Alguno de los fondos de inversión bajistas en FCC se la tiene guardada al multimillonario mexicano. Cuando en diciembre anunció, de forma inesperada, una ampliación de 700 millones de euros junto a la familia Koplowitz (a quien prestará dinero para su parte en la operación), las posiciones bajistas en la constructora eran superiores al 5%. Aquel movimiento disparó las acciones de la constructora un 28%, la mayor subida en un sólo día en su larga historia en los mercados, e hizo perder mucho dinero a varios ‘hedge funds’.
Mientras aquello sucedió, George Soros, cerró las posiciones que tenía en la constructora a través de derivados financieros y que alcanzaban el 3% del capital. También tuvieron que dar varios pasos atrás los grandes fondos bajistas que poblaban su accionariado, que en cuestión de días bajaron sus porcentajes en el capital por debajo del 0,5%, límite que les obliga a revelar su presencia a través del regulador. Entre ellos se encuentran Worldquant, Oxford Management o de la gestora de JPMorgan. Apenas unos días más tarde, el banco de inversión Goldman Sachs declaró a la CNMV que posee instrumentos equivalentes al 11% del capital de la constructora “para facilitar las operaciones de sus clientes”.
Mientras tanto, Slim ha seguido estrechando el cerco sobre FCC, aumentando su participación hasta el 27,5% del capital tras comprar el 0,5% esta misma semana. Si la próxima ampliación de capital no queda cubierta -salvo la participación de Slim y Koplowitz, que se han comprometido a acudir-, el mexicano superaría el 30%, límite que le obliga a lanzar una OPA sobre la totalidad de la empresa.
El objetivo de la ampliación -además de sanear el balance- es amortizar una serie de bonos convertibles por acciones, que se emitieron en 2011 y que daría entrada a nuevos accionistas en FCC. Pero Slim busca a toda costa evitar la entrada, a través de estos instrumentos, de más inversores financieros hostiles a la dirección de la compañía. Esto ya ha ocurrido en el pasado y puede volver a pasar. Por ejemplo, Matt Sidman, fundador del ‘hedge fund’ TBC Masters, que ha destapado su control indirecto (con derivados) sobre el 11% de la constructora, según la CNMV. En caso de adquirir estas acciones se situaría como tercer socio de FCC por detrás del 25% de Slim, el 22% de Koplowitz y por delante del 5,7% de Gates.
Pero hay más. Norges Bank (el banco central de Noruega que además gestiona el fondo público de pensiones del país) junto con el fondo Lansdowne Partners (Morgan Stanley), el mayor bajista de la bolsa española, han reclamado a la CNMV que exija a Carlos Slim que lance sendas OPAs por el 100% de FCC y de su filial Realia, en la que la constructora tiene un 36% y Slim otro 30%, según publicó El Confidencial.
“En el caso de que la CNMV aceptara esta hipotética reclamación, Slim se podría ver obligado a hacer una oferta con un precio superior a los 6 euros por acción de la ampliación de FCC”, señalan los analistas de Bankinter. Hay consenso en que es así. El caso del mexicano ya está en manos del supervisor, que la semana pasada solicitó a la CNMV que le exima de presentar una oferta sobre el 100%, alegando que no es el primer accionista de Realia, sino FCC.
Las compañías españolas de Slim
Como informó EL ESPAÑOL en diciembre, los planes de Slim desde que aterrizó en FCC pasan por controlar también las filiales Cementos Portland y Realia. Las tres están valoradas, a precios actuales de mercado, en 2.300 millones. La reorganización de este conglomerado de empresas no le está saliendo gratis, pero busca hacerlo al menor precio posible. Con las dos ampliaciones (2015 y 2016), FCC levantará 1.700 millones de euros, de los que algo más de un tercio han sido aportados por Slim.
También ha desembolsado unos 100 millones en Realia y ha realizado varios préstamos millonarios, entre ellos, a la familia Koplowitz. Con esta operación, Slim se convertirá en uno de los principales espadas del mercado español. No sólo por su control de FCC, Realia o Cementos Portland, sino también por sus intereses en otras compañías como Prisa (medios) o su presencia en La Caixa, como consejero de su Fundación o en los negocios en México a través de Inbursa. También es el dueño de un club de fútbol, el Real Oviedo, la más mediática de sus inversiones.
La última de todas ellas, aparcada en un rincón, es la que le convierte, indirectamente a través de FCC, en dueño de una parte del accionariado del operador móvil Yoigo, el cuarto con infraestructura propia tras Telefónica, Orange y Vodafone. Aunque FCC es el más pequeño de los accionistas de Yoigo, con apenas el 3%, pero el único con un accionista lo suficientemente solvente (Slim) como para optar a comprarla.
Los intereses del mexicano en el sector de las telecomunicaciones son la base de su fortuna, que comenzó en su país con Telmex y America Mòvil. En Yoigo comparte accionariado con el operador nórdico Telia Sonera, que tiene el 77%, la constructora ACS -que cuenta con un 17%- o la ingeniería Abengoa, con un 5%. Los socios españoles suman cerca del 25% de la operadora de móviles y tanto unos como otros se han mostrado partidarios de vender o participar en alguna fusión. Slim seguro que tendrá algo que decir.