico internacional que ofrezca un entendimiento común de las capacidades, oportunidades, riesgos e incertidumbres asociados con la IA. Este esfuerzo debe ser complementado con un diálogo político inclusivo y la creación de un marco global de datos, que asegure que los beneficios de la IA se distribuyan equitativamente, evitando que su desarrollo quede en manos de unos pocos privilegiados.
Un nuevo modelo de crecimiento económico debe emerger, uno que no se base únicamente en el dinero, sino que promueva valores ambientales, sociales y de gobernanza. Las empresas y organizaciones deben ser capaces de proveer información transparente sobre su conducta y cultura organizacional, reflejando la totalidad del ecosistema de colaboración en el que operan. Este enfoque es esencial para garantizar que las innovaciones tecnológicas, como la IA, sean utilizadas para el beneficio de toda la humanidad y no solo para enriquecer a un pequeño grupo.
Según el informe, la propuesta de crear una oficina de IA dentro de la Secretaría de las Naciones Unidas ejemplifica la necesidad de un esfuerzo coherente y coordinado a nivel global. Esta oficina centrada en la inclusión, serviría como un catalizador para las diversas iniciativas propuestas, ayudando a evitar la fragmentación y asegurando que las oportunidades y beneficios de la IA sean accesibles para todos.
En definitiva, el camino hacia un futuro más justo y sostenible requiere dosis de sentido común y del bien común, una planetocracia que trascienda las fronteras nacionales y los intereses particulares. La humanidad se encuentra en un punto de inflexión, y es solo a través de una acción colectiva y global que podremos enfrentar los desafíos de nuestro tiempo, asegurando un mundo más humano que nunca.
PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores.