Abengoa vive una sucesión de días y reuniones clave. La siguiente, esta semana. El problema es que se va quedando sin margen de tiempo para negociar. Tiene que llegar a un acuerdo con la banca acreedora antes del 28 de marzo. Por ahora, las posturas están alejadas aunque las entidades financieras ya empiezan a mostrar sus cartas para tratar de llegar a un punto común.
En la reunión, que se realizará este martes o miércoles, la compañía presentará a los bancos acreedores su plan para sanearse financieramente, según indican fuentes financieras. Se lo presentará al denominado G7, compuesto por las entidades más expuestas a la deuda de la compañía andaluza (Santander, Bankia, CaixaBank, Sabadell, HSBC y Crédit Agricole).
La cifra exacta de deuda de Abengoa aún se desconoce. Se sabe que ronda los 9.000 millones de euros, pero el número puede dispararse hasta los 24.000 millones si se tiene en cuenta otro tipo de financiación vinculada a proyectos. Por ejemplo, los avales que le ha aportado la banca a lo largo de los últimos años para presentarse a concursos o los adelantos que ha recibido para pagar a sus proveedores.
Demasiado silencio para los bancos
Hasta ahora, la compañía ha mantenido silencio sobre cuáles son sus intenciones financieras y sobre cómo quiere devolverle a los bancos lo que le debe o, al menos, una parte. Si no consigue un acuerdo antes de que acabe marzo podría verse abocada a la liquidación. Un silencio que ha durado mucho más de lo que los acreedores hubiesen querido porque, en teoría, Abengoa iba a presentar su plan de reestructuración financiera a finales de enero, pero lo ha ido posponiendo.
La empresa, según fuentes próximas al proceso, va a plantear dos opciones: o bien los bancos dan por perdido parte del dinero que les adeuda la empresa (es decir, una quita) o aceptan el canje de deuda por capital para revenderlo después. Por el momento, las entidades descartan por completo la primera opción y abren la puerta a la segunda.
Se convertirían así en los principales accionistas de la compañía sevillana, dejando atrás así la etapa en la que la compañía estaba bajo las directrices de la familia Benjumea. Eso sí, serán accionistas durante un tiempo limitado.
Las entidades bancarias asumen que pueden estar en el capital (algo similar a lo ocurrido con Pescanova) pero sólo hasta encontrar otro accionista a quien ceder el testigo. Éste podría ser, indican, un socio industrial o uno financiero, que aporte dinero.
Para buscar un socio que marque el futuro de Abengoa se necesita antes que los bancos conozcan su situación real, cuál es su mapa de deuda. Para ello, esperan también al análisis que realice la consultora KPMG de los planes que presente Abengoa, que han sido elaborados por Álvarez & Marsal.
Rebajar expectativas
La de esta semana, según fuentes próximas a la compañía, será una reunión más. Ya hubo un encuentro durante la pasada semana pero vinculada a su futuro industrial, no financiero. Su principal intención es ser más pequeña. Quiere vender activos por valor de 1.500 millones de euros, por ejemplo, el negocio de bioetanol y quedarse en aquellas áreas geográficas donde puede ser rentable.
Además, necesita dinero para seguir operando. En concreto, 165 millones de euros que deben prestar los dueños de bonos de Abengoa o bien la banca. La opción sobre la mesa es la de los bonistas que, a cambio del nuevo préstamo solicitan unos intereses del 25%. Algo que Abengoa rechaza.
Los bonistas también quieren que se ponga como garantía Atlantica Yield (antes denominada Abengoa Yield, el negocio cotizado en Estados Unidos) que ya puso como respaldo al crédito de 106 millones que le permitió pagar las nóminas de finales de diciembre de 2015. O banca o bonistas tienen que ceder con Yield.
Aún quedan, indican, muchas reuniones por delante hasta cerrar todos los cabos sueltos. Si es que quieren cerrarse.