Inteligencia artificial en 2025: el año de la revolución silenciosa
Hacer predicciones sobre tecnología es un ejercicio tan fascinante como arriesgado. Basta con imaginar cómo las películas futuristas de los años 80 representaban un siglo XXI repleto de coches voladores, enormes colonias humanas en Marte y robots humanoides similares a los de Star Wars que ayudarían en nuestras tareas domésticas. Sin embargo, la realidad de nuestros días es mucho menos sugerente. Los coches eléctricos aún no despegan, vivimos en minipisos con precios de otro planeta, y el ayudante doméstico más parecido a C-3PO es la Roomba que se atasca en nuestra alfombra.
Tenemos que asumir que, a la hora de predecir, nuestros sesgos, sueños o incluso creencias generan una enorme brecha entre las expectativas que despierta una nueva tecnología y la realidad que nos encontramos años más tarde.
En palabras de Roy Amara, las personas tendemos a sobreestimar el impacto de una tecnología en el corto plazo, pero subestimamos su efecto a largo plazo. Un ejemplo reciente de esta ley lo estamos viviendo en las enormes expectativas creadas alrededor de la inteligencia artificial.
2024: el auge de los modelos generativos
Todos nos hemos maravillado con estas tecnologías, y aplicaciones como ChatGPT generaron una ola de atención sin precedentes desde su lanzamiento en noviembre de 2022. En tan solo dos meses, alcanzó 100 millones de usuarios, siendo la aplicación de mayor crecimiento en la historia moderna, superando a TikTok y a Instagram.
Mientras, herramientas como DALL-E, Gemini y Midjourney nos mostraron impresionantes avances en la creación de contenido visual y textual, dando la impresión de que nos acercábamos a la "Inteligencia Artificial General" que estábamos familiarizados a ver en películas.
Sin embargo, el entusiasmo inicial ha ido dando paso a una etapa más realista. Las "alucinaciones" de los modelos—respuestas incorrectas o incoherentes—evidenciaron sus limitaciones. Tanto es así que Gemini, pese a las altas expectativas, tuvo errores evidentes que hicieron tambalear las acciones de Alphabet en sus presentaciones.
Esta tecnología ha creado una burbuja de expectativas y, en muchos casos, de frustraciones. Sin embargo, también ha demostrado capacidades asombrosas que seguirán evolucionando. En los próximos años veremos cómo estos modelos se vuelven más complejos, integrándose en nuestros dispositivos móviles, dejando atrás su uso a través de plataformas web para estar incorporadas en nuestras aplicaciones de uso diario.
Tal y como expresaba la Ley de Amara, parece que hemos sobreestimado las capacidades de la IA Generativa a corto plazo, pero aún nos queda por descubrir cuál es el impacto que estamos infravalorando a largo plazo.
2025: la aparición de los agentes de IA
Durante este año comenzaremos a escuchar un nuevo nombre, los agentes IA. A diferencia de los modelos generativos, estos agentes no solo responden, sino que planifican, toman decisiones y son capaces de ejecutar tareas de manera autónoma.
Este mes de diciembre OpenAI ha presentado Operator Agent y Google ha hecho lo propio con Jules y Project Mariner. Estos primeros agentes IA prometen ofrecer capacidades prácticas y avanzadas. Marcando el inicio de un proceso de innovación tecnológica fuera del foco mediático, sin ruido, pero con un enorme impacto en el futuro de la empresa y el mercado laboral.
Este fenómeno forma parte de la llamada hiperautomatización, un término popularizado por Gartner, que describe el uso combinado de tecnologías avanzadas para automatizar tareas más allá de las capacidades humanas. Los agentes IA forman parte de una revolución silenciosa, que sienta las bases de un futuro donde la inteligencia artificial no solo sea útil, sino indispensable.
Inicialmente, los agentes de IA actuarán como ayudantes para empleados, lo que Microsoft denomina copiloto. Gestionando correos electrónicos, informes y otras tareas repetitivas. Paulatinamente se irán integrando con nuevas aplicaciones en los sistemas de las compañías, donde los procesos son más controlados y no requieren las implicaciones de una IA generativa.
Con el tiempo, asumirán roles más complejos, ejecutando flujos de trabajo completos y colaborando con sistemas, personas y otros agentes. Cada vez irán requiriendo una menor intervención humana hasta alcanzar la plena autonomía, asumiendo tareas más complejas, y transformando profundamente la manera en que trabajamos. Finalmente, los reconoceremos como "empleados digitales".
Un futuro prometedor y complejo
En 2025, continuarán las enormes inversiones de desarrollo sobre los actuales modelos fundacionales, que serán cada vez más potentes, pero también más costosos y complicados de mantener.
Sus funcionalidades crecerán al ritmo de las enormes inversiones, trayendo consigo impresionantes avances y nuevas frustraciones. Paralelamente, el impacto silencioso de la automatización transformará el mundo tal y como lo conocemos.
En este nuevo escenario, las tareas tediosas y repetitivas dejarán de ser humanas. En principio, permitiendo que nos enfoquemos en actividades más creativas y estratégicas. Pero si algo nos enseña la Ley de Amara es que el futuro tecnológico rara vez se desarrolla como esperamos, y su impacto suele ser mucho más profundo de lo que imaginamos.
***Ángel Galán es director del área de Data Science e Inteligencia Artificial en IMMUNE Technology Institute.