Es uno de los hombres más ricos de Suecia, está entre los más poderosos, pero tiene fama de tacaño y ahorrador. El fundador de Ikea, Ingvar Kamprad, ha vuelto a saltar a la actualidad tras desvelar en una entrevista que no compra su ropa en tiendas de lujo, sino todo lo contrario. “No creo que lleve algo de ropa que no se haya comprado en un mercadillo. Significa que quiero dar un buen ejemplo”, ha asegurado en un programa del canal de televisión sueca TV4.
Kamprad, que está a punto de cumplir 90 años, es conocido por su fortuna y por su capacidad de realizar declaraciones atípicas. Es un millonario cuya fortuna se estima en 610.000 millones de coronas, según la prensa local, alrededor de 65.000 millones de euros. “Está en la naturaleza de Smaland ser ahorrador”, reconocía en la entrevista, al hablar de la provincia sueca en la que nació.
Y es conocido por su capacidad para pagar los menores impuestos posibles. En 2011 se destapó a través de un documental que Kamprad había puesto en marcha un entramado de sociedades para pagar menos al fisco que, al final, acababan en el pequeño estado de Liechtenstein.
De hecho, el propio Kamprad abandonó hace décadas Suecia para aprovechar la menor fiscalidad de la vecina Dinamarca, país que, depués, dejó por Suiza. Hace dos años decidió volver a su país de origen, una vez el control de su emporio empresarial había pasado a manos de sus hijos.
Cortes de pelo en Vietnam y un coche de 20 años
La ropa no es lo único en lo que ahorra el fundador de Ikea. En 2008 aseguró en una entrevista, según indica el diario The Guardian, que prefería las peluquerías de países donde no tuviera que gastar demasiado. “Normalmente, intento cortarme el pelo en países en vías de desarrollo. La última vez lo hice en Vietnam”, reconoció.
Tampoco presume de tener un coche de alta gama. Su vehículo, durante más de 20 años, ha sido un Volvo 240 GL. Un coche de origen sueco que no ha abandonado hasta que, dada su edad, le recomendaron dejar de conducir, según publicó The Telegraph. En avión tampoco viaja en business, sino en clase turista.
Ingvar Kamprad también arrastra un pasado del que no está precisamente orgulloso. En 1994 trascendieron sus simpatías por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. En concreto, hacía un grupo de ultraderecha llamado Nysvenska. Lo definió en una carta a sus empleados como “su gran fallo” y reconoció que fue su “error más estúpido”.
Nombres de muebles para esquivar la dislexia
El origen de Ikea se remonta a 1943, pero ya antes, desde adolescente, Kamprad se dedicaba al comercio de productos variopintos. No fue hasta la década de los cuarenta cuando puso en marcha el que sería su imperio, que lleva sus iniciales y las de la localidad donde entonces vivía. La idea era sencilla: vender los muebles más baratos que la competencia porque el transporte y el montaje corría a cargo del cliente.
Ésa ha sido la principal clave de un negocio que, a día de hoy, está presente en 37 países. Y los nombres de sus productos. Ahí Kamprad, para superar su dislexia y memorizarlos, evitó cualquier tipo de código. Puso a los muebles y artículos, nombres de hombre y de mujer, así como islas y enclaves suecos y noruegos. Así nacieron, entre otras, las series de mobiliario Malm o Billy.
Hace tres años, cuando se rumoreaba sobre su retirada de la empresa, aseguró que tenía “mucho trabajo que hacer” y no “tenía tiempo para morir”. Dada su trayectoria, lo más probables, es que aún le queden secretos por desvelar.