"El Foro Económico Mundial predice que para 2025, el 44% de las habilidades clave cambiarán. Pero los trabajadores más valiosos no serán especialistas. Serán polímatas". Con estas palabras, Mervine Gowry ilustra en su artículo "The Future of Jobs in 2025" una realidad que está transformando el mundo laboral. En un contexto de disrupción tecnológica y cambios acelerados, la especialización, antes venerada, parece quedar relegada frente a una nueva figura: la del polímata, capaz de tejer conexiones entre disciplinas y adaptarse a cualquier entorno con agilidad.

La historia está llena de polímatas que forjaron el curso de la humanidad, desde Imhotep, arquitecto y médico del Antiguo Egipto, hasta Marie Curie, pionera en la radiactividad. Leonardo da Vinci es quizá el ejemplo más conocido, un hombre capaz de sobresalir en campos tan dispares como la pintura, la anatomía o la ingeniería. Pero no está solo. Hipatia de Alejandría, que brilló como astrónoma, filósofa y matemática, es otro reflejo de cómo la polimatía trasciende el tiempo.

En la Edad Media, figuras como Hildegarda de Bingen, médica y compositora, o Ramon Llull, filósofo y teólogo que desarrolló métodos lógicos y combinatorios, precursores de la computación moderna, siguieron expandiendo los límites del conocimiento. Con el Renacimiento, nombres como Galileo Galilei, Benjamin Franklin o Maria Gaetana Agnesi aportaron descubrimientos en múltiples campos. Jeanne Baret, exploradora y botánica, desafió las normas de su época para circunnavegar el mundo.

El avance hacia la modernidad nos deja a Nikola Tesla, genio de la electricidad y la innovación, Hedy Lamarr, actriz e inventora, y Rosalind Franklin, cuya investigación fue clave para descubrir la estructura del ADN. No faltan ejemplos contemporáneos: Mae Jemison, ingeniera y astronauta; Lisa Randall, física teórica; o Indra Nooyi, empresaria y estratega.

A lo largo de la historia, diversos polímatas, hombres y mujeres, han moldeado el mundo con su versatilidad y creatividad. La diversidad de estas figuras refleja una verdad universal: la polimatía está al alcance de todos. No se trata solo de dones excepcionales, sino de una forma de abordar la vida con curiosidad insaciable, deseo de aprendizaje constante y apertura a nuevas disciplinas.

Hoy, el mundo empresarial empieza a redescubrir el valor de estos perfiles. Elon Musk, con su capacidad para liderar proyectos en múltiples industrias, y Anne Wojcicki, bióloga y cofundadora de 23andMe, son claros ejemplos de cómo la polimatía impulsa la innovación en la economía del siglo XXI. La figura del polímata es más que una rareza del pasado: es la clave para navegar los desafíos futuros.

Carlota Corzo, CEO de Lázzaro y patrona de la Fundación Youth Business Spain, destaca que habilidades como la adaptabilidad, la creatividad o la innovación resultan cada vez más difíciles de encontrar. Corzo señala que en un mundo donde la tecnología y la globalización avanzan más rápido que las personas, los polímatas se convierten en figuras esenciales para el crecimiento sostenible de las empresas y la sociedad.

Sin embargo, hay una paradoja. Un estudio de Forbes muestra que, mientras el 98% de los niños de cinco años exhiben niveles de creatividad de genio, solo el 2% de los adultos conserva esa capacidad. Las estructuras educativas y empresariales tienden a sofocar la creatividad, reforzando la especialización y limitando la expansividad del pensamiento. No obstante, es fundamental reconocer que la especialización también juega un papel crucial. Los mayores avances e innovaciones a menudo emergen de la colaboración entre especialistas y generalistas, creando un entorno donde las fortalezas de ambos perfiles se complementan.

La buena noticia es que todos podemos fomentar la polimatía en nuestras vidas. Cultivar la curiosidad, mantener el deseo de aprender, colaborar con personas de distintos campos y permitirnos explorar nuevas disciplinas son pasos esenciales para lograrlo. La polimatía no está reservada a genios o figuras históricas; es una actitud, una forma de relacionarnos con el mundo y con nosotros mismos. Cada persona tiene el potencial de conectar conocimientos diversos y aportar soluciones innovadoras.

Además, la Inteligencia Artificial Generativa (IA Gen) está actuando como catalizador para el desarrollo de la polimatía, proporcionando acceso a vastas cantidades de información, generando contenido educativo personalizado y facilitando nuevas conexiones entre disciplinas. La IA no solo amplía el acceso al conocimiento, sino que también fomenta la creatividad y acelera el aprendizaje, allanando el camino para una nueva generación de polímatas.

Para que la polimatía florezca en las organizaciones del presente, es necesario rediseñar los entornos de trabajo. Las empresas deben identificar, nutrir y retener a los polímatas, fomentando una cultura donde se premie la interdisciplinariedad y se valore el aprendizaje continuo. El futuro pertenece a quienes puedan conectar los puntos de diferentes disciplinas y construir algo nuevo.

*** Paco Bree es director de programas de innovación de Deusto Business School y director general de Inndux.