Poco antes de las 21.33 horas del domingo 21, cuando comenzaba la emisión del programa Salvados de Jordi Évole en La Sexta dedicado al sector textil y titulado Fashion Victims, apareció sobreimpreso en la pantalla un mensaje donde se advertía que ninguna de las empresas mencionadas había cooperado con la elaboración del reportaje. Entre las compañías citadas estaba Inditex. El asunto era extraño porque el día anterior me habían confirmado que un equipo de Évole había estado en Arteixo (La Coruña) buscando localizaciones y que había tomado contacto con los responsables de comunicación del gigante textil español.
¿Qué es lo que no contó Jordi Évole en su programa? ¿Por qué sólo ofreció el lado más descarnado de un negocio que produce a bajo coste en países del Tercer Mundo para satisfacer la elevada y caprichosa demanda del Primer Mundo?
Llamé este lunes a Évole para que me explicara lo ocurrido. El periodista se encuentra rodando en el extranjero, pero me atendió en una pausa de su trabajo. Me confirmó que un realizador y dos redactores de su equipo se trasladaron a Arteixo para grabar una entrevista con responsables de Inditex, pero que en el último momento la compañía cambió de opinión. Una de las razones que la empresa esgrimió es que ninguna de las compañías fabricantes de las otras marcas que Salvados estaba investigando (El Corte Inglés, H&M...) había aceptado intervenir en el programa.
“Créeme que soy el primero en lamentar esta incomparecencia, por hablar en términos futbolísticos, de uno de los lados protagonistas de nuestro programa”, dijo Évole este lunes. “Nada me hubiera gustado más -y lo digo sin ironía alguna- que alguien explicara cuánto trabajo, cuánta riqueza generan estas empresas en esos países. A mí me extrañó que no quisieran aparecer, porque les ofrecimos el máximo de minutaje. Pero no quisieron aparecer si otras marcas no estaban”.
El impacto en el sudeste asiático
La ausencia de una versión oficial de Inditex y, en general, del sector impidió conocer el impacto global que el nuevo negocio del textil ha tenido en el sudeste asiático. Países como Camboya o Vietnam, que hace 40 años estaban devastados por la guerra o por regímenes genocidas como el del dictador comunista Pol Pot, se han asomado a la modernidad, labrándose su propio futuro, tal como España hizo en los años 60 y 70 del siglo pasado, cuando era un paraíso precisamente para la producción textil.
La libertad de comercio y la atracción de inversión extranjera les ha permitido progresar mucho más rápido que cuando tenían que fiarse únicamente de la solidaridad internacional. El salario mínimo de 140 dólares, por ejemplo, existe en Camboya a instancias de los sindicatos que han surgido en las grandes factorías textiles. Si estas no existieran, difícilmente lo habría y, de hecho, otros sectores profesionales no cuentan con él.
Hace 20 años, el PIB de Camboya era de 3.500 millones de dólares. En 2014 llegó a 16.780 millones. El textil supone hoy el 80% de las exportaciones del país, emplea al 10% de la fuerza laboral y exporta unos 5.000 millones de dólares. Camboya ha crecido a una tasa real de entre el 6% y el 7% en los últimos cuatro años, con años milagrosos como el 2005, cuando su economía se expandió un 13,4%. La esperanza de vida al nacer, en 1996, era de 56 años y en 2013 llegó a los 68 años. El PIB per cápita en 1996 era de 310 dólares y en 2014 alcanzó los 1.020 dólares per cápita.
Este elevado nivel de actividad ha permitido que la barrera de la miseria de Camboya se desplace radicalmente: desde un 34% de la población que estaba bajo la línea de la pobreza en 2008 al 17,7% en 2012.
La historia se repite en Vietnam, en China y en menor medida en Bangladesh. Hace 45 años George Harrison y Ravi Shankar organizaban conciertos para mitigar la hambruna en este país y hoy su esperanza de vida supera en tres años a la de Camboya y su ingreso per cápita está por encima de los 1.080 dólares.
Y el impacto en España
Si Inditex hubiera aceptado hablar para Salvados, los españoles podrían haber aquilatado mejor las razones del éxito de esa empresa. Si sólo se tratara de competir en bajos costes (otras empresas europeas también lo hacen, como la irlandesa Primark o la sueca H&M) la batalla que libran en los escaparates y en sus tiendas de las grandes ciudades en localizaciones premium no sería tan interesante y se reduciría a una cuestión puramente matemática. El verdadero éxito de Inditex es que se trata de una firma que ha innovado radicalmente en procesos como el diseño o la logística, lo que le permite sustituir sus colecciones completas en 15 días, aspectos que apenas quedaron enunciados en el programa de Évole. La logística de Arteixo, por ejemplo, es sólo comparable en complejidad con la de Amazon.
Según un informe de 2014 elaborado por Price Waterhouse Coopers (PwC), Inditex tiene 45.000 personas en plantilla en España. La cifra llega a 95.000 si se transforman los empleos indirectos en jornadas equivalentes. En total, la empresa tiene 145.000 empleados en todo el globo. Entre noviembre de 2014 y octubre de 2015, la plantilla global creció en 13.000 personas, 3.000 de ellas en España. Un 78% de la nómina son mujeres.
Inditex crea valor para su entorno a través de la llamada “producción en proximidad”, es decir, concentrando el 60% de la producción total en España, Portugal, Marruecos y otros países europeos. Sólo en Galicia, Inditex es reponsable de 32.000 empleos directos, indirectos e inducidos. La compañía representa el 5,2% del PIB de esa comunidad autónoma. En 2014 pagó 1.150 millones de euros en impuestos, lo que representa un tipo efectivo del 26%. Sus accionistas -la empresa cotiza en Bolsa desde 2001- han visto cómo sus ahorros se han multiplicado por 7 en estos años.