El demoledor 'informe Draghi', en el que se alerta de la grave pérdida de competitividad y la letanía del Viejo Continente en materia de innovación, sigue resonando con fuerza en todos los países europeos. Incluso un país como Noruega, con una más que saludable situación económica y una tasa de paro del 3%, se ha visto reflejada en estas preocupantes conclusiones.
En ese sentido, las autoridades del país son conscientes de que su bienestar actual se debe en gran parte a la preponderancia de industrias como el petróleo y el gas, cuyas fechas de caducidad se van acercando cada vez más. Y ello arroja más presión si cabe para emprender con fuerza una transición energética y tecnológica que permita reemplazar el peso sobre la economía que tienen estos sectores tan contaminantes.
"Muchas partes del 'informe Draghi' son también ciertas para Noruega, incluso en algunas áreas estamos muy por debajo de otros países. Además tenemos muy claro que en veinte o treinta años deberemos sustituir nuestra industria más rentable, por lo que tenemos más presión que nuestros vecinos", reconoce Håkon Haugli, CEO de Innovation Norway, en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL, durante la Oslo Innovation Week 2024.
Haugli sabe bien de lo que habla. El actual director del organismo público dedicado al desarrollo económico de Noruega, trabajó en consultoría (McKinsey o Gjensidige) antes de incorporarse a la política nacional como diputado socialdemócrata entre 2009 y 2013. "Con todo, la energía es el área en la que mejor funcionamos a nivel europeo, por ejemplo en las convocatorias del European Innovation Council. Y sabemos que tanto en esta área, como en las actividades relacionadas con los océanos, las empresas noruegas sobresalen", detalla.
Pero en el futuro no hay espacio para el petróleo y el gas. "Noruega tiene un desafío significativo por delante. La innovación no es una opción para nosotros, es una necesidad", llega a sentenciar Håkon Haugli, antes de introducir que su fortaleza en energías va más allá de estas dos fuentes: "Tenemos 120 años de experiencia con producción hidroeléctrica, 70 con el petróleo y también tenemos una posición muy sólida en solar o eólica. Nuestra situación es muy distinta a la de muchos países europeos que están sufriendo de falta de autonomía en esta materia".
Ahí es donde va una gran parte de la apuesta nacional: llevar la innovación y la digitalización al sector energético para acelerar su transición verde. Si a ello le unimos un creciente impulso para la explotación de nuevos recursos naturales, como los raw materials tan necesarios para la fabricación de semiconductores o baterías, parece que la estrategia para una nueva Noruega está bien fundada. "Hemos visto la situación con las cadenas de suministro y la urgencia europea por lograr la autonomía en sectores estratégicos como estos. Y ahí podemos ser un actor clave", añade el CEO de Innovation Norway.
Escalar rápido, ir afuera y en sectores inesperados
El mejor reflejo de los esfuerzos por tejer un nuevo modelo productivo en Noruega es su ecosistema de startups y emprendedores. En un país tan poco dado a tomar riesgos como éste, ha costado más de una década construir una cultura de emprendimiento e innovación que vaya más allá de las grandes corporaciones participadas por el Estado.
"Somos un país con un mercado pequeño pero con ambiciones globales", comenta Håkon Haugli. "Pero nuestras startups enfrentan varios desafíos al escalar, especialmente en lo que tiene que ver con acceso al capital, clientes y competencia".
En ese sentido, el político presume de que "en los últimos cinco o diez años hemos visto aparecer una industria local de capital riesgo, que no existía antes en Noruega", explicó. Este vacío obligó a muchas empresas a buscar inversión fuera del país, lo que añadió más barreras si cabe a su aventura. "Las startups necesitaban salir al extranjero muy pronto, lo cual es una ventaja cuando lo logran, pero requiere mucho esfuerzo".
El pequeño tamaño de Noruega tampoco ayuda a la hora de contar con talento especializado en tecnologías de vanguardia: "Cuando preguntamos a las empresas internacionales cuál es su mayor barrera para crecer, la respuesta más común es el acceso a las personas adecuadas, tanto en términos de cantidad como de habilidades avanzadas".
A pesar de todo ello, Haugli lanza un mensaje de optimismo. Y para ello se apoya en los nueve unicornios que Noruega ha conseguido colocar en el Olimpo de las startups en los últimos años. Muchos de ellos, además, en sectores muy alejados de sus fortalezas en energía o el océano.
Kahoot, en el mercado educativo, o ReMarkable (fabricante de dispositivos electrónicos de consumo) son dos buenos ejemplos de ello. "Con una excepción, nuestros unicornios no están en áreas donde Noruega tiene ventajas naturales, como la energía o el sector marítimo, sino en campos como la electrónica de consumo y las soluciones robóticas. Es por ello que los instrumentos del gobierno somos neutrales a la hora de apoyar o subsidiar la innovación, porque si no estaríamos perdiéndonos todas estas oportunidades", aclara.
Múltiples hubs de innovación, sin elección
Otra particularidad a tener en cuenta en la transición tecnológica y verde de Noruega es la dispersión de sus grandes polos económicos. A diferencia de Francia o Reino Unido, el país escandinavo tiene importantes empresas nacionales situadas a lo largo de toda su costa, con lo que la innovación también debe expandirse por todos esos lugares, no sólo en la capital Oslo.
"No tenemos elección, porque gran parte de nuestra actividad empresarial está en la costa. Y eso hace que tengamos múltiples hubs de innovación y emprendimiento en todo el país donde surgen proyectos muy potentes. Por ejemplo, tenemos ya una startup que usa el reconocimiento facial aplicado a la cría de peces. Con ello demostramos que la tecnología avanzada puede integrarse en industrias tradicionales", un cruce que, según el CEO de Innovation Norway, es clave para el éxito de la innovación en el país. Y su mera supervivencia.