Siempre llena de turistas, de día y de noche. Cosmopolita, abierta, hospitalaria… Hoy triste, de luto y enmudecida tras el terror del 13-N. París tiene el honor de ser la ciudad más visitada del continente europeo, mano a mano con Londres en cuanto a número de visitantes. En este 2015 ha sido golpeada por dos veces por el terrorismo: en enero (el ataque en el semanario Charlie Hebdo) y ahora lo ha revivido en una cadena de atentados en pleno centro de la capital. Más de 40.000 personas diarias, o más de 15 millones de turistas extranjeros acuden cada año a pasear por sus calles, visitar sus museos y fotografiar los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo o la Torre Eiffel.
El Gobierno francés activó los controles fronterizos de manera inmediata tras conocerse los atentados terroristas en la capital. En realidad, Francia tenía previsto activar medidas similares como consecuencia de la Cumbre del Clima que se celebra en París a partir del 30 de noviembre, que atraerá a más de 35.000 personas y líderes mundiales de todos los países. Atentados del calibre del 13-N tienen un impacto inmediato en la circulación de personas, que redunda en efectos económicos para el sector hostelero, turístico y la población local.
Una industria de 200.000 millones
El turismo se reduce como demuestran algunos de los precedentes estudiados por distintas organizaciones económicas y donde se menciona actos terroristas como los de EEUU (2001), España (2004), Reino Unido (2005), Rusia (2002 y 2004), Kenia (1998 y 2015). Para Francia, el turismo supone el 7% del Producto Interior Bruto (PIB) y algo más 3 millones de empleos directos. Cerca de 200.000 millones de euros cada año. En el caso de España, por ejemplo, este porcentaje se eleva al 10% de la economía y supone unos 2 millones de empleos.
El turismo llevó a tierras galas a más de 83 millones de personas el pasado año. Suponen cerca de uno de cada diez turistas en el mundo, según los datos de la Organización Mundial del Turismo. La ciudad y la región metropolitana de París se mantuvo en 2013 como el primer destino turístico del mundo, con 32 millones de visitantes, según el Comité Regional de Turismo de la ciudad. Sólo en 2014 se celebraron casi 1.000 congresos profesionales.
Air France, la aerolínea de bandera francesa, es la principal compañía del país. Este sábado lanzó un aviso a sus clientes para advertirles de severos retrasos en los vuelos con destino y salida en la capital durante las siguientes 72 horas. Su recomendación a sus clientes es trasladar su viaje más allá del 22 de noviembre. Las aerolíneas junto a las hoteleras vivirán el impacto económico que lleva tras de sí un atentado de este tipo. Accord, la principal cadena de hoteles francesa, tiene una parte importante de la 114.000 habitaciones disponibles en el capital, un sector que mueve más de 2.000 millones de euros anuales, según el anuario Turismo en París que elabora la asociación Paris Convention and Visitors Bureau.
Los efectos del 11-M y 11-S
Temporalmente, la tragedia del 13-N provocará un parón en el número de visitantes extranjeros, bien directamente por los retrasos y cancelaciones de vuelos; bien por la búsqueda de destinos alternativos. La OCDE, el organismo que agrupa a los 34 países más desarrollados y que tiene su sede en París, descarta que los atentados del viernes vayan a afectar a la economía global o al crecimiento de la eurozona. Para Francia, que estuvo en recesión en 2013 y cuya actividad económica merodea el crecimiento cero desde entonces, la noche de terror en sus calles tendrá efectos negativos a tenor de otros precedentes.
Sin embargo, cada uno de los grandes atentados en Occidente han tenido consecuencias de largo plazo para el sector a medio plazo. El 11-S de 2001 cambió radicalmente los protocolos de seguridad en aeropuertos, aviones y provocó una profunda reordenación del sector aéreo. “La industria turística española eludió mucho mejor que lo que cabía esperar los efectos de los acontecimientos del 11-M, sobre todo si se compara con lo sucedido en otros destinos que entre 2001 y 2004 (Nueva York, Bali, Kenia, Yerba, Moscu) sufrieron desgracias de naturaleza similar”, señala en un informe de 2004 la patronal de empresas turísticas Exceltur.
Tanto en el 11-M como en el 11-S o el 7-J, las cotizaciones más afectadas fueron aquellas vinculadas a los sectores del turismo como aerolíneas o empresas hoteleras. Según los datos de Exceltur, el 82% de los hosteleros de Madrid detectó un parón de la actividad y admitió que se produjo una caída de ventas “sustancial” en los meses posteriores al 11-M. Otro estudio de la asociación estadounidense US Travel muestra cifras de largo plazo que asocia al 11-S.
“Mientras los viajes de larga distancia crecieron un 40% en el mundo de 2000 a 2010; en EEUU, sólo lo hicieron un 2%. La cuota estadounidense en este segmento pasó del 17% en 2000 al 12% en 2010”, señalan en un informe. La asociación estima que 78 millones de personas dejaron de visitar EEUU entre 2000 y 2010 como consecuencia del 11-S, que hubieran aportado más de 600.000 millones de dólares a la actividad económica y creado 460.000 empleos anualmente desde entonces.
Al otro lado del Mediterráneo, países como Tunez o Egipto han visto cortada su progresión económica después de la barbarie yihadista. Para muchas familias es clave para su subsistencia. Para los jóvenes una oportunidad de futuro. Para el Estado Islámico, el turismo es un enemigo de su ley del terror. En 2015, la llegada de turistas a Tunez ha caído al menos un 20% interanual, hasta 4 millones de personas, según datos de su Gobierno a septiembre. A finales de junio, un golpe terrorista del EI a dos hoteles había dejado 38 muertos.