Vivimos en una sociedad conectada en la que tenemos que formar y educar a hijos digitales. El uso de las tecnologías digitales supone un aporte trascendental innegociable para los adolescentes, tanto a nivel social como emocional, pero no cabe duda de que su introducción debe ser gradual y siempre que no interfiera en aspectos básicos de su desarrollo como tales como: la socialización cara a cara con sus iguales y con la familia, los hábitos de higiene, alimentación y sueño, y el desarrollo de actividades de ocio deportivo y social sin pantallas.
Si tanto su desarrollo cognitivo, como el contacto social y el ejercicio físico están garantizados, debemos de saber que, a través de internet y las redes sociales los adolescentes y jóvenes también encuentran diversión, placer, apoyo, comprensión y bienestar emocional, los ayuda a hacer amigos y a no sentirse solos (Estudio Unicef sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia 2021), un surtidor de afectos y experiencias en el que priman las emociones positivas y sin el que hoy, si está bien equilibrado, parecería difícil vivir.
Pero, el uso globalizado de internet y las redes sociales implica una serie de riesgos que no debemos obviar: han aumentado las cifras de ciberacoso o ciberbullyibg, sexting/sextorsión, contacto con desconocidos y posibles casos de grooming, así como el acceso a contenidos pornográficos, bulos y desinformación. Y sabemos que el acceso a estos contenidos inapropiados o para adultos, especialmente a edades tempranas, puede impactar en el desarrollo emocional de los menores, pudiendo derivar en una normalización de conductas violentas hacia la mujer o incluso causar casos de violencia grupal.
Además, el propio funcionamiento de las plataformas, por el diseño de sus algoritmos y el fomento de la dictadura de los likes, puede desarrollar problemas de estrés, ansiedad o, incluso, trastornos en la alimentación y el sueño.
Por todo ello, se hace imprescindible comenzar la conversación y el diálogo en casa con nuestros hijos e hijas para que conozcan cómo funcionan estas apps y plataformas y, de esta forma, puedan hacer el mejor uso de ellas de forma crítica y saludable, siempre y cuando tengan la edad legal para poder tener presencia en ellas y la madurez suficiente para adquirir esta responsabilidad.
Nuestra labor será formarles, guiarles y, sobre todo, supervisar su actividad digital, para que, poco a poco, vayan alcanzando su autonomía en el entorno digital al igual que lo harán en el entorno físico. Seremos un modelo en el uso de las pantallas, acampándolos en el proceso de alfabetización digital y estableciendo una buena higiene digital en el hogar.
Cuidar el bienestar emocional de nuestros niños, niñas y adolescentes comienza por fomentar una buena autoestima en el entorno físico, además de una alfabetización mediática que los prepare para convertirse en ciudadanos digitales.
Pero, ¿qué es la autoestima? Se entiende la autoestima como el conjunto de percepciones, pensamientos y valoraciones que una persona hace sobre sí misma. ¿Y qué es lo que más puede influir en nuestra autoestima?
Además de las relaciones familiares, la cultura o los medios de comunicación, las redes sociales funcionan hoy día como un gran intensificador de esa imagen idealizada que afecta a la autopercepción de nosotros mismos y, por tanto, a la autoestima, especialmente en las niñas y adolescentes.
Sabemos que los trastornos de conducta alimentaria, como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, siempre han ido de la mano de internet: los primeros foros y chats, las listas de correo, los blogs… Pero, ahora, las redes sociales son el caldo de cultivo definitivo para alimentar los TCA.
Según los datos de la campaña de Orange apoyada por la Federación Española de Asociaciones de ayuda y lucha contra la Anorexia y Bulimia (FEACAB) y la Asociación Española para el estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (AEETCA), 2019:
- Los contenidos en redes sociales que fomentan la anorexia o bulimia habían aumentado un 470% desde 2014.
- El 60% de las personas con TCA buscaban en las redes sociales contenidos que podían poner en riesgo su salud.
De ahí, la importancia de fomentar el bienestar digital. Pero ¿qué entendemos por bienestar digital? El bienestar digital se refiere al estado de equilibrio en la vida digital de una persona, donde se utilizan de manera consciente y positiva las tecnologías digitales para mejorar la calidad de vida, el bienestar emocional, las relaciones interpersonales y el desarrollo personal.
Esta noción implica una gestión responsable del tiempo de conexión, el establecimiento de límites saludables en el uso de dispositivos y redes sociales, y el cultivo de una relación positiva con la tecnología. El bienestar digital implica encontrar un equilibrio saludable entre el uso de la tecnología y otras actividades importantes de la vida, mientras se promueve una relación positiva y consciente con el mundo digital.
¿Qué podemos hacer para lograr este bienestar digital entre los más jóvenes? Factores de prevención y protección:
- Fomentar una adecuada autoestima entre ellos y ellas.
- Educar en la adquisición de buenas habilidades sociales y de comunicación.
- Potenciar el desarrollo del autocontrol, especialmente en el entorno digital.
- Saber afrontar adecuadamente el estrés y la frustración.
- Promover una buena utilización del tiempo de ocio (con y sin pantallas).
Lo que tenemos que explicarles acerca las redes sociales:
- Selección y edición de contenido: Las personas tienden a compartir en las redes sociales los aspectos más positivos y destacados de sus vidas, lo que puede perpetuar estereotipos al presentar una imagen idealizada de la realidad. Esto puede incluir imágenes de cuerpos perfectos, logros profesionales, viajes exóticos, entre otros, que pueden generar expectativas poco realistas en quienes los ven.
- Cómo funcionan los algoritmos de recomendación: Los algoritmos de las plataformas de redes sociales suelen mostrar contenido similar al que ya ha sido visto o interactuado, lo que puede crear burbujas de filtro y reforzar los estereotipos al exponer a los usuarios a contenido que se alinea con sus intereses y creencias existentes.
- Qué es la publicidad segmentada de las marcas en las plataformas: Los anunciantes utilizan la segmentación de audiencia en las redes sociales para dirigirse a grupos específicos de usuarios con mensajes que refuerzan estereotipos. Por ejemplo, la publicidad de productos de belleza dirigida a mujeres jóvenes puede promover estándares de belleza poco realistas.
- No caer bajo la presión social y validación de los demás: El número de likes, comentarios y seguidores en las publicaciones de las redes sociales se ha convertido en una medida de validación y popularidad. Esto puede ejercer presión sobre los jóvenes para que se ajusten a ciertos estereotipos y busquen la aprobación de los demás en línea.
Muchas de las influencers, celebrities o creadoras de contenido, retocan sus fotografías o vídeos antes de subirlas a sus perfiles de redes sociales. ¡Enséñales el antes y el después! Lo primordial, tanto por parte de las familias como de los docentes, es fomentar el pensamiento (competencia) crítico en las nuevas generaciones. Hacerles dudar, hacerles reflexionar. Y fomentar su autoestima.
Entonces, ¿no sería una solución prohibirles el acceso a la tecnología como hacen los directivos de Silicon Valley? Bill Gates y Steve Jobs nunca llegaron a postularse taxativamente en contra del uso de la tecnología en casa, aunque sí con matices. Bill Gates no les permitió usar el smartphone a sus hijos hasta los 14 años y puso determinadas normas y límites, como evitar su uso en la mesa o antes de dormir. Se trata de medidas acordes a lo que venimos defendiendo todos los que trabajamos en la educación digital para el buen uso de la tecnología en casa.
La clave la dio el propio Tim Cook, CEO de Apple, en 2018, cuando afirmó a The Guardian: "No todo vale en el uso de la tecnología y la educación. Esta debe aplicarse de manera coherente y en función de las materias".
¿Qué otros aspectos diferencian a las familias de Silicon Valley de cualquiera de las nuestras? Pues que ellos, en calidad de directivos de grandes empresas tecnológicas, compensarán la falta de adquisición de competencias digitales de sus hijos en el entorno escolar con sus propios conocimientos. En cambio, para muchas familias corrientes, que no cuentan con esta formación ni posición, todo lo que sus hijos no aprendan en el colegio no lo aprenderán fuera del centro.
Así que, en resumen, estamos a favor de la creatividad, la experiencia y la socialización, pero también de la tecnología, siempre que responda a una metodología y objetivos. Sin duda, en el equilibrio, y no en la prohibición, está la solución.
¿Y cómo actuar cuando creemos que ya hay un problema? Si llegase a darse una situación compleja, ante la duda o dificultad para hacer frente a esta problemática, deberemos siempre consultar con profesionales para recibir un asesoramiento adecuado. Instagram tampoco va a darnos la solución a nosotros como adultos.