Abengoa cambia de presidente cuando le queda menos de un mes para intentar llegar a un acuerdo con sus bancos acreedores. José Domínguez Abascal abandona el cargo en el que lleva medio año para tratar de apaciguar los ánimos entre las dos partes.
La compañía ha anunciado que su consejo ha acordado este martes el relevo “con el objetivo prioritario de facilitar un acuerdo de reestructuración con los acreedores financieros de la Sociedad y contribuir a potenciar la independencia de la misma del que a día de hoy es su principal accionista, Inversión Corporativa IC”, según ha explicado a última hora del martes a la CNMV. Se trata del brazo de inversión en el que participa la familia Benjumea, los accionistas históricos de la empresa andaluza.
Su sustituto es Antonio Fornieles, quien ya era consejero del grupo desde 2014 y miembro de las comisiones de Auditoría y de Nombramientos y Retribuciones. Se da la circunstancia de que esta última comisión ha sido la que ha propuesto su nombre como nuevo presidente.
Pero no es la única coincidencia. Fornieles ha dedicado casi 30 años de su carrera profesional al mundo de la auditoría, la mayoría de ellos, desde 1986 y hasta finales de 2014, la firma KPMG. Se trata de la misma firma que está intermediando entre banca y compañía para tratar de llegar a un acuerdo antes del 29 de marzo. Si no lo hacen, la compañía se verá abocada al concurso de acreedores.
Domínguez Abascal no abandona el grupo. Quedará como consejero externo, es decir, como independiente a los accionistas pese a que fue nombrado presidente, el pasado septiembre, a instancias de Inversión Corporativa IC. El ya expresidente se incorporó a Abengoa en 2008 procedente de la Junta de Andalucía, donde era secretario general de Universidades, Investigación y Tecnología.
Además, la compañía ha explicado al regulador que ha decidido “resolver el contrato de prestación de servicios” suscrito por la sociedad con Felipe Benjumea, su expresidente hasta que llegó Domínguez Abascal. Benjumea dejó la presidencia forzado por los bancos. Ya entonces le veían como un obstáculo para alcanzar un acuerdo para inyectar liquidez a la empresa. Medio año después, la situación es muy similar, ya que los bancos han requerido al accionista histórico que dé un paso atrás para aceptar transformar la deuda en acciones de la empresa.