El panorama industrial en España es complejo y cambiante. Por un lado, es obvio que la estrategia nacional va alineándose cada vez más con europea y se encorseta, poco a poco en el marco de los ODS, la IA Act, el Chips ACT en lo referente a la Industria de los semiconductores.
Todo ello se canaliza en los distintos estados miembro de la Unión Europea a través de las diferentes políticas y en el caso de España, esto es mediante los diferentes instrumentos del PERTE Chip y orquestado por un rearticulado tan necesario como alentador de las leyes recientes de Telecomunicaciones, la Ley de Industria y la Ley de Startups.
El panorama de Europa en la industria de semiconductores en concreto, se encuentra en una fase crítica de reindustrialización. Este plan busca reducir la dependencia del continente de los fabricantes asiáticos y estadounidenses, e incrementar su capacidad de producción al 20% del mercado global para 2030.
Europa está priorizando la innovación en tecnológica, así como el uso de chips de bajo consumo y materiales más sostenibles, sin olvidar de reforzar la soberanía digital a través de la ciberseguridad y la seguridad nacional en la cadena de suministro de componentes estratégicos.
El tejido del sector de la innovación ha evolucionado mucho en los últimos años y lo seguirá haciendo. Las políticas y el marco legal antes mencionado no solo están transformando la industria de semiconductores, sino que también está creando un entorno más favorable para la creación y crecimiento de startups en España, particularmente en sectores estratégicos.
De manera orgánica, las empresas se especializan en soluciones concretas que optan por la innovación y la tecnología como ejes identitarios, eso hace que haya un ecosistema muy heterogéneo, aunque todavía algo inconexo o menor dicho aglutinado por afinidades de conocimiento.
El número de startups en España ha experimentado un crecimiento significativo en la última década. En 2021, se registraron alrededor de 11.100 startups tecnológicas, lo que representa un aumento considerable en comparación con años anteriores.
En cuanto a la financiación, en 2023 las startups españolas recaudaron aproximadamente 2.200 millones de euros en más de 850 rondas de inversión. Este crecimiento ha sido impulsado por varios factores, como la mejora del ecosistema de innovación, el aumento de la inversión de capital riesgo, y el apoyo gubernamental.
En términos de unicornios (empresas con valoraciones superiores a los 1.000 millones de euros), España cuenta actualmente con 18 unicornios situándose en la séptima posición en Europa, por detrás de países como Reino Unido, Alemania y Francia.
Este panorama sitúa a España como un ecosistema de innovación en consolidación, con una fuerte base tecnológica que ha permitido el crecimiento de sectores estratégicos para la economía digital.
Los centros tecnológicos, las universidades, los organismos públicos de investigación tanto estatales como autonómicos, las asociaciones y los clústeres hacen de nexo y tractor, proporcionando a empresas y startups nuevos ecosistemas relacionales, pero hay poca relación multidisciplinar: el ritmo de movimiento del tejido innovador es mayor al ritmo en que se conocen y colaboran las entidades.
Hay dos órdenes de aproximación a la realidad de la dinámica del ecosistema: el bottom-up y el up-bottom. Se puede contar con a un agente tractor, que abarca distintas disciplinas, pero que acompaña y dinamiza a las empresas desde una perspectiva general, o tomar una estrategia en la que se interrelacionen las empresas y startups por afinidad temática para avanzar y seguir creciendo. Actualmente tenemos ambas modalidades en España.
Todavía hay ciertas resistencias en el momento de establecer colaboraciones multidisciplinares. Hay muchas barreras legales y humanas para compartir ideas o la simple terminología, pues gran parte del esfuerzo en arrancar proyectos de investigación de interés común es bautizar las técnicas y tecnologías con un lenguaje común e inteligible para todos: el conjunto de personas que participan en un proyecto interdisciplinar parte de formaciones distintas, donde unos llaman propagación del campo electromagnético en el espacio libre, otros pueden ver una propagación de fotones y otros solo "luz".
Todo depende del punto de vista en que se mire el fenómeno y esta mirada es forjada en nuestra formación universitaria de base; ingenieros, físicos, químicos, tecnólogos, etc. Todos utilizan términos diferentes para el mismo fenómeno, incluso encontramos algunos términos diferentes dentro de una misma titulación impartida en universidades diferentes.
El primer paso para cualquier colaboración multidisciplinar efectiva en un ecosistema altamente innovador es establecer un lenguaje común basado en la empatía y la psicología social, desafiando a los equipos profesionales a superar los egos individuales y a promover el éxito colectivo mediante la comprensión mutua.
Aplicar los principios éticos y educacionales, aprendidos en las primeras etapas de formación, es fundamental para consolidar ecosistemas colaborativos porque ese será el núcleo de intersección entre los lenguajes aprendidos en etapas posteriores.
Disponer de esta base sólida y consolidada de conocimientos generales compartidos es clave para enfrentar los desafíos actuales de la industria de semiconductores, donde la innovación depende, en gran medida, de la capacidad de trabajo en equipos multidisciplinarios.
Cuando el colectivo brilla y avanza de manera cohesionada, cada individuo si brilla lo hace con más fuerza. En este contexto, la adopción de nuevas metodologías de gestión de equipos multidisciplinarios como puede ser las ágiles, scrum, Kanban, OKR, etc… resultan esenciales, donde una figura similar a un Coach (Project Manager externo o mentor) actúe como facilitador y creador del equipo de trabajo multidisciplinar, de la misma manera que un entrenador dirige y optimiza el rendimiento de un equipo, y no participa en los partidos.
Una figura ya utilizada en algunas empresas y startups como herramienta para crear y cohesionar equipos multidisciplinares enfocados al desarrollo de la industria de semiconductores y a reforzar la soberanía digital a través de la ciberseguridad y la seguridad nacional en la cadena de suministro de componentes estratégicos.
***Carles Pizarro es CEO y cofundador de QPO (Quality Photinic Optics SL).