Esta poderosa idea se vincula con lo que John Hall aborda en su reciente artículo publicado en Forbes, donde explica por qué encontrar nuestras pasiones es clave para el éxito personal y profesional. Hall explica que la pasión no solo motiva, sino que también fomenta conexiones, impulsa a asumir riesgos y superar desafíos, como lo ilustran ejemplos inspiradores de Hannah Storm y Steve Jobs.
La teoría del flujo de Mihaly Csikszentmihalyi: Este modelo propone que las personas alcanzan un estado de felicidad y productividad máxima cuando están completamente absortas en una actividad que les apasiona y que representa un desafío adecuado a sus habilidades. Este estado de "flujo" ocurre cuando nuestras habilidades se ajustan perfectamente al nivel de desafío, permitiendo una concentración total. Las personas que experimentan este estado con frecuencia tienden a identificar sus pasiones de manera más clara, pues son actividades que promueven este tipo de experiencia óptima. El concepto ha sido explorado en contextos laborales, donde se ha visto que facilitar condiciones para que las personas entren en este estado aumenta la productividad, la creatividad y el bienestar personal, creando un ciclo positivo entre satisfacción y rendimiento.
Teoría de la autodeterminación (SDT) de Deci y Ryan: La SDT sostiene que las personas descubren y persiguen sus pasiones cuando sus necesidades psicológicas básicas —autonomía, competencia y relación— están satisfechas. La autonomía, en particular, juega un papel crucial: aunque pueda parecer que las mejores innovaciones surgen en entornos colaborativos, la autonomía personal sigue siendo esencial. En estos ecosistemas complejos y abiertos, la autonomía permite que cada individuo aporte ideas únicas y se adapte de forma creativa a las nuevas circunstancias, maximizando el potencial colectivo. De esta manera, la combinación de autonomía y colaboración produce los mejores resultados.
Modelo de componentes de Teresa Amabile: La experta en creatividad define tres componentes para la creatividad: experiencia, habilidades de pensamiento creativo y motivación intrínseca. Si bien la experiencia y las habilidades son cruciales, la motivación intrínseca —hacer algo porque te apasiona— es lo que permite a las personas sobresalir en lo que hacen. Este modelo resalta que cuando una persona encuentra lo que realmente le apasiona y puede integrarlo en su trabajo, es capaz de desarrollar ideas más innovadoras y tener un impacto más profundo tanto a nivel personal como profesional.
El modelo de fortalezas de Seligman: Este pionero de la psicología positiva sostiene que descubrir y trabajar en las fortalezas personales es clave para una vida plena y exitosa. Las fortalezas, que a menudo están alineadas con nuestras pasiones, son aquellos aspectos en los que destacamos y disfrutamos trabajar. Al identificar estas fortalezas y convertirlas en el centro de nuestras actividades diarias, logramos un mayor grado de satisfacción y bienestar, lo que a su vez potencia el éxito tanto en el ámbito personal como en el profesional.
Teoría de las metas de Carol Dweck: Esta autora, con su enfoque de mentalidades, nos enseña que quienes tienen una mentalidad de crecimiento creen que las habilidades se pueden desarrollar a través del esfuerzo, lo que les hace estar más abiertos a explorar nuevas pasiones. Para estas personas, los desafíos son oportunidades de aprendizaje. Este enfoque no solo facilita la exploración de nuevas áreas de interés, sino que también ayuda a enfrentar los fracasos como oportunidades para mejorar, lo que es esencial en el camino de descubrir y desarrollar nuestras pasiones.
El modelo del Ikigai: Se trata de un concepto japonés que une lo que amas, lo que eres bueno haciendo, lo que el mundo necesita y por lo que te pueden pagar. Encontrar tu Ikigai te permite vivir una vida con propósito y significado, alineando tus pasiones con tus habilidades y las necesidades del mundo. Este enfoque integral ofrece una brújula clara para quienes buscan un sentido profundo en su vida laboral y personal.
Estos modelos y muchos otros nos pueden ayudar a reflexionar, no solo sobre las pasiones, sino el propósito, legado y ética. En la época del Renacimiento, se creía firmemente que las personas no venían al mundo para hacer cosas pequeñas e insignificantes, sino para crear "masterpieces". Este concepto de legado y propósito contrasta con la percepción moderna de que la ambición puede ser vista de manera negativa. Sin embargo, no es la ambición en sí lo que debe ser cuestionado, sino la motivación detrás de ella. Ser ambicioso por el simple hecho de acumular riqueza o reconocimiento es vacío, pero cuando la ambición está alineada con un propósito profundo —como dejar un legado o contribuir al bienestar de los demás— se convierte en una fuerza transformadora.
Sin embargo, no podemos hablar de pasiones sin considerar la ética que las rodea. Según el Imperativo Categórico de Kant, no es suficiente que una pasión sea fuerte, también debe poder ser universalizada y no causar daño a los demás. En otras palabras, si alguien dijera que su pasión es dañar a otros, esa pasión no podría ser moralmente válida. Las acciones deben respetar a los demás como fines en sí mismos, lo que garantiza que nuestras pasiones y propósitos estén alineados con el bien común.
Además, desde la Teoría de las Virtudes de Aristóteles, las pasiones que nos guían deben orientarse hacia la virtud, como la justicia, la templanza y la compasión. Para Aristóteles, una vida plena, o "eudaimonía", se alcanza cuando actuamos conforme a la virtud. Así, nuestras pasiones deben estar alineadas con la búsqueda del bien, no solo para nosotros, sino también para los demás, lo que asegura que las acciones que motivan nuestras pasiones contribuyan al bienestar general y no causen daño.
Aquí es donde la humildad juega un papel clave. Ser humilde no significa pensar en pequeño, ni renunciar a la ambición. De hecho, la humildad nos permite aprender de los demás, aceptar nuestras limitaciones y trabajar en equipo. Grandes obras pueden surgir desde una postura humilde, donde se reconoce que los logros importantes no se alcanzan en solitario, sino en colaboración con otros, y que siempre hay algo nuevo por aprender. La humildad no reduce la magnitud de lo que podemos crear; más bien, nos abre a más posibilidades al aceptar que no lo sabemos todo y que estamos en constante crecimiento.
¿Podría entonces el propósito, tal como lo entendían los grandes del Renacimiento, ser la clave para vivir una vida más plena? ¿Estamos llamados a aspirar a más, a crear "obras maestras" en nuestras vidas y trabajos? Es importante reflexionar si nuestras ambiciones nos conducen hacia un legado significativo o simplemente hacia metas vacías. Trabajar en algo que nos apasiona no es solo un camino hacia el éxito profesional, sino también hacia la realización personal. Dejar un legado, hacer algo que tenga impacto, conecta nuestra ambición con un propósito mayor, generando satisfacción duradera.
¿Y si la clave del éxito estuviera en conocer nuestras pasiones, clasificarlas según su importancia y dedicar tiempo de calidad a ellas? Como proponen muchos de los modelos mencionados, el secreto podría estar en aprovechar esos momentos libres, por pequeños que sean, y dedicarlos a nuestras pasiones. Aunque parezca poco al principio, ese tiempo acumulado a lo largo de los años puede ser significativo. Así, podríamos romper la creencia de que es necesario sacrificar nuestras pasiones para pagar facturas o mantener a nuestras familias. Al final, el tiempo invertido en lo que nos apasiona podría transformar nuestra vida y acercarnos tanto al éxito profesional como a la felicidad personal.
Con estas cuestiones sencillas pero significativas, podemos empezar a explorar lo que realmente nos apasiona. Reflexionar sobre ellas puede ayudarnos a descubrir aspectos profundos de nuestras motivaciones, guiándonos hacia aquello que nos llena y nos impulsa. Así, podríamos dar los primeros pasos hacia la construcción de una vida más equilibrada, llena de propósito y orientada al éxito personal y profesional.
***Paco Bree es director de programas de innovación de Deusto Business School y director general de Inndux.