La inteligencia artificial generativa se está convirtiendo en la cara más visible de la aceleración digital de las empresas, tanto en la automatización radical de los procesos de negocio como en la productividad de las personas. Tal puede llegar a ser el impacto de esta disrupción que, sin darnos cuenta, estamos comenzando a fantasear con escenarios en los que la mecanización y la eficiencia pueden convertirse en el nuevo patrón oro, dejando en un segundo plano otros factores igualmente claves para el crecimiento y la sostenibilidad de los negocios y de las personas.

Dentro de la infinidad de herramientas basadas en IA generativa que tenemos a nuestra disposición, los copilot son quizás las que más recorrido real están teniendo en las empresas, porque son el resultado de la suma del liderazgo de Microsoft con sus soluciones empresariales, en particular Microsoft 365, y del liderazgo de OpenAI, creador de los modelos GPT más avanzados.

¿Y qué es un copilot? Una herramienta conversacional basada en inteligencia artificial generativa que, entre otras muchas cosas, ayuda a las personas a trabajar más rápido y mejor. A simple vista podríamos decir que no es nada nuevo, desde hace unos años ya venimos trabajando con chatbots, bien para gestionar servicios para nuestros clientes y empleados, o bien como usuarios.

Lo disruptivo de un copilot no es solo que puede responder a las preguntas que le planteamos las personas, como ya hacemos prácticamente a diario en ChatGPT, por ejemplo, sino su capacidad para construir por sí mismo soluciones que dan respuesta a cada vez más necesidades de nuestro trabajo en el día a día. Desde algo tan "simple" como, por ejemplo, construir una presentación comercial impactante para un cliente a partir de los materiales de venta existentes, resumir en Outlook cadenas eternas de emails para proponer una respuesta a nuestro interlocutor, realizar en Excel análisis profundos de los datos identificando hipótesis y conclusiones, hasta desarrollar una aplicación en Github, por ejemplo, generando automáticamente el código, modelo de datos y APIs, o incluso ejecutar un proceso completo de Recursos Humanos como, por ejemplo, el diseño del mapa de talento de nuestra organización.

La evolución exponencial de los copilots que, como su propio nombre sugiere, han sido concebidos para ayudarnos y empoderarnos, podría llegar a provocar algunas paradojas distópicas en las empresas, por ejemplo, en las áreas de gestión de personas donde, siendo su propósito ayudar a construir empresas más competitivas y más humanas, podemos encontrarnos con que la automatización radical contribuya solo a lo primero. También podría producirse una paradoja en el mundo del desarrollo de software, donde si llegara a automatizarse completamente el desarrollo de código, sus creadores podrían terminar siendo devorados por sus propias criaturas.

Por eso, antes de abrazar o demonizar la inteligencia artificial en general, y los copilots en particular, es importante que nos hagamos algunas preguntas:

¿Cómo puede afectar su adopción al modelo de negocio de mi organización?

¿Cómo puede afectar su adopción a los procesos de negocio e internos, en cuanto a eficiencia y rapidez?

¿Cómo puede afectar al día a día de las personas, en su desempeño y en su crecimiento?

¿Qué debemos hacer para adoptarla de manera digerible, segura y eficiente?

En lo que respecta a la relación de las personas con los copilots, uno de los mejores aprendizajes que ha traído la inteligencia artificial ha sido poner delante de nuestras narices, como ninguna otra tecnología lo había hecho antes, a qué no tenemos que dedicar nuestro talento, y dónde sí debemos centrar nuestros esfuerzos para seguir siendo competitivos como profesionales, que es en desarrollar aquellas competencias y factores de liderazgo sobre los que podamos sacar el mayor partido de estas herramientas, por ejemplo, la capacidad de resolver problemas en contextos de incertidumbre, la creatividad, el pensamiento estratégico, el pensamiento conceptual, o la empatía.

Empeñarnos en hacer el trabajo que ya hace una inteligencia artificial nos puede llevar a que un día, al abrir nuestro portátil, nos encontremos a una IA recitándonos aquel poema de Bécquer:

¿Qué es un copilot? / Dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es un copilot? / ¿Y tú me lo preguntas? El copilot eres tú.

 *** Alberto Blanco es Human Capital Director en Prodware y miembro de la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos (AEDRH).