La logística mueve el mundo. Este sector se ha convertido en el motor invisible que impulsa la economía y sostiene nuestro día a día. ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar cómo funciona el comercio electrónico? Entras en una web, pides un producto y a veces, incluso, esa misma tarde lo recibes en casa. Para que esta coreografía funcione con precisión y eficacia muchas empresas han tenido que hacer su trabajo hasta con varios meses de antelación.

Una complejidad que pasa desapercibida para el consumidor final gracias al know how y experiencia de sus profesionales. Sin embargo, aún queda un largo trecho por recorrer para que muchos de estos procesos depuren sus ineficiencias gracias a la tecnología. Una optimización que los usuarios, sin duda, notaremos en nuestros bolsillos.

En este contexto, el transporte de mercancías por carretera, que aporta el 4,8% del PIB y genera empleo directo a aproximadamente 600.000 personas, se consolida como la 'columna vertebral' de nuestra economía: en territorio nacional, el 96% de los bienes los mueven los camiones; al igual que el 75% de nuestras exportaciones hacia la UE, en términos de toneladas por kilómetro. Prácticamente todo se transporta en estos colosos de la carretera.

Este sector estratégico, pieza clave dentro la cadena logística global, supone mucho más que trasladar una mercancía de un punto a otro a bordo de un tráiler. La logística del transporte por carretera conlleva un complejo entramado que incluye la planificación de rutas, la gestión de las cargas, la coordinación de tiempos y plazos de entrega, el cumplimiento de todo un rosario de normativas internacionales o el empeño (y la obligación) de ser cada vez más sostenibles.

En este escenario, los corredores digitales por carretera se erigen como una solución tecnológica muy potente para facilitar una gestión segura y transparente de documentos y una coordinación eficaz de envíos entre los participantes de la cadena de suministro; conectando empresas, ciudades, regiones y países, gracias al uso de sistemas como blockchain e inteligencia artificial.

Para que estas plataformas digitales funcionen con éxito se requieren datos precisos y seguros, ecosistemas de trabajo colaborativos y contar con profesionales altamente capacitados en áreas como ciberseguridad, IA o desarrollo de infraestructura digital.

En 2002 Minority Report nos adentró en un futuro distópico en el que los datos predictivos representaban una poderosa herramienta de control social. Basada en un relato corto de Philip K. Dick, esta película nos hizo reflexionar sobre la enorme importancia de la fiabilidad de los datos que manejamos.

Dos décadas más tarde, vivimos en una sociedad cada vez más digitalizada en la que los datos de los que nos hablaba Steven Spielberg en su filme son la base sobre la que tomamos decisiones cruciales. Y los corredores digitales no son una excepción. Estos entornos virtuales precisan de datos de alta calidad para evitar errores o imprecisiones que puedan traducirse en ineficiencias en los procesos logísticos.

¿Nos hemos planteado en algún momento cómo un producto tan cotidiano como la leche de las vacas llega hasta nuestras neveras? En la cadena de suministro de este producto trabajan más de diez 'actores' diferentes. El problema es que en este sistema logístico tan dinámico las partes interesadas -cargadores, transportistas, aduanas, agentes transitarios o almacenes- no están, en muchas ocasiones, debidamente conectadas.

La buena noticia es que en los corredores digitales se opera con un enfoque colaborativo que permite la cooperación entre todos ellos incluyendo, incluso, a organismos gubernamentales.

Estas autopistas de datos no sólo optimizan los tiempos de respuesta y reducen los costes operativos de las empresas, sino que también impactan positivamente en la reducción de su huella ambiental.

Al mejorar la eficiencia en los sistemas de transporte y permitir un monitoreo más preciso se reduce el consumo de energía y las emisiones de carbono. Además, se erradican por completo los correos electrónicos y el uso del papel se reduce en un 80% (por cada diez toneladas de papel no utilizadas, se dejan de emitir a la atmósfera 4.000 toneladas de CO2).

Un dato muy ilustrador: hasta el 20% de los denominados costes ocultos de tramitación de las empresas de transporte europeas deriva de los errores que se cometen en los procesos de entrega end-to-end, derivados de operar en ecosistemas muy fragmentados y basados en papel y cataratas de emails.

Estos corredores han saltado recientemente a la prensa gracias al proyecto que acaba de lanzar la Asociación del Transporte Internacional por Carretera (ASTIC), decana de las patronales del transporte profesional terrestre en España, que facilita a sus miembros el primer corredor digital que conecta España, Marruecos y Reino Unido, dando un paso pionero en este sector de la mano de la Organización Internacional del Transporte por Carretera (IRU), que financia esta iniciativa.

Su expansión promete revolucionar el panorama económico y logístico en las próximas décadas. Los países y regiones que inviertan en ellos estarán mejor posicionados para atraer inversiones, generar empleos de calidad en sectores tecnológicos avanzados y fortalecer su capacidad para innovar.

En esta carrera hacia el futuro, los corredores digitales no son sólo un atajo; son la autopista que guiará a las naciones hacia un destino lleno de oportunidades.

***Cristina Martín Lorenzo es CEO de Usyncro.