En el momento de escribir estas líneas, Óscar López sigue siendo el ministro de Transformación Digital y Función Pública del Gobierno de España. Debo hacer esta puntualización de inicio, pues a lo mejor cuando usted lo esté leyendo ya no lo sea. Que ya estemos hablando del López líder de los socialistas madrileños. O del López imputado por revelación de secretos. Quién sabe.

Albergo grandes dudas sobre si Óscar López sabe que es ministro. O, más específicamente, si conoce cuáles son las responsabilidades que residen bajo su cartera. Desde su nombramiento en septiembre, apenas ha dado un par de discursos públicos en eventos del sector, no ha realizado ningún anuncio de relevancia y ni tan siquiera ha presentado una hoja de ruta de lo que pretende hacer al frente de este Ministerio. 

De lo poco que ha dicho nos podemos quedar con promesas continuistas sobre anuncios ya conocidos -como la ley de centros de datos o la de ciberseguridad-. En ambos casos, todo pinta a que el Gobierno incumplirá los plazos que ellos mismos se han impuesto, tal y como hemos denunciado esta semana desde DISRUPTORES - EL ESPAÑOL.

Pero sigamos con las sensaciones agrias: desde el Ministerio trasladan continuamente que se encuentran "planificando" y terminando con la transición de poderes, que todavía están a la espera de instrucciones o que directamente desconocen qué va a pasar con todo el trabajo ya realizado y el que está en marcha. Incertidumbre total la que se respira en el colosal edificio de Madrid Río que estrenó el antecesor de López en estos negociados, José Luis Escrivá.

Escrivá fue el primero de esta serie de 'juguetes rotos' que parecen ser las figuras que Moncloa coloca al frente de este Ministerio. Una oficina de colocación, una suerte de limbo en el que altos cargos públicos esperan su nuevo destino mientras pueden entregar tarjetas de visita con el membrete oficial. Escrivá no duró ni un año antes de irse, como se venía rumoreando desde el primer segundo, al Banco de España. Y, ahora, Óscar López forma parte supuestamente de una trama para hacerse con el control del PSOE madrileño, su verdadero destino soñado si la Justicia no se lo impide.

El mismo día del intercambio de carteras, le pregunté directamente a López si iba a ser un ministro técnico o meramente político. Me contestó que sería una mezcla de ambos perfiles. Lo segundo lo hemos visto con creces, pero de lo primero todavía estamos esperando alguna prueba... si le da tiempo antes de abandonar el barco, claro está.

Ya advertí en septiembre que sería una estulticia creer que el caos beneficia a ningún sector económico, al menos no este tipo de caos. Lo primero que busca cualquier empresa es seguridad jurídica y tranquilidad desde la clase política. En otras palabras: conocer las reglas de juego y a quienes las aplican. Sin embargo, en el que deberíamos denominar como el 'Ministerio de los Juguetes Rotos' parece que se han instalado el caos y el vacío de poder más extraordinariamente ordinarios.