
De izquierda a derecha, los parlamentarios Maio-Coliche, Aaltola y Schaldemose.
Las dos caras de la Ley de Servicios Digitales: del "no es un monstruo" al "si no es suficiente, estamos abiertos a cambiar"
La DSA europea cumple un año y medio sin haber impuesto multas, con investigaciones a X o Tik-Tok aún por concluir y 'acosada' por injerencias extranjeras: "La IA ha aumentado la escala del problema".
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La sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo es un lugar confortable, sobre todo, teniendo en cuenta que en la calle arrecia el frío y no descansa la lluvia. Está claro que curiosear por sus pasillos y poner la oreja en debates y corrillos no es algo tan atractivo como descubrir la catedral, pasear por la Petite-France o admirar la arquitectura del centro histórico de la ciudad, pero es lo que hay. Al mal tiempo…
Al mal tiempo, un interesante debate sobre la Ley de Servicios Digitales (conocida por sus siglas en inglés DSA), una normativa que cumple un año y medio desde su entrada en vigor y que, por lo visto y escuchado estos días, está dando más de un quebradero de cabeza a las autoridades del Viejo Continente.
Hagamos memoria. La DSA es una ley que tiene como objetivo principal obligar a las plataformas online (entre las que se incluyen las redes sociales, marketplaces, etc.) a moderar sus contenidos, retirar los que sean ilegales y hacer los algoritmos más transparentes.
Pero algo que la Unión Europea hace para proteger a sus ciudadanos se ha convertido en un arma de doble filo, con voces que alertan de que esta norma coarta la libertad de expresión de los usuarios de estas plataformas y con pulsos y amenazas judiciales difíciles de ignorar como los que abrió Elon Musk incluso antes de llegar al poder fáctico en Estados Unidos.
En definitiva, que la DSA, más allá de los mediáticos tiras y aflojas con el magnate estadounidense -al que en algunos rincones del Parlamento Europeo se califica como un "loco tecnócrata"-, vive dos realidades, la que tiene que ver con la batalla por su aplicación y la que tiene que ver con la batalla por mitigar las quejas que recibe.
Esta es la conclusión que se puede extraer de un interesante seminario celebrado esta semana en Estrasburgo para conocer el minuto y resultado de la ley. Un minuto y resultado, por otra parte, que tampoco arroja demasiadas novedades, más allá de la cintura que algunas voces demandan para contentar a cuantos más actores mejor.
La más clara al respecto fue la vicepresidenta del Parlamento Europeo, Christel Schaldemose, quien también ostenta la presidencia del Grupo de Trabajo de la Mesa sobre Transformación Digital, Ciberseguridad y Seguridad de la Información, y es relatora del grupo de escrutinio sobre la DSA.
"Si la DSA es insuficiente tendremos que estar abiertos y estudiar si hacemos las cosas de otra manera", manifestó en una clara alusión a que no todo el mundo está convencido en Estrasburgo y Bruselas de que esta herramienta sea infalible. "Aun así -quiso suavizar la mandataria danesa- no hay indicios de que la DSA esté resultando insuficiente en estos momentos".
Fue Schaldemose la que rebajó las expectativas a aquellos que creen que pronto se conocerán resultados sobre las investigaciones abiertas a plataformas como Tik-Tok o X. Dejó dos frases muy clarividentes. La primera: "Que nadie espere ningún pronunciamiento [sobre estas investigaciones] en plena precampaña de las elecciones en Alemania". La segunda, todavía más elocuente: "Quizá tengamos que esperar otro años para ver el impacto que está teniendo la DSA".
Tras reconocer que "a día de hoy no se ha puesto aún ninguna multa", la vicepresidenta del Parlamento Europeo defendió la normativa: "La DSA no es un monstruo, tal y como algunos lo han querido pintar. No es justo calificarlo así".
Y es que los pronunciamientos que quieren hacer ver que el control de contenidos por parte de las plataformas en cumplimiento de la ley coarta la libertad de expresión siguen acorralando a los mandatarios europeos.

El hemiciclo del Parlamento Europeo de Estrasburgo, antes de un debate.
"Yo no veo que se haya quitado mucho contenido pernicioso en aplicación de la DSA, sino más bien poco", ironiza Schaldemose. "Quisimos que las plataformas asumieran su responsabilidad por el uso de los algoritmos y tienen que actuar para mitigar los riesgos. Se trata, precisamente, de proteger la libertad de expresión", remacha.
Y es que, según comentó, "corremos el riesgo de que nuestra vida sea un foro en el que nadie se fíe de nadie". Con todo, "aún tenemos mucho por hacer y las plataformas también tienen derecho a saber qué estamos haciendo; todo requiere tiempo, demasiado tiempo diría yo", concluyó.
Otra de las voces autorizadas es la del finlandés Mika Aaltola, coordinador del Partido Popular Europeo en el nuevo comité especial del Escudo para la Democracia Europea. En conversación con periodistas bromeó: "Yo no persigo a la libertad de expresión, pero hay acciones externas muy dañinas y eso nos preocupa". Añadió: "Es justo plantear dudas sobre el contenido que vemos cada día en X".
Y esas "acciones externas" a las que hace referencia Aaltola abren otro melón: la tan manida y temida injerencia extranjera que, como se vio en este debate, también afectan al mundo de la transformación digital europea.
"Aún tenemos mucho que hacer, pero la DSA requiere tiempo, demasiado tiempo, diría yo"
"La democracia está sufriendo ataques desde el ámbito digital. Lo vemos el caso de los cortes de cables de datos en el mar Báltico. Rusia, China, Irán o Venezuela están intentando socavar nuestras democracias", explicó el portavoz de los populares europeos.
Añadió que, en este contexto, "mientras antes se hacía a través del hackeo, ahora se hace a través de la manipulación de algoritmos". De ahí que todos coincidan en la importancia de hacer cumplir la DSA en territorio europeo.
Lo cierto es que los asuntos de injerencia extranjera, tan de moda en el debate europeo, no son algo nuevo. La directora de Comunicaciones Estratégicas del FIMI (manipulación e interferencia de información extranjera, por sus siglas en inglés), Aude Maio-Coliche, admite que su equipo lleva 10 años detrás de una expresión autodefinida como "aquellas acciones procedentes del exterior que pretenden socavar la confianza de un territorio a través de la manipulación".
Y esto nos lleva al peliagudo terreno de la manipulación digital en determinados procesos electorales. Un grupo de periodistas rumanos vio la oportunidad perfecta para ponerse como ejemplo.
La Comisión Europea tiene abierta una investigación contra Tik-Tok por si hubo injerencia rusa a través de esta red social china para intentar condicionar esos comicios. La cita con las urnas tuvo que ser anulada por los tribunales.
Aun así, Maio-Coliche fue tajante esta semana en Estrasburgo: "Hemos hecho seguimiento de manipulación de elecciones y hemos sacado una conclusión: ha habido casos en Europa pero ninguno de ellos ha sido grave". ¿La razón? "Pensamos que una de las causas es que hemos dejado claro que estamos listos para responder", indicó.
Para responder a todas estas injerencias, el FIMI trabaja en una caja de herramientas con procesos de factcheck, formación y creación de redes más allá de las fronteras europeas. "Queremos que otras democracias sean también fuertes en este sentido", concluye.
Ahora bien, estas buenas intenciones chocan con la realidad de que "la cuestión sancionadora es un desafío porque hay mucha información que analizar".
¿Y la inteligencia artificial?
Hablando de desafíos, ¿no les ha extrañado aún que no haya habido ninguna referencia a la inteligencia artificial en las casi 1.200 palabras que han leído hasta llegar aquí? Eso lo solucionamos rápidamente.
Y es que en Estrasburgo también se reflexionó sobre ello esta semana. Aaltola deja claro que la IA no hace sino expandir los efectos de todo lo hablado con anterioridad, es decir, la injerencia extranjera o el uso pernicioso de algoritmos.
"Lo que hace la IA es cambiar la magnitud de todo. Rusia, por ejemplo, seguro que ve muchas oportunidades. Que esta tecnología ha aumentado la escala del problema es algo que se puede constatar", explicó el finlandés. Más cauta es Maio-Coliche: "La desinformación no es algo exclusivo de ahora, ni siquiera de internet o de las redes. En este sentido, la IA es un medio más".
En resumen, como dice la vicepresidenta del Parlamento Europeo, Christel Schaldemose, todo lo que rodea a la DSA tiene tantas aristas que la sensación es que falta tiempo y que queda mucho por hacer. Es más "los estados miembros deben hacer más", afirma como tirón de orejas.
A falta de ver los resultados de las investigaciones abiertas y si derivan o no en multas, los dos últimos mensajes de la mandataria danesa son todo un aviso a navegantes.
El primero tiene que ver con la concienciación europea de futuro con respecto a las redes sociales, "plataformas que deben tener la misma responsabilidad que los medios de comunicación".
El segundo: "Ya sabemos que en EEUU consideran que los estamos castigando, que en el nuevo paisaje geopolítico interesa que parezca que la UE no está haciendo bien las cosas, pero esto es muy sencillo, si las empresas norteamericanas quieren estar en Europa tienen que respetar nuestras normas. Y si no quieren respetarlas…".