En 2025 nos encontramos a mitad de camino del 'Itinerario hacia la Década Digital', el programa europeo que, desde 2021, guía los pasos de para capacitar a las empresas y a las personas para un futuro digital sostenible, más próspero y centrado en el ser humano.
Este itinerario establece la estrategia de la Unión Europea para lograr su transformación digital con vistas y acciones en 2030, y lo hace en función de unos objetivos y metas a alcanzar en un conjunto seleccionado estratégicamente de entre cuatro ejes tecnológicos: capital humano, conectividad, integración de la tecnología digital y servicios públicos digitales.
En un contexto donde lo digital deja de ser opcional y pasa a ser esencial, conviene analizar en qué punto nos encontramos del camino hacia nuestros objetivos, y tomar, en su caso, acciones correctivas que aseguren su consecución.
Según el informe sobre la Década Digital publicado por la Comisión Europea el pasado mes de julio, comenzamos 2025 sabiendo que Europa necesita reforzar la acción colectiva de los Estados miembro para alcanzar los objetivos digitales propuestos para 2030, especialmente en inversión, capacidades digitales y adopción de inteligencia artificial.
Las principales dificultades detectadas hasta la fecha incluyen la necesidad de inversiones adicionales, tanto de ámbito nacional como de la UE. En particular en los ámbitos de las capacidades digitales, la conectividad de alta velocidad (no en el caso de España, siendo un indicador en el que destacamos y en el que seguro alcanzaremos nuestros objetivos), la adopción de la inteligencia artificial y la analítica de datos por parte de las empresas, la fabricación de semiconductores y el desarrollo de ecosistemas de startups digitales.
Entre los objetivos 2030 de difícil cumplimiento siguiendo el ritmo actual, llama la atención que la adopción de la IA, la nube o los macrodatos por parte de las empresas europeas se situará muy por debajo del objetivo del 75% de la Década Digital. Con este balance de final de año, las empresas europeas deben reajustar sus hojas de ruta para 2025 si quieren alcanzar finalmente los objetivos establecidos para 2030.
En el caso de España, los temas más importantes en los que poner foco y esfuerzo son la capacitación y el talento, la transformación digital de las empresas y los servicios públicos digitales.
La brecha entre el talento disponible y el requerido en el sector TIC es quizá uno de los mayores desafíos que enfrentamos. No se trata solo de una cifra. Detrás de ese 90,9% de empresas que reportan dificultades para contratar, de acuerdo con datos de AMETIC, están las historias de proyectos aplazados, innovaciones detenidas y oportunidades que se desvanecen.
En cuanto a la digitalización de las compañías, tenemos que ver cómo las empresas españolas -grandes, pequeñas y medianas – pueden utilizar la digitalización para mejorar sus procesos, la experiencia de cliente y reducir costes de forma eficiente; aprovechando los últimos años de los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y resto de Fondos Europeos y Nacionales; haciendo un gran esfuerzo en la ejecución de estos fondos por parte de la administración, dónde aún nos quedan porcentajes importantes que ejecutar, como es el caso de los Fondos Next Generation EU.
Respecto a la digitalización de los servicios públicos digitales, España debe seguir fomentando la digitalización de procesos y trámites, sobre todo por parte de la Administración General del Estado y de las administraciones locales. Debemos continuar con los esfuerzos relacionados con la identidad digital única, y la compartición de datos con garantías, pero eficaz entre distintas Administraciones públicas.
En cualquier caso, y más allá de las estadísticas y datos, la digitalización también nos invita a reflexionar sobre qué tipo de sociedad queremos construir. No se trata solo de alcanzar cifras, sino de cómo llegamos a ellas.
Durante este último año he visto de primera mano el impacto transformador que puede tener la tecnología cuando se implementa con un propósito claro y una visión inclusiva. Por eso, en esta carrera hacia 2030 es vital que cada empresa, universidad y organismo público entienda que su papel es crucial. Estamos construyendo el futuro de nuestra economía, pero también el de nuestras comunidades y nuestras familias.
En este punto, me permito ser optimista. España tiene el talento, la creatividad y la determinación necesaria para destacar. Lo que necesitamos ahora es concentrar estos esfuerzos en una dirección común. La tecnología no es el fin, es el medio para alcanzar una sociedad más justa, sostenible y próspera.