Todo lo que había que destruir ya está hecho. Abengoa empieza la semana con el inicio de una nueva fase, la de las negociaciones para determinar cuál será el futuro de la compañía. El lunes se produjo la primera toma de contacto entre los bancos y la firma que está asesorando en este proceso, la auditora KPMG, para decidir cuáles serán los próximos pasos de la compañía. Hay unas necesidades liquidez que alcanzan los 1.500 millones de euros en el corto y medio plazo, cantidad que la banca no está dispuesta a aportar.
Hay pocas soluciones ante la negativa de las entidades. El Gobierno ha movido sus hilos para instar a los bancos acreedores a que busquen una solución para que la compañía no caiga, pero los 9.800 millones de euros de deuda bruta (sin contabilizar la deuda asociada a proyectos) son una losa muy pesada para una compañía cuyo valor en bolsa es de 360 millones.
Fuentes cercanas a la compañía indican que la banca quiere evitar a toda costa canjear su deuda por acciones, solución que fue la que se produjo en los casos de Pescanova o de Martinsa-Fadesa. Están dispuestos a negociar una quita, que probablemente será superior al 50%, antes que canjear su deuda por acciones.
Las entidades no quieren asumir el control de la compañía, ya que el negocio de Abengoa es muy complejo y difícil de gestionar. La gestión de la firma supondría tener los equipos técnicos que fuesen capaces de analizar la actividad de la compañía, desde el desarrollo de la tecnología y la ingeniería de los proyectos, hasta la regulación sobre la generación de energías renovables. Demasiada complicación.
Abengoa se reúne el miércoles con sus bonistas que se preparan para asumir una quita millonaria
Las entidades se sentirían más cómodas con un nuevo accionista de referencia en la empresa y ellas asumiendo una quita para hacer viable el proyecto. Abengoa busca a contrarreloj un socio industrial, pero con la empresa al borde del concurso de acreedores, parece complicado que alguien quiera entrar. Dentro de cuatro meses, la compañía podría estar mucho más barata, ¿por qué entrar ahora?
La empresa se reunirá el miércoles con sus bonistas que también se preparan para lo peor: una quita que supere ampliamente el 60% de su inversión.
El rebote es sólo un espejismo
Las acciones de Abengoa viven una particular montaña rusa para el que se necesita un manual de instrucciones. Abengoa cotiza con dos tipos de acciones las de clase A y las de clase B. Las primeras se apuntaron ayer una subida del 65,9%. Las de clase B, que hasta el jueves de la semana pasada cotizaban en el selectivo Ibex 35, se revalorizaron ayer un 19,8%.
Sin embargo, no se fíe, este rebote no significa que los inversores crean que todos los problemas de la compañía están solucionados, ni mucho menos. La realidad es que las acciones de Abengoa son ahora fruto de la especulación. De hecho, el lunes fue un día de mucho movimiento para los títulos A de la firma sevillana, que movieron un total de más de 5 millones de acciones, cuando antes de la crisis actual se negociaban en torno a 0,25 millones.
Este rebote no significa que los inversores crean que los problemas de la compañía están solucionados, es todo especulación
Se movieron incluso más acciones que el miércoles, cuando las transacciones alcanzaron los 3,1 millones de títulos. Ese día, la compañía asumió el preconcurso de acreedores como única opción viable para llegar a un acuerdo con sus acreedores. En cuanto a las de clase B, el lunes se ha intercambiado 88 millones de títulos, lejos de los 115 millones que se llegaron a alcanzar la pasada semana.
Entre los inversores seducidos por Abengoa hay, desde especuladores que buscan aprovechar el rebote posterior al desplome hasta ahorradores que confían en que la compañía encontrará una solución a sus problemas de deuda, ya sea con la ayuda del Estado, la banca o la entrada de un gran inversor.
También los bajistas un papel destacado en este rebote, ya que los inversores que están en corto, esto es, que tienen sus acciones vendidas, necesitan recomprar para materializar sus beneficios. Al cierre de la semana pasada volvieron a aumentar las posiciones cortas en la compañía hasta el 5,9% desde el 5,44% de la semana previa. Esta semana podrían decidir deshacer sus posiciones y materializar todas las ganancias conseguidas en los últimos días.
Las acciones de Abengoa han subido un 38% en dos sesiones, sí, pero esta recuperación no significa que los inversores crean que todos los problemas de la compañía se han acabado. En realidad, es pura especulación si se tiene en cuenta que, al mismo tiempo, están vendiendo sus bonos. Actualmente exigen una rentabilidad superior al 1.100% para un título que vence en 5 meses. En otras palabras, los inversores están descontando que estos activos sufrirán un impago. Nada de recuperación, todo es pura especulación.
Dos tipos de acciones
La compañía cuenta con dos tipos de títulos porque tienen derechos diferentes. Hay muchas menos acciones de clase A, algo más de 84,1 millones, por los 755,6 millones de clase B. Pero las primeras tienen mucho más peso y poder. De hecho, son las de clase A las que están en poder de la familia Benjumea, que controla casi el 60% del capital de la compañía.
Ese poder se concreta en derechos de voto: Las acciones de clase A de Abengoa tienen 8.416 millones de derechos de voto. Las de clase B, 755 millones de derechos. Y en bolsa, las primeras han vivido una jornada bursátil intensiva.