En muchas batallas de la contienda digital, Europa se ha quedado atrás frente al poderío de Estados Unidos y China. Con escasas salvedades y algún que otro fuego de artificio, la milicia tecnológica del Viejo Continente no ha podido con el capital y el tamaño del mercado de sus dos rivales. Pero hay un arma con cuyo uso la Unión Europea sí ha marcado diferencias: la privacidad.
Históricamente, Europa siempre ha sido un terreno más protector respecto a los derechos de los usuarios que EE. UU. o China. Un camino que llevó a la aprobación en 2016 del Reglamento General de Protección de Datos (o GDPR), que entró en vigor dos años más tarde. Una norma pionera por su calado y extensión que no ha tardado en convertirse en la linterna que guía el sendero del resto del mundo.
Así lo entienden las grandes multinacionales tecnológicas, que han incorporado esta legislación como su particular estandarte a escala global.
"Europa ha sido un pionero exitoso en este campo, creando un buen marco regulatorio. El GDPR ha sido un gran catalizador de la privacidad a escala global y ha hecho incluso que la regulación norteamericana se vuelva algo más 'europea'", destacaba Keith Enright, Chief Privacy Officer de Google, durante el CES 2021.
En la misma línea, Anne Toth, directora de Confianza en Alexa/Amazon, defendía que a pesar del poco tiempo de vida del GDPR, "ha hecho que el interés por la privacidad haya crecido enormemente, no sólo en Europa, sino en todo el mundo. De hecho, la regulación europea siempre ha estado muy ligada a la protección de datos, por lo que su mayor impacto no ha sido precisamente allí, sino en países que no tenían este trabajo previo hecho, como Estados Unidos".
Sin embargo, la imprescindible aproximación a la privacidad en los entornos digitales tiene un caballo de Troya cuyas consecuencias no deben ser ignoradas: la heterogeneidad normativa.
"Hay más de 100 regulaciones de privacidad en el mundo a nivel nacional, a sumar las de menor entidad", reconoce Toth. "Y es cierto que hay diferencias entre los países que debemos respetar, no imponer algo similar a la GDPR en todos ellos. Pero sí que hay que tratar de homogeneizar lo máximo posible".
Más contundente en este tema se mostraba Damien Kieran, Chief Privacy Officer en Twitter. "La gente antes de la Covid viajaba y no quería tener experiencias distintas en función del país de donde esté: los usuarios quieren tener una experiencia consistente", defendía el ejecutivo. "Y esto es un reto para las empresas tecnológicas en términos de geolocalización y políticas de uso, pero también es un inconveniente para los propios usuarios. En nuestro caso, que se supone que fomentamos una conversación global, si está en algunos países más limitada que otros, es un riesgo".
Importancia creciente
El interés por la privacidad de los datos en internet no es baladí ni algo que responda únicamente a la mayor presión regulatoria: hechos como la pandemia de la Covid-19 han servido también de acicate para que la sociedad ponga sus miras en el uso de esta información por parte de las grandes tecnológicas.
"Siempre ha sido un reto para nosotros asegurarnos de que los usuarios finales entienden y comprenden cómo se usan sus datos, cuáles son las políticas de privacidad. Pero es cierto que en 2020 hemos visto cómo ha habido un incremento en el interés de la sociedad por estos temas", admitía Keith Enright. Ante ello, el directivo de Google apela a la "necesidad de colaboración pública-privada para seguir navegando entre tanto avance tecnológico y asegurando siempre la máxima protección para los usuarios".
Una alusión a los retos que la privacidad presenta no sólo en los servicios y plataformas más cotidianos, sino en áreas emergentes que escapan a nuestra vista superficial. "El desafío de la transparencia estará en la inteligencia artificial y el machine learning, conforme estas tecnologías van a estar incorporadas en más y más entornos de nuestra vida", añadía Kieran (Twitter). "Y espero que haya una ley federal en EE. UU. sobre privacidad en los próximos dos años más que nada porque hay que poner orden en los movimientos de datos internacionales".
Lo mismo ocurre con otro de los sistemas que siempre están bajo la lupa de los reguladores: los asistentes virtuales. "Vemos cada vez más usuarios que utilizan los asistentes virtuales para asuntos críticos, como accesibilidad o facilitar el contacto con personas dependientes. Y son estos casos los que nos hacen ser especialmente cautelosos y transparentes con la forma en que tratamos sus datos", presumía Anne Toth.