"La educación es lo que sobrevive cuando lo aprendido ha sido olvidado". B. F. SKINNER.
Estamos a punto de acabar el año y me vais a permitir la licencia, aunque no sea propio de mí, de expresar de un modo algo malsonante lo que últimamente más me ronda el pensamiento: y es que la Educación española es como “el coño de la Bernarda”, donde todo perro pichichi entra, opina, hace y deshace. Pero a diferencia del santo genital que parecía “sanar” los problemas, nosotros, los agravamos más si cabe…
Podría decir lo mismo de la Sanidad, que también está fina, pero, al menos, en este caso, los profesionales sanitarios conservan la “autoridad”, relevancia y profesionalidad que a los docentes se les quitó de un plumazo hace años. Pero ¡ojo!, que no estoy diciendo que es por culpa del alumnado que se toma por el pito de un sereno a los profesores… Es que, previamente, ya se lo tomaron los gobiernos, ministros y administraciones pertinentes; los padres y madres de “mi hijo no ha hecho eso”; y, en general, toda la sociedad que siempre soltamos la tradicional frase de: “los jóvenes de ahora son más vagos y menos listos”, y la culpa, por supuesto, es de los profesores y… ¡del móvil!
"La gente joven necesita modelos, no críticos". JOHN WOONDEN.
No soy política, afortunadamente para mi salud mental y la de los míos (y mira que sé de lo que hablo), pero que en los últimos 40 años se hayan promulgado ocho leyes educativas, cada una impulsada por el gobierno de turno, pues parece que es un hecho que va a afectar si o si a la calidad de la enseñanza. ¿Por qué? Porque es imposible mantener a la comunidad educativa (docentes, equipos directivos, consejos escolares, coordinadores) implicada sabiendo que deben adaptarse constantemente a nuevos currículos y metodologías.
Y si ya de por sí no teníamos suficiente polarización e ideología en torno a la Educación con los debates acerca del nivel educativo actual del alumnado, de la financiación de la concertada, la segregación escolar, la privatización de recursos o la equidad en el acceso a recursos educativos, pues ahora hemos metido también la tecnología en la ecuación.
¿Pantallas en el aula sí o no? La clave está cuáles, cómo y para qué.
Es innegable que la tecnología digital ha traído consigo una gran cantidad de oportunidades para la educación. Uno de los mayores avances ha sido la posibilidad de democratizar y personalizar el aprendizaje del alumnado. Por ello, no debemos plantear el debate sobre "las pantallas en el aula" generalizando en el concepto de "pantallas" sin explicar ni distinguir a qué nos referimos, pues ni los riesgos ni las oportunidades son equiparables.
Cuando hablamos de los mayores riesgos que se producen en relación con la tecnología, normalmente, nos referimos a todas las plataformas y aplicaciones que se utilizan en dispositivos personales y en el ámbito familiar, como los videojuegos, redes sociales o aplicaciones de mensajería. Este tipo de tecnologías, especialmente cuando se utilizan sin supervisión o límites claros y a edades tempranas, como estamos viendo durante los últimos años, puede fomentar problemas de dependencia excesiva, falta de atención y concentración, así como tener efectos negativos en la salud física y mental de los jóvenes, como sedentarismo, problemas de sueño, ansiedad y depresión.
"Tenemos que preparar a los estudiantes para su futuro, no para nuestro pasado". IAN JUKES.
A diferencia del uso pasivo y meramente consumista de contenidos que hacen los menores con sus dispositivos personales, el uso educativo de tecnologías digitales, no la mera digitalización de los libros de texto como se ha venido haciendo durante años en muchos centros, y en diferentes comunidades autónomas, ofrece una serie de oportunidades que debemos tener claras.
Pero como explica M.ª del Mar Sánchez Vera, Profesora titular de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia, y experta en Tecnología Educativa: "La digitalización no consiste en que las familias compren un portátil para que su hijo o hija memorice contenidos en una pantalla. Se trata de que los centros educativos dispongan de los medios digitales necesarios y los utilicen de forma estratégica y pedagógica, integrándolos con otros recursos en actividades diseñadas con un propósito didáctico claro. Es fundamental cuestionarnos el 'para qué' de la tecnología, orientándola hacia el desarrollo de la competencia digital. La digitalización no es un fin en sí misma, sino un medio para construir una educación más innovadora e inclusiva".
Uno de los mayores avances, como decíamos, ha sido la posibilidad de personalizar el aprendizaje. A través de plataformas educativas y herramientas digitales, los estudiantes pueden aprender a su propio ritmo, acceder a materiales adaptados a sus necesidades y explorar temas que les interesan de manera más profunda.
También ha democratizado el acceso a la información. Hoy en día, cualquier estudiante con una conexión a Internet puede acceder a bibliotecas digitales, cursos en línea y recursos educativos de todo el mundo. Las fronteras físicas han dejado de ser un impedimento para el aprendizaje, y esto ha abierto oportunidades invaluables para los jóvenes, especialmente en comunidades que antes estaban excluidas de estos recursos.
Además, estamos asistiendo a la aplicación de la Inteligencia Artificial en el ámbito escolar de una manera muy activa. Si utilizamos la IA de manera responsable, estratégica y pedagógica, podremos potenciar el aprendizaje del alumnado, su curiosidad y creatividad. Desde los tutores virtuales personalizados y con retroalimentación para los estudiantes hasta la adaptación y personalización de los contenidos basados en el aprendizaje de sus alumnos para el profesorado.
Pero es esencial enseñar a las nuevas generaciones a utilizar la IA no como una herramienta que sustituya tanto la interacción como la innovación humana, sino como un medio para enriquecerla. Y para ello, tanto los docentes como las familias necesitan ayuda para poder acompañarlos en esta nueva revolución tecnológica, y que lo hagan de forma informada y crítica. No podemos dejar que las nuevas generaciones, que sabemos que el 82% del alumnado de 14 a 18 años ya utiliza IAs generativas, lo hagan de modo autodidacta.
"La educación genera confianza. La confianza genera esperanza. La esperanza genera paz". CONFUCIO.
Miremos al futuro con positivad porque solo así podremos construirlo de la forma más segura y ética.
Como siempre ocurre con la tecnología, el problema no es la herramienta sino cómo se utiliza. Estas herramientas no solo mejoran el aprendizaje de contenidos, sino que desarrollan competencias transversales críticas en el siglo XXI.
Desde el ámbito familiar también tendremos que acompañarlos para, por un lado, evitar su máxima dependencia, y por otro, evitar que caigan en la desinformación. Lograr un Bienestar Digital, es decir, ese equilibrio entre las horas de conexión y las necesarias horas sin pantallas es esencial para evitar los posibles riesgos del entorno digital y lograr una relación saludable con la tecnología.