España crea empleo. Lo hace con fuerza, como han demostrado los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre de 2015 hechos públicos esta semana. En el pasado ejercicio, este país fue capaz de crear 525.400 puestos de trabajo, que se suman a los 433.900 que se crearon en 2014. El cambio de tendencia es evidente, como lo es el hecho de que la reforma laboral del Partido Popular y el estrés al que se sometió la economía en 2012 provocaron tal nivel de destrucción de empleo en aquel ejercicio que los cuatro años largos de legislatura del Partido Popular no han bastado para recuperar la cifra de puestos de trabajo que se encontraron al llegar (hay 58.500 empleos menos que a cierre de 2011).
Muchas cosas han cambiado en el panorama laboral de este país desde que se despertó a la realidad que durante tantos meses se negó a ver el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Una crisis como no la había conocido en la democracia. Un estallido colosal que trajo todo un abanico de cambios normativos que han dibujado entre unos y otros un país diferente, un panorama laboral que poco tiene que ver con lo que había. EL ESPAÑOL ha analizado los datos de la EPA para localizar algunos de los grandes cambios experimentados por este país.
1. Empleados menores de 40, el gran roto
Uno de los paisajes más preocupantes que deja la crisis es cómo ha evolucionado el número de empleados por franjas de edad. España tiene 3,7 millones de trabajadores menos con edades por debajo de 40 años, con respecto a finales de 2007. Por el contrario, el número de empleados por encima de esa edad se ha incrementado en el mismo periodo en algo más de un millón de personas. Una parte se explica por el propio salto de una franja a otra de edad debida al paso del tiempo (la crisis dura ya ocho largos años) pero sólo una parte (de hecho se observa que no hay correlación entre unas franjas y otras). El hecho de que no haya reposición para las generaciones llamadas a sostener el debilitado sistema de pensiones públicas es una pésima noticia.
¿Ha cambiado esta tendencia en el último año animada por la recuperación del empleo? No exactamente aunque hay un dato esperanzador a tener en cuenta. Se sigue destruyendo empleo por debajo de 40 años, aunque en mucha menor medida (-32.800 ocupados menos) pero se crea al fin empleo joven, puestos de trabajo de menores de 25 años (+216.500). De nuevo, sin embargo, es por encima de 40 años donde se crea más empleo en el último ejercicio (+2,1 millones de puestos de trabajo).
2. Extranjeros con empleo: 883.700 menos
La crisis es la prueba más evidente de que el llamado ‘efecto llamada’ de un país depende menos de papeles y regularizaciones masivas que de la economía. Los extranjeros llegaron a suponer más del 14% de los ocupados en España. A finales del pasado ejercicio, su peso se había quedado en el 11,1% a pesar de cierta recuperación en el último trimestre del año (la primera en toda la larga crisis). En números absolutos, los empleados extranjeros llegaron a ser 2,8 millones. A finales de 2015 eran 883.700 menos. En la legislatura del PP la reducción ha sido de 267.900 ocupados menos.
3. Construcción: del 13% al 6% del empleo
La destrucción de empleo no se ha dado por igual en todos los sectores, como no podría ser de otra manera en una crisis financiera con componente básicamente inmobiliario y constructor. Eso ha hecho que el peso de cada uno de los sectores de la economía haya variado radicalmente respecto a los tiempos previos a la crisis. El principal cambio está por supuesto en la construcción, que ha pasado de suponer el 13% del empleo a algo menos del 6%. Desafortunadamente, ese hueco que ha dejado el sector del ladrillo y el cemento no ha sido ocupado ni en parte ni siquiera porcentualmente por la industria, que pasa de pesar el 16% en el empleo al 14%. Es el sector servicios el que se convierte en la mayor empresa de los españoles, pasando de suponer el 67% del empleo a comienzos de 2008 al 76% a cierre de 2015.
Lo relevante de este desproporcionado peso del sector servicios, que asume ya tres de cada cuatro empleos del país, es que las grandes medidas acometidas durante la crisis para luchar contra el desempleo se han basado en la llamada devaluación interna, es decir, en abaratar el factor trabajo para competir en el exterior. El sector servicios, aunque puede generar exportaciones en áreas como los servicios financieros y a efectos de PIB el turismo cuente como exportación, compite con el exterior por muchas razones que poco tienen que ver con el coste laboral. Este es además un sector muy intensivo en mano de obra por lo que mantener su peso y al mismo tiempo la batalla de la productividad es complicado.
Con respecto a lo que ha ocurrido en el último año, para observar si ha habido un cambio de tendencia, se observa un ligero repunte en el peso en el empleo de la construcción.
4. Antigüedad: la clave de la precariedad
La crisis ha pasado por toda la población de una u otra manera y, con una tasa de paro que superó en algunos momentos el 25%, lo normal era conocer al menos a alguien que hubiera caído en el desempleo. Obviamente esto no ha afectado a todo el mundo pero ¿cuánta gente ha superado la crisis manteniendo el mismo trabajo? La EPA da una idea aproximada con el dato referido a la antigüedad de los ocupados en el mismo puesto de trabajo. Los que llevan seis años o más (que es el rango más alto que dan) son 10,5 millones de ocupados. Su número se ha incrementado en un millón desde comienzos de 2008.
Entre los privilegiados se puede contar también quien perdió y luego encontró trabajo en la crisis y lo mantuvo, es decir, los 2,3 millones de trabajadores que llevan entre tres y seis años en su puesto de trabajo. El resto de ocupados (5,4 millones) lleva en su puesto de trabajo menos de tres años. Hay 1,2 millones de personas que llevan menos de tres meses en su puesto actual; 805.000 que llevan entre tres y cinco meses; 1,1 millones que lleva entre tres y seis meses. En todos los casos son menos de los que había en cada tramo antes de la crisis, es decir, la alta rotación, la temporalidad parecen formar parte del ADN del país. Hay sin embargo una diferencia importante: donde más reducción de empleados hay en el los periodos superiores al año de antigüedad, con una fuerte desaparición de puestos de trabajo entre tres y seis años.
5. Los olvidados de la recuperación
La otra cara de la moneda del tiempo de antigüedad en un empleo es la clasificación de los parados en función del tiempo que llevan sin trabajo habiendo tenido antes uno. En España, a cierre de 2015, había 1,9 millones de desempleados que seguían buscando empleo (siguen por tanto formando parte de la población activa y apareciendo en la EPA) a pesar de llevar más de dos años sin haberlo encontrado. Su cifra representa el 40,2% del total de desempleados, que se situaba en 4,78 millones a finales del ejercicio. Todos ellos han consumido ya el periodo máximo de recepción de una prestación de desempleo contributiva.
Hay además 670.000 desempleados que llevan de uno a dos años sin empleo, lo que ya se considera paro de larga duración.