España ejercerá, desde el próximo uno de julio, la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea. Nuestro turno, que sucede al sueco y antecede al belga justo antes de los comicios previstos en 2024, tendrá seis meses en los que se esperan importantes avances legislativos en muchas áreas, también en lo que concierne a la digitalización y la innovación.
Así, en nuestra quinta ocasión como cabeza visible de las negociaciones y coordinación entre los distintos Estados Miembro, tendremos la ocasión de impulsar medidas como el Reglamento de la Inteligencia Artificial, la Estrategia Cloud Europea o la Data Act.
Sobre lo que se espera y el potencial que esta presidencia tiene para nuestro país, entrevistamos a Leopoldo Maestu, presidente de Alstom España y Portugal y vicepresidente de la Fundación I+E:
¿Qué relevancia tiene que España ostente la presidencia del Consejo de la Unión Europa durante el segundo semestre de 2023?
No cabe duda de que el hecho de ostentar la presidencia del Consejo de la Unión Europea supone, para el país que la asume, una oportunidad de realzar su visibilidad y la de sus instituciones de cara al exterior.
España debe aprovecharla para proyectar internacionalmente su vocación innovadora y su apuesta por liderar el futuro, con unas instituciones sólidas que son el reflejo de una sociedad civil moderna, avanzada y en sintonía con los valores europeos. En definitiva, mostrar a Europa un país dinámico y atractivo tanto en el ámbito de sus empresas y sus ciudadanos como de sus instituciones.
¿Qué rol jugará España durante el período de tiempo que albergue el liderazgo de este organismo en el avance de los grandes hitos legislativos en el ámbito innovador?
Como suele suceder, el programa tentativo es muy amplio y abarca prácticamente todos los aspectos de la vida política, económica y social. Por nuestra parte, como empresas que promovemos la atracción de inversión e innovación, nos gustaría que los aspectos relacionados con la innovación, la industria y la formación para los nuevos empleos, así como la competitividad y la inversión empresarial, cobren el mayor protagonismo posible.
En este sentido, pensamos que España tiene la oportunidad de dirigir una agenda que priorice cuestiones que van a ser y son ya determinantes para construir sociedades y economías más avanzadas en Europa y en España.
De todas las normativas que se prevé que se aprueben durante el tiempo en el que España presidirá el Consejo de la UE, ¿cuáles cree que van a tener un mayor impacto en el futuro digital europeo? ¿Por qué?
Mas allá de las iniciativas y normativas que se concreten, a las que estaremos atentos, todos los países de la Unión Europea compartimos el desafío de abordar la digitalización y la transformación tecnológica, con el reto de cómo hacerla llegar a nuestro tejido empresarial e industrial.
Debemos ser conscientes de que su éxito residirá tanto en la refundación de una economía más inteligente y competitiva como en una mayor capacitación y bienestar de las personas. En especial, la necesaria formación en esas tecnologías debe ser entendida como un proyecto de país, de cada país y de toda la UE, abordándolo desde la esfera pública y privada.
Depende de todos, incluidos gobiernos y empresas, que el cambio tecnológico sea el facilitador de sociedades avanzadas, inclusivas y abiertas al conocimiento, con la idea de que nos haga mejores en todos los aspectos y mantenga siempre a las personas en el centro.
¿Qué aspectos positivos destacaría de los avances legislativos que España va a aprobar durante la presidencia del Consejo de la UE? Por otro lado, ¿qué echáis en falta a nivel normativo? ¿Qué pediríais a la UE y, en este caso, a España como país que preside el Consejo de la UE?
Por un lado, es de valorar que se quiera promover una ambiciosa directiva que promueva la conducta ética y responsable de las empresas, en consonancia con los criterios de sostenibilidad y compromiso con el entorno, la gobernanza y las personas que todos debemos observar.
Por lo demás, Europa necesita dar pasos decisivos para fortalecer su industria y recuperar el peso de ésta en su modelo productivo, a fin de sustentar economías más competitivas en el contexto mundial pero también más resilientes y permeables a futuribles crisis. Asimismo, como también han sugerido otras organizaciones empresariales, sería bienvenido que se promuevan marcos regulatorios y fiscales más estables, transparentes y previsibles que incentiven la inversión de las empresas.
Si España toma la iniciativa en estos aspectos durante el ejercicio de su presidencia, nos felicitaremos, pero además nos lo reconocerán nuestros socios europeos y ganará nuestra imagen como país.