Repsol sabía que había mucho en juego, tal vez más que nunca, ya que es la primera vez que se ve tan cerca de caer en 'bono basura' (S&P tiene a la petrolera en el último escalón del grado de inversión y con perspectiva negativa). Por este motivo, la compañía ha querido dejar claro su compromiso con la sostenibilidad de su deuda y ha anunciado un paquete de desinversiones que alcanzará los 6.200 millones de euros en 2020, muy superior a lo que esperaba el mercado. Sin embargo, no desvela dónde piensa sacar esa cifra.
"Cuando el barril está en 100 dólares la prioridad es la producción, pero cuando se pone en 50 dólares, la situación cambia radicalmente", explicó el consejero delegado de la petrolera, Josu Jon Imaz, en un encuentro con medios donde desgranó su nuevo plan estratégico. "No vamos a poner nombre y apellidos", recalcó.
Sólo puso un matiz: Se tratará de activos no estratégicos, fundamentalmente del área de exploración y extracción petrolífera, o con un alto nivel de coste. Significa que mantendrá su participación del 30% en Gas Natural como 'as en la manga'. "No vamos a vender las joyas de la abuela", recalcó. No quiere tocarla aunque sí abrirse a "colaboraciones" con su participada. Compartir actividades en el negocio del gas.
Y tampoco quiere tocar su política de dividendo: un euro por una acción, ya que iría en contra de los intereses de sus dos principales accionistas, CaixaBank, que mantiene un 11,5% de la compañía y Sacyr, con un 8,7%.
Cuando el barril está en 100 dólares la prioridad es la producción, pero cuando se pone en 50 dólares, la situación cambia radicalmente
Esta desinversión se realizará en dos fases. Una primera que incluye el periodo 2016/2017 en el que la compañía tendrá que lograr ingresos por desinversiones de 3.100 millones de euros. Aquí, la petrolera contabiliza los 1.000 millones que ha logrado en las últimas semanas con la venta del negocio de gas canalizado y su salida del capital de CLH. En la segunda fase, que va desde 2018 hasta 2020, la compañía tendrá que conseguir otros 3.100 millones para cumplir con su plan estratégico.
Imaz explicó que este proceso de adelgazamiento no está ligado al precio del petróleo, por lo tanto, aunque el crudo suba, Repsol seguirá con la intención de desinvertir. "Desinvertimos no porque lo necesitemos, sino para tener los mejores activos". Sin embargo, sí ha reconocido que, actualmente, Repsol está "en demasiados países". ¿De cuáles saldrá? No ha dado pistas. Sí ha apuntado tres áreas geográficas clave: Norteamérica (donde concentra su producción de crudo no convencional), Latinoamérica y el sudeste asiático.
Ahorro de costes
Además, Repsol fía su nuevo plan estratégico a la reducción de costes y de las inversiones, que tendrían que aportar "un ahorro de 2.100 millones en 2018", explicó Imaz. De estos, 1.500 millones lo conseguirá gracias a la reducción de costes operativos y sinergias, entre los que se incluye el despido de 1.500 trabajadores. Tampoco ha confirmado cuántos de estos despidos serán en España. Sí, que no serán traumáticos.
No vamos a vender las joyas de la abuela
Los otros 600 millones de ahorro restantes vendrán de la reducción de la inversión, que se centrará en el área del 'upstream', esto es, en exploración y extracción. Imaz explicó que "la nueva estrategia en el 'upstream' ya no es el crecimiento, es la creación de valor". Según aparece en el plan estratégico, el volumen de inversión caerá un 38% hasta 2018.
De hecho, el flujo de caja del área de la exploración y producción será negativo en el periodo 2016/2020 según la propia compañía, ya que para conseguir el equilibrio, necesita que el precio medio del barril de petróleo avance hasta 60 dólares. También contempla un escenario que denomina "ácido" en el que el precio del crudo se mantendría, como a día de hoy, en 50 dólares el barril.
La diversificación de la compañía será lo que permita generar un flujo de caja neutro después de impuestos con el barril en 50 dólares y reducir deuda gracias a las desinversiones, explicó el consejero delegado. De hecho, reconoce que con el escenario actual podría llegar a producir 900.000 barriles diarios de crudo en 2020. "La compañía está más cómoda con una producción de 720.000 barriles", indicó. De ahí vendrá el recorte.
Acudir al mercado
Pero, además, Repsol también tiene que atender a los vencimientos de la deuda, que serán intensos en los próximos meses, tratando de frenar los costes financieros, que ya se 'comerán' unos 5.000 millones de euros hasta 2020. Para lograrlo, uno de los pilares básicos que plantea la compañía es emitir otros 3.000 millones de euros en bonos híbridos. "Tenemos el compromiso de emitirlos, pero no los necesitamos", aseveró Imaz.
Este tipo de deuda permite convertirla en capital en un momento dado, de modo que la empresa no tendrá que devolver este dinero, sino convertirlo en acciones nuevas. Así conseguiría fortalecer su balance y reducir su deuda. El problema es que, con las acciones de Repsol en niveles tan bajos (en septiembre tocaron su mínimo de casi dos décadas), el mercado exige a la compañía unos tipos de interés prohibitivos. De este modo, Repsol tiene por delante el complicado reto de levantar 3.000 millones de euros antes del final de 2017.
Y reducir el tamaño
Como bien explicó su consejero delegado, el nuevo rumbo de Repsol es reducir su tamaño. Sólo así conseguirá recortar la deuda mientras los precios del petróleo agonizan y el flujo de caja pende de un hilo. La compañía espera generar 10.000 millones de euros de caja hasta 2020 para pagar dividendos y reducir deuda.
En los últimos años, el desembolso para el pago de dividendos ha sido de 450 millones de euros, por lo que la compañía se dejaría unos 2.000 millones de esos 10.000 en retribuir a sus accionistas. El resto iría destinado a amortizar deuda, pero, ¿qué pasaría si los precios del petróleo no se recuperan?
Este escenario "ácido" el precio del petroleo seguirá en los 50 dólares, pero si la guerra de precios entre la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) y los productores de 'fracking' continúa, el barril podría caer más.