Esta semana los líderes de los principales países del mundo se han dado cita en Río de Janeiro (Brasil) con motivo de la cumbre del G-20. Este evento se ha convertido en un foro en el que dichos mandatarios debaten de forma bilateral y multilateral sobre la situación actual a nivel global y adoptan compromisos y coordinan respuestas ante desafíos de cualquier naturaleza.
Más allá de los aspectos económicos o la crisis climática, dos temas recurrentes en estas conversaciones, esta edición también ha aparecido otro elemento que ha protagonizado las conversaciones de los diferentes actores políticos: la inteligencia artificial (IA).
En concreto, los líderes del G20 se han unido en un comunicado para alertar sobre el impacto que tiene esta tecnología en el ámbito de la desinformación y el acoso digital, pidiendo una mayor responsabilidad y transparencia a las plataformas digitales.
En el documento, los mandatarios reconocen que este tipo de aplicaciones han cambiado la forma de los ecosistemas digitales, así como las interacciones online al amplificar y facilitar la comunicación, pero, a la vez, insisten en que herramientas como la inteligencia artificial también han cambiado "la escala, la velocidad y el alcance" de la desinformación. Así, piden a los responsables de estas plataformas un mayor compromiso en la protección de la veracidad dentro de las mismas en consonancia con los marcos legales aplicables.
Según precisan en dicho comunicado, trabajarán con "las partes relevantes" para avanzar en este cometido.
También, los principales líderes a nivel mundial señalan la importancia de la explicabilidad en relación a los datos y algoritmos utilizados en estos procesos, así como la apuesta por una moderación de contenidos que respete la propiedad intelectual y la privacidad.
No obstante, el mensaje de los mandatarios no solo se centra en la parte negativa de esta tecnología, sino que reconoce su potencial como herramienta para la prosperidad y la expansión de la economía digital global. Por ello, apuntan, es importante apoyarse en ella para resolver desafíos, pero siempre con el foco puesto en la responsabilidad e inclusión de su uso, así como con una visión humanista.
Siguiendo la estela europea
La demanda de los líderes de los principales países coincide con la línea marcada por la Unión Europea en los últimos años. Este organismo ha desplegado o está en trámites de desplegar diferentes cuerpos normativos en los que se persigue la desinformación en las grandes plataformas.
Por ejemplo, a través de la Ley de Servicios Digitales (Digital Service Act, DSA), la UE obliga a las plataformas online (entre las que se incluyen las redes sociales) a moderar sus contenidos, retirar los que sean ilegales y hacer los algoritmos más transparentes. Así, esta ley persigue hacer de Internet un lugar más seguro y responsable y garantizar que "lo que es ilegal offline, sea ilegal también online".
A ella se suma el célebre Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial (IA Act), una de las normas más relevantes del ecosistema comunitario en los últimos años. Esta legislación adopta un enfoque basado en el riesgo con el objetivo de reducir los posibles daños derivados de la aplicación de dicha tecnología. A pesar de que ya ha entrado en vigor, no será de obligado cumplimiento en su totalidad hasta agosto de 2026.
La importancia de la ley de IA recae en que, a pesar de que su ámbito de aplicación es únicamente europeo, fue concebida con una vocación global, es decir, para que fuese replicada posteriormente en el resto del mundo, algo similar a lo que pasó con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en su momento.
La propia Carme Artigas, uno de los rostros visibles tras el impulso a esta norma, que en el momento de despliegue ocupaba el cargo de secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial del Gobierno de España, insistió en este proceso y precisó que el documento de la IA Act sería, de hecho, la base sobre la que trabajaría el organismo consultivo de inteligencia artificial de la ONU.