El 23,5% de los contratos de especialistas TIC firmados en España entre enero y agosto de 2021 corresponden a programadores informáticos.

El 23,5% de los contratos de especialistas TIC firmados en España entre enero y agosto de 2021 corresponden a programadores informáticos. Ilya Pavlov, Unsplash.

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Oportunidades y retos de los programadores en España: rompiendo mitos y brechas a golpe de código

Profesionales, estudiantes y escuelas de formación cuentan a D+I las oportunidades laborales de un sector en el que persisten los prejuicios.

19 diciembre, 2021 03:27

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“La de programador es una profesión como cualquier otra. Hay que desmitificarla. A mí me resulta más fácil levantar un servidor que hacer el trabajo de una enfermera”. Estas palabras las pronunciaba hace unas semanas la ingeniera Silvia Cobo Gómez durante la celebración de una jornada organizada por Womenalia sobre la mujer en el mundo de la programación.

Cobo también recordó el momento en el que, a pesar de su formación, en una empresa la pasaron al departamento de documentación “porque las mujeres lo hacemos mejor. Les agradecí el cumplido –recuerda con sarcasmo–, pero no me dejaban programar”. Ahora, sí se dedica a ello como parte del equipo de Clarity AI.

Este testimonio es sólo un ejemplo de los sesgos que todavía existen en el sector de la programación, que en los últimos años ha restado presencia femenina. Un dato revelador: en 1985 un 30% de quienes se matriculaban en Informática en las universidades españolas eran mujeres, en 2016 el porcentaje cayó hasta el 12%, según una investigación de la Universidad de Granada. En el curso 2018-2019 (últimos datos disponibles) las mujeres no alcanzaron el 10% del total.

Dar visibilidad a los perfiles de programadoras y desmitificar la formación necesaria para estas posiciones son dos de los factores que ayudarán a cerrar esta brecha. “Es una ciencia nueva, hay que hablar de ella desde edades muy tempranas y explicar que el mundo del dato es muy creativo”, expuso Juan Ramón González, fundador y director de Mática Partners, durante el mismo evento.

En esta empresa, dedicada a desarrollar soluciones desde la gestión y el análisis de datos, “ponemos empeño en diseñar una política de inclusión en todas las áreas. Las compañías tienen la obligación de controlar determinadas situaciones y atajarlas”, asegura. “Cuando se busca talento, la igualdad llega sola”.

Mejora de la empleabilidad

Encontrar ese talento empieza a complicarse. El número de empresas que necesita incorporar perfiles técnicos a su plantilla crece motivado, sobre todo, por la conversión de los negocios hacia modelos más digitales. 

El de full stack developer –aquellos que dominan tanto los desarrollos relacionados con el negocio (backend) como la parte de cliente (fronted)– es el más demandado en esta área, según el ‘XVI Informe Los+Buscados’, de Spring Proffesional.

Dependiendo de las políticas de contratación de las compañías, estos profesionales pueden ser graduados en Ingeniería Informática o haber cursado un Ciclo Formativo de Grado Superior en Desarrollo de Aplicaciones Informáticas.

Hay una tercera vía, más rápida, que son aquellos que se incorporan al mercado laboral después de haber finalizado un bootcamp,. Consiste en un curso intensivo de 3 a 6 meses en el que se aprende a programar, independientemente de la experiencia profesional y conocimientos que tenga cada persona. 

Nacho de Pinedo, director y fundador de ISDI, durante una clase en su escuela.

Nacho de Pinedo, director y fundador de ISDI, durante una clase en su escuela.

Con 36 años, Pablo Villamaña eligió este camino. Estudió arquitectura, pero fue su afición lo que le llevó a dedicarse al oficio de relojero durante 12 años. “Empecé reparando, pero poco a poco fui adquiriendo otras responsabilidades como gestor de calidad y reporting. Eran tareas muy rutinarias y decidí formarme para automatizarlas”, cuenta a D+I durante una conversación telefónica. 

Cursó el bootcamp de analista de datos en Ironhack, aprendió Phyton y su curiosidad aumentó: “En mi empresa no tenía posibilidades de crecer, así que busqué alternativas y en dos meses estaba trabajando en una consultoría en visualización, vida y entrega del dato para clientes como Repsol”.

La edad de Pablo no encaja en el perfil más común de los alumnos de las escuelas de formación en programación. La horquilla es de los 26 a los 35 años, aunque se empiezan a detectar algunos cambios.

“Hasta hace poco, los alumnos eran mayoritariamente gente joven, pero cada vez nos encontramos con personas de más edad que quieren reciclarse”, apunta a este periódico Nacho de Pinedo, fundador y director de ISDI, que desde noviembre ha integrado en su estructura la escuela de programación web Skylab.

Arquitectos, historiadores, directores financieros, psicólogos… Los perfiles profesionales de los alumnos son diversos, pero la motivación es la misma: la empleabilidad

“También acuden a nosotros personas que no han encontrado su camino en el sistema de educación tradicional, que han empezado carreras o formaciones profesionales relacionadas con la informática, pero que la falta formación práctica no les permite sentirse totalmente cómodos o sienten que no podrán conseguir un trabajo tan rápidamente”, afirma Víctor Gómez, máximo responsable en España de 4Geeks Academy.

Sector masculinizado

Lo que sí se mantiene inalterado, corroborando los datos del principio de este reportaje, es que en estas aulas hay más hombres que mujeres. “El mundo de la programación desde sus inicios ha sido un sector muy masculino, pero esto está cambiando. En nuestras aulas cada vez hay más mujeres (el porcentaje ahora es del 40%) que vienen de otras áreas y que encuentran en la formación tecnológica una buena salida profesional”, detalla Valentín Cortés, director del campus de Ironhack.

Este es el caso de Patricia Muñoz, con estudios en Diseño de Moda. Esta tinerfeña de 25 años reconoce que “siempre he preferido dedicar más horas al ordenador que a la máquina de coser”.

Con el inicio de la pandemia, perdió su trabajo y decidió aprovechar el momento. Tras tres “intensos” meses de formación, ahora teletrabaja para Glovo como ingeniera de software desde su isla natal. 

“En el mundo de la programación, si lo haces bien y te esfuerzas, funciona. Puede ser un poco duro, por lo intenso de las formaciones, pero la satisfacción merece la pena”, asegura Laura de Cos, antigua alumna de Ironhack y licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas. “Empecé a trabajar en SEO con código y me llamó la atención porque la programación te permite construir algo”.

Laura de Cos, una de las programadoras entrevistadas, en un aula de Ironhack.

Laura de Cos, una de las programadoras entrevistadas, en un aula de Ironhack.

La intensidad de la formación no es sólo una sensación de estas dos alumnas. Los fundadores de las escuelas consultadas también hacen hincapié en ello. “No se trata sólo de los meses de formación, la programación es un área en la que hay que estar en permanente actualización”, advierte Cortés.

“Hay que tener la mente preparada. La programación no vale para cualquier persona, hay que perderle el miedo, ser organizado. Hay mucho de actitud, de empatía, de hacerse muchas preguntas”, añade De Pinedo.

La venezolana Adriana Isabel Ortiz lo tuvo fácil para decidirse. Con 28 años y los últimos cuatro en España, tiene amigos que ya están en la profesión. “Hace un año empecé a estudiar de manera autodidacta, pero llegó un momento en el que me di cuenta de que necesitaba orientación. No quería cursar una carrera de cinco años y me decidí por un bootcamp”. De los 17 alumnos, ella era una de las únicas tres mujeres de su clase en ISDI.

El patrón se repite en todas las escuelas de programación. En OpenWebinars, los hombres conforman el 68% del alumnado frente el 32% de mujeres. “Sí notamos que este último porcentaje va subiendo, pero aún sigue siendo escaso”. Una de ellas es Marina Álvarez que, con 26 años, ya trabaja como technical lead en la startup Flyncer tras “aprender desde cero a utilizar herramienta como Typescript o React”.

Oportunidad para encontrar el equilibrio

La demanda de programadores aumenta y los profesionales capacitados para ocupar estos puestos no son suficientes. Para multiplicar el número de solicitantes, la Comisión Europea quiere que los especialistas TIC en la Unión Europea pasen de los 8,4 millones en 2020 a 20 millones en 2030. Esto es, doblar el número actual en menos de una década.

España también ha fijado un objetivo al respecto, recogido en la agenda ‘España Digital 2025’: incrementar en 20.000 el número de estos perfiles en el periodo 2020 a 2025 en áreas como la inteligencia artificial, la ciberseguridad y análisis de datos.

La expresión ‘especialista TIC’ puede parecer poco concreta, pero dentro de esta categoría el 23,5% de los contratos firmados entre enero y agosto de 2021 corresponden a programadores informáticos, según el informe ‘Empleo tecnológico. Navegando los indicadores sobre el empleo tecnológico en España y en la Unión Europea’, publicado recientemente por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI).

En 2020, España contaba con 727.000 especialistas TIC, el equivalente al 3,8% del empleo en todo el país, por debajo del 4,8% de la media europea. De todos ellos, sólo 144.000 eran mujeres, el 19,8 % del total. Un dato que confirma que no sólo hay que equilibrar la oferta y la demanda de empleo, también el perfil de las personas que aspiran a esos puestos.