Hace unos días, la Comisión Europea publicó el informe "Competitividad de la Unión Europea: mirando hacia el futuro", elaborado por el expresidente del Banco Central Europeo y ex primer ministro italiano, Mario Draghi. El documento, dividido en dos partes, define, por un lado, las grandes transformaciones a las que la Unión Europea debe hacer frente y, por otro, incluye propuestas y recomendaciones específicas centradas en diez sectores.
Entre estas últimas se encuentra un apartado dedicado enteramente a la inteligencia artificial y la computación, precisamente, en un momento en el que acaba de entrar en vigor el Reglamento Europeo de IA, uno de los grandes cuerpos normativos aprobados en los últimos años.
En su informe, Draghi advierte que la UE está "perdiendo terreno" en lo que se refiere a la innovación y a la creación de empresas disruptoras en el ámbito tecnológico con alcance mundial. Esto, unido a una menor especialización de las compañías sitas en territorio comunitario en áreas como el software o la computación ha dado como resultado que ninguna de las seis mayores plataformas digitales implantadas en Europa tengan su origen en esta localización.
Algo similar ocurre en lo relativo al mercado cloud dentro de la UE, que también está gobernado por los operadores estadounidenses. Solo Amazon Web Services, Microsoft Azure y Google Cloud representan el 65% de este mercado, frente el 16% que alcanzaban los proveedores europeos, de acuerdo con datos de 2021. Draghi explica en el informe que una de las razones detrás de esta gran diferencia es el incremento de los costes inmobiliarios y energéticos en Europa frente a EEUU u Oriente.
El expresidente del Banco Central Europeo reconoce que, aunque Europa ha hecho esfuerzos en este sentido a través de alianzas como la de Gaia-X, es difícil que las empresas europeas puedan aumentar su cuota de mercado en la nube y no dependan en absoluto de proveedores estadounidenses.
Aún así, el documento destaca la fortaleza de la UE en campos específicos como la computación de alto rendimiento (HPC), con tres superordenadores en el top ten mundial (entre ellos, el MareNostrum 5 español) y con un futuro que se avanza competitivo.
La inteligencia artificial también ocupa espacio en el análisis de Draghi, que distingue esta tecnología como una oportunidad para los agentes industriales europeos, pero también como un posible riesgo si no se integra rápidamente. Según explica, solo un 11% de las empresas de la UE han adoptado la IA, frente al 75% marcado como objetivo para 2030.
Además, insiste en que el 75% de los modelos fundacionales desarrollados desde 2017 proceden de EEUU y el 15% de China, por lo que Europa está en riesgo de depender totalmente de modelos de IA desarrollados en el exterior. Aquí vuelven a ser imprescindibles las grandes inversiones para poder respaldar este mercado, algo en lo que Europa sigue por detrás de EEUU o China.
A esto se suma otro de los grandes problemas que afronta la UE en el campo tecnológico: la falta de talento. En concreto, Europa cuenta con muchos menos científicos de datos que el resto de regiones líderes, una posición esencial para desarrollar el potencial en áreas como la inteligencia artificial.
En este contexto, Draghi reconoce los esfuerzos de la UE por solventar los problemas relacionados con la IA a través de reglamentos como la AI Act, al igual que hizo con el GDPR, pero advierte que "su complejidad" y el posible solapamiento de ambos puede terminar por socavar los avances en este campo como consecuencia de la incertidumbre. También, puntualiza que las trabas que impone a los investigadores pueden dificultar las innovaciones relacionadas.
Así, insta a los reguladores a elaborar normas más sencillas que permitan aplicarlas de forma armonizada y eviten las confrontaciones con otras normas, lo que evitará que las empresas se vean penalizadas.
Sobre la computación cuántica, el informe explica que ese campo podría abrir nuevas oportunidades para la competitividad industrial y la soberanía tecnológica en la UE, aportando hasta 850.000 millones de euros a la economía comunitaria en los próximos 15 a 30 años. Aquí, la región cuenta con fortalezas como el despliegue de una gran inversión pública o una gran concentración de expertos, pero también con debilidades como el limitado desembolso privado en comparación con otras regiones.
Tanto en la computación como en la IA o la nube, el informe distingue tres frentes a abordar con urgencia: la financiación, el talento y el acceso al Mercado Único.
Con estos objetivos en mente, Draghi propone a la UE desarrollar una nueva ley centrada en el despliegue de la IA y de la nube, bajo el nombre de EU Cloud and AI Development Act. En concreto, esta norma estaría destinada a mejorar las capacidades e infraestructuras europeas en computación de alto rendimiento, inteligencia artificial y cuántica, así como en armonizar los requisitos de arquitectura de la nube o los procesos de contratación.
Una línea similar
El diagnóstico realizado por Draghi no da sorpresas, de hecho, sigue una línea similar a la expuesta en otros informes sobre los puntos débiles de la Unión Europea en el ámbito digital, por ejemplo, el análisis sobre el estado de la Década Digital (antes conocido como DESI) elaborado por la Comisión Europea.
En ese documento, el organismo europeo analiza los avances en digitalización de la región en áreas como las infraestructuras, las empresas, la ciudadanía o los servicios públicos. También, en su última edición, desgrana las hojas de ruta de cara a 2030 de cada uno de los estados miembros.
Tanto el informe de Draghi como el elaborado por la Comisión coinciden en destacar el talento como una de las áreas en las que Europa debe seguir trabajando e insisten en la importancia de ahondar en el despliegue de las competencias digitales. Especialmente, el de la Década Digital hace hincapié en la necesidad de reducir la brecha de género existente en el sector tecnológico.
Además, los dos miran a la inteligencia artificial como otro de los puntos a abordar y, específicamente, insisten en la necesidad de promover la adopción de esta tecnología por parte de las empresas. A la par, el antes conocido como DESI marca la necesidad de apoyar a las pymes en la adopción de herramientas digitales relacionadas con la nube, el análisis de datos o la IA.
El documento presentado por la Comisión deja espacio, asimismo, para insistir sobre la importancia de aumentar y diversificar el capital privado para invertir en empresas innovadoras de alto crecimiento, un aspecto sobre el que hace hincapié el análisis más reciente.
Al igual que el documento del ex primer ministro italiano incluye una propuesta de ley, el organismo europeo introduce una serie de recomendaciones generales para los estados miembros, además de otras más específicas por país. Entre ellas, mejorar las infraestructuras de conectividad, desplegar instrumentos relacionados con la ciberseguridad, apoyar la adopción de soluciones digitales sostenibles o impulsar herramientas avanzadas de vanguardia en la nube.
Y unos objetivos comunes
Los deberes de Europa en el ámbito digital no se aprecian únicamente en los informes publicados, sino que también están presentes en el discurso de los mandatarios comunitarios. Uno de los últimos ejemplos es el de Ursula von der Leyen, ratificada recientemente como presidenta de la Comisión Europea.
En la presentación de las prioridades del organismo para los próximos años, la mandataria mencionó algunos de los temas recurrentes en los análisis mencionados. Por ejemplo, insistió en la importancia de organizar un plan para la prosperidad y competitividad del territorio comunitario con medidas para fomentar la escalabilidad de las empresas, avanzar en el Mercado Único e impulsar en innovación e IA.
Además, mencionó la importancia de promocionar la alfabetización mediática y digital e invertir en la investigación sobre tecnologías estratégicas.
En la misma línea, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, afirmó en su discurso de reelección líneas de trabajo similares para aprovechar las oportunidades que permite la era digital, donde puso el foco en las derivadas de la inteligencia artificial.
¿Entonces, qué?
En este sentido, los diferentes informes y análisis marcan unas líneas de mejora bastantes similares, lo que revela que Europa tiene bien identificadas sus áreas de trabajo. Entre ellas, la regulación e impulso de la inteligencia artificial, el despliegue de las competencias digitales o la importancia de respaldar la innovación.
Sin embargo, estas verticales vienen siendo recurrentes durante los últimos años, lo que puede suponer que las herramientas que está aplicando el territorio no son suficientes para solventar estos retos o, al menos, no tienen la efectividad necesaria para adecuarse a los rápidos cambios tecnológicos. Y es que, a pesar de que Europa está recortando terreno en estas áreas, no parece hacerlo a la velocidad suficiente para enfrentarse al resto de potencias.