Vivimos en un mundo cada vez más interconectado, en el que la tecnología y la digitalización están transformando a un ritmo acelerado la economía y la sociedad. Tanto es así que durante la última década el sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) ha crecido aproximadamente tres veces más rápido que la economía general.
Al menos así es en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la que forman parte 38 Estados, y donde en 2023 el crecimiento promedio de este sector fue del 7,6%. Un dato con el que se alcanza un nuevo máximo desde 2013, según el informe Perspectivas de la Economía Digital 2024, elaborado por la OCDE.
Este documento analiza, en su primer volumen publicado, el impacto de tecnologías clave como la inteligencia artificial o las redes inalámbricas de próxima generación; al tiempo que examina su adopción por parte de empresas, personas y gobiernos, y sus repercusiones con su capacidad para cambiar todavía más nuestro entorno. En España, ese crecimiento roza el 7%, muy cerca de la media de los países analizados, pero todavía lejos de Reino Unido, que se sitúa en cabeza, registrando un 12% de crecimiento de este sector respecto al periodo anterior. A la cola, por debajo del 5% figuran la República Eslovaca, Grecia, Italia, Letonia, Noruega y Hungráia.
La brecha digital persiste
En este nuevo orden, los datos son el motor que mueve este ecosistema, generando valor. Su procesamiento requiere mayor ancho banda, más velocidad y menor latencia. Casi todos los países de la OCDE han desplegado redes 5G y están comenzando a investigar tecnologías "más allá de 5G" o "6G". Los despliegues comerciales de esta última no se esperan para antes de 2030.
El informe, a su vez, recoge que estas tecnologías están empezando a proporcionar conectividad de calidad, especialmente en áreas rurales y desatendidas, ayudando a reducir la tan mentada brecha digital. Sin embargo, y a pesar de estos avances, las habilidades para utilizarlas siguen siendo desiguales.
Mientras que la computación en la nube y los dispositivos de Internet de las cosas (IoT) tiene un alto nivel de adopción, aquellas tecnologías basadas en datos, como la inteligencia artificial, siguen teniendo una baja penetración y están concentradas en sectores muy específicos. Por ejemplo, es en el ámbito de las TIC donde más se emplea La IA generativa, representando al 28% de las compañías de la OCDE que ya están haciendo uso de ella.
Crear igualdad de condiciones en su acceso e invertir en la formación de capacidades digitales desde edades tempranas por parte de los Estados, aceleraría su implantación. Además, según la OCDE, ayudaría a cerrar las brechas en el uso de internet, que varían según la edad, la educación y los ingresos, lo que afecta a la igualdad de oportunidades y la inclusión de los ciudadanos en el terreno digital.
Nuevas tecnologías, nuevos riesgos
El informe dedica un capítulo a analizar el futuro de la inteligencia artificial (IA) y su potencial. Reconoce que la IA generará enormes beneficios, como aumentos en la productividad, aceleración de los avances científicos y promoción de soluciones innovadoras para abordar el cambio climático.
De hecho, el interés por esta tecnología, sobre todo por la IA generativa, se ha disparado. Las inversiones pasaron de 1.300 millones de dólares en 2022 a 17.800 millones de dólares en 2023 (del 1% al 18,2% del total de inversiones de capital riesgo en IA).
Sin embargo, se advierte de que estos avances también presentan riesgos, incluidos aquellos relacionados con la confianza, la igualdad, la privacidad, la seguridad y la responsabilidad.
Desde 2022, los incidentes relacionados con la IA han aumentado significativamente, especialmente los vinculados con la IA generativa. Para garantizar que esta tecnología sea confiable y aporte beneficios, es fundamental comprender sus oportunidades y riesgos.
Algo que también ocurre con otra de las tecnologías que se menciona en este informe: la realidad virtual. Se trata de un medio inmersivo que facilita la "presencia" en experiencias que serían peligrosas, imposibles, contraproducentes o costosas en el mundo real.
Por contra, se advierte de que la privacidad y la seguridad en estos entornos requieren de nuevos enfoques. Como muestra, el informe recoge que 20 minutos en realidad virtual generan casi dos millones de datos únicos del lenguaje corporal de usuario. De ahí que el documento avise de la importancia de considerar la seguridad física y mental en estos entornos, especialmente cuando se trata de menores.